Cada 11 de Julio es el Día Mundial de la Población. Se estima que fue el 11 de julio de 1987
cuando la población mundial alcanzó la cifra de 5.000 millones de personas. A
partir de esa fecha, y a iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas,
se celebra el Día Mundial de la Población. Este día tiene por objeto primordial
centrar la atención de todos en la importancia de los problemas demográficos,
que afectan gravemente a los planes de desarrollo de muchos países. El
crecimiento actual de la población es muy rápido y provoca una gran alarma
entre los especialistas. Consecuencia de este crecimiento son las innumerables
dificultades relacionadas, especialmente, con los recursos disponibles (agua,
tierras de cultivo, alimentos, atención sanitaria y educativa) y el deterioro
del medio ambiente. Actualmente existen más de 7.000 millones de habitantes en
el planeta y las previsiones más pesimistas esperan casi 11.000 millones de
personas para el año 2050.
Es urgente que los temas demográficos se incorporen a las
preocupaciones cotidianas pues de ello depende en gran medida el futuro de la
sociedad humana y principalmente de las próximas generaciones.
El 11 de julio, es una jornada dedicada en todo el mundo a uno de
los desafíos más acuciantes que debe encarar la sociedad humana durante las
próximas décadas, como es el relativo al ritmo exponencial al que crece la
población planetaria. Es el “Día Mundial de la Población” desde 1989, año en el
que según cálculos estadísticos se estima que fue aproximadamente alrededor de
esta fecha, pero en 1987, cuando la humanidad cruzó el umbral de los cinco mil
millones de habitantes.
La fecha tiene un carácter más simbólico que real pues no hay
manera de establecer con precisión la cantidad de habitantes de la Tierra y
mucho menos en un día determinado, pero, simbólica como es, tiene la virtud de
llamar la atención de los gobiernos del mundo, de los organismos
internacionales y todas las instituciones relacionadas con el bienestar de la
sociedad, sobre lo importantes que serán los efectos de las decisiones que se
adopten hoy sobre lo que nos depare el futuro y, sobre todo, para las próximas
generaciones.
Más allá de sus múltiples aristas, lo esencial del problema se
puede reducir al hecho de que el ritmo al que está creciendo la población
planetaria es muy rápido y amenaza con crear en el mediano y largo plazo
dificultades muy grandes para la preservación de la vida humana en el planeta.
Las consecuencias más obvias del crecimiento demográfico son las
innumerables dificultades relacionadas con la administración de los recursos
naturales disponibles. La limitada cantidad de agua dulce, de tierras de
cultivo, de alimentos y de medios para proveer atención sanitaria y educativa a
crecientes, que contrasta con el crecimiento exponencial de la población, es el
aspecto más visible del problema pero no el único.