Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

jueves, 27 de octubre de 2011

La Garganta del Diablo, Yriapú en la Tierra Sin Mal.

Por Karoso Zuetta (Músico, poeta y compositor misionero)

Leyenda inspirada en el mito migratorio Mbyá, que da nombre a este imponente salto, para mostrar que no es un nombre "satánico" sino que su origen ancestral fue puesto en honor a los originales habitantes de esas tierras y que su actual denominación preserva y respeta las tradiciones y creencias güaraníes, las cuales forman parte de nuestra identidad y de nuestras raíces.

Garganta del Diablo al atardecer

Fatigado por la ardua tarea de esparcir maldades, Añá detuvo su trajinar de milenios en la desembocadura del río Iguazú. La siesta americana calcinaba duendes remolones cuando el diablo recostó su osamenta ígnea sobre el cauce del Aguas Grandes.

El río, con maternal gesto, extendió una húmeda sábana sobre aquel cuerpo envuelto en llamas y Añá, ingratamente desaprensivo, cayó en la autotentación de beberse toda el agua cristalina: Abrió su bocaza volcánica y el Iguazú, violentamente defraudado, despeñó en ella su furia líquida. Desde las fauces del mismo infierno, telúricos rugidos sísmicos sacudieron la tierra anunciando que el agua vencía al fuego una vez más.

Repentinamente endurecido, como lava bruscamente enfriada, el cuerpo de Añá quedó aprisionado para siempre entre los barrancos y desde la Garganta del Diablo, en un sostenido Yriapú disfónico, el río retornaba como espuma y niebla.

Es por esto que los Mbya-Guaraníes reconocieron en esta parte del mundo el Yvymaraey , La Tierra Sin Mal que buscaban en su peregrinar planetario.

Garganta del Diablo, de noche
GLOSARIO

Yriapú: Rugido del agua.

Aña: Deidad que representa el mal entre los Guaraníes.

Iguazú: (Y – Guasu) Aguas Grandes.

Garganta del Diablo: Nombre de la principal caída de aguas de las Cataratas del Iguazú.

Yvymaraey: Del guaraní  Yvy: Tierra; mara: mal, mancha; ey: sin : La tierra sin mal.

Mbya: Etnia Guaraní que habita el actual territorio de Misiones.





Esta Leyenda es interpretada por Nerina Bader por la magnífica voz de Nerina Bader acompañada por quien escribiera su prosa, Karoso Zuetta. Comparto el link de enlace para acceder a dicha canción...







viernes, 21 de octubre de 2011

El Origen del Mundo en la Cosmovisión Mbya Guaraní.

Ñande Ru Tenonde, dios supremo de la creación se creó a sí mismo en medio del caos y las tinieblas primigenias. Iluminado por su propio corazón, ya que el sol no existía, se irguió desde los pies y convirtió sus brazos y manos en ramas que agitaba el viento.

Una corona de flores rodeó su cabeza mientras revoloteaba el colibrí, el pájaro primero.

Después creó la palabra (ayvu) -lo que confiere a los guaraníes su condición de elegidos y destinados a la inmortalidad-, entendida como la expresión de la humanidad como colectividad solidaria, no como ser individual.


De sus palabras surgieron luego los dioses, padres de los hombres: Jakaira, Karai, Tupa y Ñamandu.
Luego desplegó la tierra y la bóveda celeste a la que sostuvo con cuatro palmeras pindó azul, al Este, Al Oeste, al Norte y al Sur, y agregó otra en el centro.

Una vez concluida esta parte, surge el mundo subterráneo, el terráqueo y el acuático, así como el día y la noche.

Más tarde entregó a cada dios creado de su palabra una facultad sobre las cosas: dio a Tupa el agua y lo fresco, a Karai el fuego y el calor, a Jakaira la niebla y el humo, a Ñamandu el coraje.

Al fin y al ver que ya estaban dadas las condiciones materiales creó a los seres humanos con parte de la niebla y ordenó a Karai que les pusiera algo de fuego en el corazón y a Tupa que les cediera un poco de frescura.

Luego, les dio a los hombres sus leyes para que las aprendieran y las cumplieran.
Cumplida su tarea, se retiró a descansar.


Basado en el libro:
Ayvy Rapyta—León Cadogan


Adaptación escolar realizada por:
  • Virgilio Oscar Benitez (Karai Henchyroã)-Maestro de Lengua y Cultura Guaraní Escuela Intercultural Bilingüe Nº 807 F.Mbororé.
  • José Javier Rodas-Docente Especialista en Alfabetización Intercultural. Docente Escuela Iryapu N° 867 (1997-1999) / Docente y Vicedirector Escuela Mbororé N° 807 (2000-2014) / Docente y Director Escuela Jasy Porã N° 941 (desde el año 2014)


Autores de la adaptación del texto y alumnos de la Escuela F.Mbororé


viernes, 14 de octubre de 2011

Leyenda de la Flor del Irupé

El Irupé es una planta acuática endémica muy presente en la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay, es la ninfácea más grande del mundo, también presente en los humedales del rico ecosistema del Pantanal y de los Esteros del Iberá.

Esta planta tiene dos leyendas que la describen y resultan interesantísimas de conocer. Las comparto Queridas Amigas y Queridos Amigos de Las Crónicas de la Tierra sin Mal.

"Irupé" obra de Gerónimo Rodriguez (en tinta y acrílico)


1 - Leyenda de la flor de Irupé (La doncella que se enamoró de la luna).

Érase una doncella bellísima que se enamoró de la luna. La joven sufría con su amor sin esperanzas, mirando al astro de la noche esparcir su pálida luz desde la altura
Un día, llevada por la fuerza de su pasión, decidió ir a buscar a su celestial amante. Subió a los árboles más altos e inútilmente tendía los brazos en busca de lo inalcanzable. A costa de grandes fatigas trepó a la montaña, y allí, en la cima estremecida por los vientos esperó el paso de la luna pero también fue en vano.


Volvió al valle suspirosa y doliente, y caminó, caminó para ver si llegando a la línea del horizonte la podía alcanzar. Y sus pies sangraban sobre los ásperos caminos en la búsqueda de lo imposible.


Sin embargo, una noche, al mirar en el fondo de un lago vio a la luna reflejada en la profundidad y tan cerca de ella que creía poder tocarla con las manos. Sin pensar un momento se arrojó a las aguas y fue a la hondura para poder tenerla. Las aguas se cerraron sobre ella y allí quedó la infeliz para siempre con su sueño irrealizado.

Entonces Tupá, compadecido, la transformó en irupé, cuyas hojas tienen la forma del disco lunar y que mira hacia lo alto en procura de su amado ideal.


Flor del Irupé blanca

2 - La Leyenda de la flor del Irupé (Morotí y Pita).

Cuenta la leyenda de esta maravillosa flor que la india Morotí y el indio Pitá se amaban. El era fuerte y valiente, ella era dulce y hermosa.


Un día, mientras paseaban por la orilla del rio Paraná, Morotí arrojo su brazalete para que Pitá lo rescatara.

Pronto se lanzo al agua el indio enamorado, pero no volvió a surgir de ella. Impulsada por el hechicero de la tribu Morotí se sumergió también, buscando entre las aguas el cuerpo de su amado.

Pasaron las horas y ninguno de los dos volvió a la vida. Al amanecer los indios vieron flotar sobre aquellas aguas una flor extraña en la que el hechicero reconoció a la bella Morotí en los pétalos blancos y al intrépido Pitá, en pétalos rojos.

Es el Irupé, una planta acuática de extraordinaria belleza, que vive en las aguas de los ríos de Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina. La palabra Irupé significa en guaraní “plato sobre el agua” aludiendo así a la forma de sus hojas.

Flor del Irupé rosada

Glosario en lengua guaraní: Moroti (blanco) - Pyta (rojo)

Características del Irupé
Recibe estos nombres: Victoria Regia, Abatiyú, Aguapé, Hoja de sol, Iguapé, Irupé, Maíz de agua, Ninfa real, Plato de agua, Loto gigante.
Nombre latino: Victoria Amazónica.

Sinónimo: Victoria Regia.
Familia: Nymphaeaceae (Ninfáceas).
Planta acuática de enormes dimensiones.

Sus grandes hojas redondas pueden llegar a medir hasta 2 metros de ancho.

Los bordes perpendiculares de 10-20 cm, de color verde y reticuladas por la cara superior, rojizas y con la nerviación dispuesta en espiral en la cara que se halla en contacto con el agua. La venación de estas hojas presenta una arquitectura muy peculiar.
Este reborde impide que el agua la penetre lo que le permite sostener grandes pesos, hasta 20 kilos, por lo que es común ver aves y pequeños mamíferos reposando sobre ellas.

La hoja está sostenida por un largo pecíolo que la une a un rizoma sumergido que se hunde en el lodo.
La planta está armada por todas parte, excepto por la superficie, con espinas.
La flor es de una belleza impresionante.
Es una flor solitaria que nace en la oscuridad de la noche, perfumando el aire de las noches de luna de verano con una delicada y dulce fragancia.
Sus flores grandes de entre 20 y 40 centímetros, con pétales blanco algodón o rosados se van tornando rojo rubí.
La flor nacida en la noche, permanece abierta durante el día y a la siguiente noche se cierra sumergiéndose en el agua.
Ofrece un fruto globuloso tipo baya que es comestible y recibe el nombre de maíz de agua.
Floración: verano 



viernes, 7 de octubre de 2011

12 de Octubre: Día del Respeto a la Diversidad Cultural Americana

Con el objetivo de que el 12 de octubre se transforme en una jornada de valorización de las identidades étnicas, culturales y de reflexión histórica el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) fue el promotor del proyecto para que el feriado pase a ser el "Día de la Diversidad Cultural Americana.

“Día del Respeto a la Diversidad Cultural” es el nombre que recibe en Argentina la celebración del 12 de octubre a partir del decreto presidencial 1584/2010 publicado el día 3 de noviembre de 2010,  por lo que en este año será el primero en su plena vigencia.

La antigua denominación "Día de la Raza" es absolutamente inadecuada. La Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, indica el documento, determina que "toda idea o doctrina de superioridad basada en la diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable y socialmente injusta". La intención es que el feriado se transforme en una jornada de valorización de las identidades étnicas y culturales y de reflexión histórica.


Para el INADI, la utilización del término "raza" es abandonada por su carencia de sustento científico porque la biología no ha podido demostrar la existencia de estructuras genéticas de "raza", además de razones políticas y culturales.  El cambio en el significado del feriado implica armonizar la legislación nacional con el derecho de los pueblos indígenas, consagrando y reconociendo que los derechos humanos tienen los caracteres de universalidad, indivisibilidad e interdependencia.


Una visión crítica de la Conquista de América

Escribe Bernardo Veksler

El primer impacto fue el asombro, luego el miedo ante los cañones de bronce, arcabuces, mosquetes, pistolones y la fuerza mágica del hombre blanco subido a un caballo. Los invasores aprovecharon el desconcierto y dominaron fácilmente a las sociedades más desarrolladas de los aborígenes americanos, que eran más populosas e imponentes que las existentes en Europa.
El arribo de Cristóbal Colón a América fue un emprendimiento que hizo posible uno de los hechos más destacados de la historia de la humanidad. A partir de esa fecha, en menos de un siglo se pudo alcanzar a conocer la dimensión total del planeta. Se vincularon así mundos desconocidos entre sí con los más diversos estadios de desarrollo. La ventaja para los europeos fue conocer la pólvora, la brújula, el papel y la imprenta, entre otras adquisiciones.
El solo hecho de pisar tierra americana produjo una espectacular cadena de acontecimientos que transformó y dinamizó la historia de la humanidad. El descubrimiento de oro y plata en el continente desataron un verdadero aluvión colonizador. Centenares de expediciones y millares de hombres fueron tras los pasos de las noticias de fabulosas fortunas. En los primeros 150 años de conquista, 17 mil toneladas de plata y unos 200 toneladas de oro arribaron a España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero, que abrió las compuertas a la Revolución Industrial y al desarrollo capitalista de Europa.
La navegación superó todos los límites y se aventuró hacia todos los rincones del planeta, el conocimiento del mundo comenzó a ser posible, el comercio empezó a diseñar el mercado internacional y el desarrollo económico que terminarían por sepultar definitivamente a la sociedad feudal y al absolutismo monárquico.
La ambición no encontró barreras infranqueables. En pocos años la inmensidad americana dejó de ser inexpugnable y españoles, portugueses, británicos, holandeses y franceses se disputaron el gigantesco botín.
Un siglo después de la llegada de las carabelas de Cristóbal Colón al mar Caribe, de los más de 70 millones de indígenas preexistentes sólo quedaban tres millones y medio de almas.
Primero, fueron derrotados por la desproporción de recursos, la sorpresa y la confusión.
Luego, fueron privados de su cultura y creencias, sometidos al trabajo esclavo y finalmente, las enfermedades importadas por los europeos encontraron a sus organismos sin anticuerpos para resistir los virus y bacterias.
La casi extinción de la población nativa generó otro genocidio; al propiciar el repudiable comercio de seres humanos, al arrancar millones de africanos de su tierra ancestral para traerlos a nuestro continente como mano de obra esclava.
Medio milenio después, no se puede ocultar el exterminio indígena, salió a la luz otra versión de la historia, atrás quedaron definiciones como el “Descubrimiento de América”, que pretendía ignorar la existencia de millones de seres humanos que habían descubierto el continente miles de años atrás. También quedó demodé la más reciente definición de “Encuentro de dos mundos”, cuando en realidad subyace el aplastamiento de uno por otro.
No se puede dejar de reconocer que la llegada europea a costas americanas produjo un
avance notable de la humanidad, pero el progreso no puede ocultar la magnitud de sangre derramada.
La sociedad capitalista se concibió a partir de la sangre, la esclavitud y el saqueo impulsado por las potencias europeas de la época.



El encontronazo del 12 de octubre de 1492

Las hipócritas denominaciones con que fue conmemorado el aniversario de la llegada de las naves de Colón a tierras americanas pusieron de manifiesto el intento de disimular, encubrir y minimizar los crímenes cometidos. Celebrar “el descubrimiento de América” significaba omitir, nada menos, que existían unos setenta millones de seres humanos que ya habían descubierto al continente y vivían en él. La denominación improvisada en medio del debate de “encuentro de dos culturas” o “de dos mundos” fue un hábil intento de falsificar la historia, dado que ese encuentro no tuvo nada de protocolar o pacífico como cínicamente pretendieron sus ideólogos y difusores.
El genocidio desatado, el saqueo de sus incalculables riquezas y el sometimiento de los supervivientes presentan un cuadro muy distinto al pretendido y mucho más próximo al de un verdadero “encontronazo” donde el desequilibrio tecnológico impuso sus trágicas desproporciones.
La expedición de Colón fue la más destacada empresa de las que hicieron posible uno de los acontecimientos más importantes de la historia humana: tomar conciencia de la magnitud del planeta y poder comunicar sus diversos puntos geográficos. Se relacionaron mundos antes desconocidos entre sí, algunos en estadios muy primitivos de desarrollo otros más avanzados como los europeos, que ya conocían la brújula, la pólvora, el papel y la imprenta.
Se modificaron las economías cerradas de esos países para constituir un mercado mundial.
“Los descubrimientos de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada de exterminio, la esclavización de las poblaciones indígenas, forzadas a trabajar en el interior de las minas, el comienzo de la conquista y del saqueo de las indias, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros, son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista (...) Las riquezas apresadas fuera de Europa por el pillaje, la esclavización y la masacre refluían hacia la metrópolis donde se transformaban en capital” (1); “...el capitalismo aparece sudando sangre y lodo por todos sus poros...” (2).
El oro y la plata americanos contribuyeron a formar los primeros grandes capitales europeos, que dinamizaron la economía y detonaron la Revolución Industrial.
Así se fue gestando la sociedad capitalista que, como contrapartida, significó un importante avance en la historia de la humanidad. El capitalismo desplegó sus máximas posibilidades de desarrollo en los países más avanzados de la época, donde se produjeron los saltos más dinámicos en la primitiva acumulación de capital, basados esencialmente en el pillaje y la repartición del mundo. 
Simultáneamente, se generó un desarrollo incesante en las ciencias, en el conocimiento, en las técnicas productivas, en las posibilidades de consumo y supervivencia, etc. 
El capitalismo logró cumplir un rol progresivo sólo interrumpido por las crisis cíclicas que desquiciaban periódicamente la producción y su economía, dejando en evidencia las limitaciones del sistema.
A pesar de este notable aporte a la evolución humana, el capitalismo desde sus primeros pasos denotaba características salvajes, corruptas e inhumanas que hoy se explayan en su total plenitud.


Europa, 1492

La llegada europea a América motorizó una serie de elementos que hasta ese entonces se manifestaban en forma embrionaria y que provocaron un verdadero sacudón en la sociedad que comenzaba a desperezarse de la economía medieval. 
A fines del siglo XV, en el continente europeo surgían y se desarrollaban las producciones artesanales que comenzaron a impulsar la vida comercial y a dinamizar la economía. Las monarquías iniciaron un proceso de unificación de condados, principados y regiones autónomas insumiendo mayores gastos a sus aparatos estatales; simultáneamente, comenzaron a eliminarse algunas barreras aduaneras que posibilitaron la instauración de mercados regionales y luego nacionales.
El primer paso de las transacciones fue el trueque, ante los desiguales requerimientos surgía la necesidad de establecer compensaciones en valores internacionalmente aceptados, por lo general, se utilizó el oro, la plata y piedras preciosas.
“El descubrimiento de América se debió a la sed de oro que anteriormente había lanzado a los portugueses hacia tierras al Africa, porque la industria europea, enormemente desarrollada en los siglos XIV y XV, y el comercio correspondiente reclamaban más medios de cambio de los que podía abastecer Alemania la gran productora de plata entre 1450 y 1550...” (2) El viaje de Colón hizo posible el desarrollo de las grandes compañías navieras, su consecuencia inmediata fue un impresionante desarrollo del intercambio regional y tasas de ganancia inusitadas, que alimentaron un formidable proceso de acumulación primitiva de capital, basados esencialmente en el pillaje, la apropiación de los conocimientos de los pueblos sometidos y de sus territorios.


El saqueo de América

La situación europea motorizó la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso para las monarquías. El propio diario de viaje de Colón tiene numerosas referencias a la obsesiva necesidad de encontrar oro. Los hallazgos de piezas ornamentales y rituales de los nativos constituyeron la primera fase del saqueo. En las islas de Cuba, Española y Puerto Rico en sólo dos o tres años se despojó a los nativos de todo el oro producido en casi un milenio (3). Agotada rápidamente esa fase del saqueo, se pasó a la búsqueda desenfrenada de los yacimientos, derribando todo obstáculo que se erigiera en su camino.
“En menos de una década, los españoles exploraron casi todas las islas del Caribe, especialmente Cuba, Jamaica, Puerto Rico y La Española. En 1513, Balboa avistó el Pacífico. Durante la década de 1520-30, se inició la conquista México y Centroamérica. Y en la próxima, la de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile” (6).
Los primeros relatos difundían las condiciones para la captura de riquezas: “... por las faldas de esta cordillera se han hallado grandes mineros de plata y oro... y en todo el reino del Perú; y si hubiera quien lo sacase, hay oro y plata que sacar para siempre jamás; porque en las sierras y en los llanos y en los ríos, y en todas parte que caven y busquen, hallarán plata y oro” (4). 
Las dificultades para la extracción comenzaron a resolverse a partir de los conocimientos de los propios nativos. “La causa esencial de esta rápida recolección de metales preciosos fue el grado de adelanto minero–metalúrgico que habían alcanzado los indígenas de América Latina. El desarrollo de las fuerzas productivas autóctonas permitió a los españoles organizar en pocos años un eficiente sistema de explotación. De no haber contado con aborígenes expertos en el trabajo minero resultaría inexplicable el hecho de que los conquistadores, sin técnicos ni personal especializado, hubieran podido descubrir y explotar los yacimientos mineros, obteniendo en pocas décadas tan extraordinaria cantidad de metales preciosos. En fin, los indios americanos proporcionaron los datos para ubicar las minas, oficiaron de técnicos, especialistas y peones, y aportaron un cierto desarrollo de las fuerzas productivas que facilitó a los españoles la tarea de la colonización” (6).
Entre 1503 y 1660 salieron desde tierras americanas hacia España, según constancias documentadas en Sevilla y Madrid, alrededor de 200 toneladas de oro y 17 mil toneladas de plata. Considerando una relación de once a uno entre esos dos metales, se llega a las dos mil toneladas de oro, esta acumulación de envíos valuados a precios actuales rondarían los 28 mil millones de dólares (5).
“Según las estadísticas más autorizadas, la producción de oro y plata indianos, entre 1503 y 1560 ha sido estimada por Soetbeer en 173 millones de ducados; por Lexis en 150 millones y por Haring en 101 millones” (6). Otras estimaciones mensuran en unas 90 mil toneladas de plata las extraídas de las entrañas americanas en el lapso comprendido entre 1500 y 1800 y su valuación se elevaría a unos 120 mil millones de dólares actuales (3).



Oro y Plata extraídos de las Colonias de España (7)
(En kilogramos)
Período Plata Oro
1531-1540 86.193 14.466
1541-1550 177.573 24.957
1551-1560 303.121 42.620
1561-1570 942.858 11.530
1571-1580 1.118.591 9.429
1581-1590 2.103.027 12.101
1591-1600 2.707.626 19.451
1601-1610 2.213.631 11.764
1611-1620 2.192.255 8.855
1621-1630 2.145.339 3.889
1631-1640 1.396.759 1.240
1641-1650 1.056.430 1.549
1651-1660 443.256 469
TOTAL: 16.886.815 181.333

“Con base a los datos que proporciona Alexander von Humboldt, se ha estimado en unos cinco mil millones de dólares actuales la magnitud del excedente económico evadido de México entre 1760 y 1809, apenas medio siglo, a través de las exportaciones de plata y oro” (11).
Para contar con una aproximación del formidable impacto que generó esta invasión de riquezas a territorio europeo, basta con tomar como referencia que la totalidad del oro existente para esa época en el “viejo mundo” se estimó en unos mil millones de dólares y la plata en unos mil quinientos millones de dólares actuales.
Las cifras del saqueo, con seguridad, deberían elevarse notablemente si se considerasen la cantidad de navíos hundidos, que son cuantiosos en las aguas del mar Caribe, en las costas chilenas y en la confluencia austral de los océanos Pacífico y Atlántico. La recuperación del cargamento de las bodegas, hace unos años atrás, de “El Preciado”, frente a costas uruguayas, fue valuado en cifras que oscilaban entre 600 y 3.000 millones de dólares. Sólo en las proximidades del río de la Plata existen otras ocho embarcaciones hundidas con sus bodegas repletas de oro y plata.
Por otro lado, habría que considerar la carga secuestrada por piratas y corsarios que fueron a parar a otras potencias europeas. “...el pillaje obtenido por (el capitán) Drake puede ser considerado con justicia como la fuente y el origen de la inversión externa británica. Con él, Isabel pagó la totalidad de su deuda externa e invirtió una parte del remanente en la Compañía de Indias Orientales, cuyos beneficios representaron, durante los siglos XVII y XVIII, la principal base de las ligazones externas de Inglaterra... Jamás hubo una oportunidad tan prolongada y tan rica para el hombre de negocios, el especulador y el aprovechador. En esos años de oro, nació el capitalismo moderno” (8).


El despegue capitalista

La reactivación comercial desembocará en la Revolución Industrial y en la liquidación de la sociedad medieval. Se genera así una división internacional del trabajo que adoptó formas de triangulación: América aportó oro, plata, materias primas y la mano de obra aborigen; Africa suministró la mano de obra esclava que sustituyó a los exterminados nativos americanos y Europa se llevó la parte del león, ya que produjo y comercializó los productos manufacturados a la vez que capitalizó las transacciones de los demás vértices de la triangulación.
España y Portugal, que fueron los primeros en avanzar en el proceso de la unidad nacional, indujeron a la revolución comercial; pero cada vez más su enriquecimiento fue agravando su dependencia con las naciones más industrializadas. Los ibéricos cumplieron un rol contradictorio, por un lado, fueron los agentes que fortalecieron a la incipiente burguesía europea, que se enriqueció aceleradamente y comenzó a enfrentar al absolutismo feudal hasta derrocarlo. En cambio hacia su interior tanto España como Portugal carecieron de una burguesía industrial, razón por la cual el flujo masivo de riquezas consolidó a la monarquía limitando el futuro de la fugaz prosperidad. Los principales acaparadores de oro y plata americanas fueron sólo un puerto de paso de esas riquezas, utilizado para las crecientes demandas del aparato estatal y de las multitudinarias nobleza y clero, su destino final fue capitalizar y expandir a la burguesía manufacturera francesa, flamenca e inglesa.
“La condición de acreedores del Tesoro, no sólo de Carlos V sino también de Felipe II, que vendía con anticipación los cargamentos de oro de las Indias para sostener aventuras militares y religiosas, permitió a los banqueros y comerciantes extranjeros controlar los metales preciosos y convertirse en los rectores de la economía española. Era uno de los tantos tributos que el pueblo español pagaba por la incapacidad sus clases dominantes para lograr la unidad nacional, el desarrollo de la industria y la creación del mercado interno” (6).
Los colonizadores americanos tuvieron un objetivo claramente capitalista. La organización de la extracción, tráfico y producción fue para generar ganancias prodigiosas y, sobre todo, proveer al mercado mundial.
“Si no inauguraron en el “Nuevo Mundo” un sistema de producción capitalista fue por la inexistencia de un ejército de trabajadores libres. Esta carencia obligó a los colonizadores a utilizar opciones no capitalistas como semiesclavitud y esclavitud. Sintetizando: producción y colonización por objetivos capitalistas, relaciones esclavas o semiesclavas de producción y denominaciones propias del feudalismo fueron los pilares sobre los que se asentó la Conquista de América” (9).



Primer genocidio

El primer impacto fue el asombro y el miedo ante los cañones de bronce, arcabuces, mosquetes, pistolones y la fuerza mágica del blanco subido a un caballo. Esto fue aprovechado rápidamente por los astutos españoles, que dominaron fácilmente a las sociedades más adelantadas de América: los sedentarios aztecas, incas y mayas. Estas sociedades habían llegado a formas sociales similares a las de los egipcios, asirios y caldeos, con la existencia de un estado e incipientes formas de explotación tanto de los sectores plebeyos como de las tribus vecinas que eran violentamente sometidas. Esto explica que las sociedades americanas más desarrolladas y poderosas, por sus contradicciones internas fueron las que más fácilmente fueron sojuzgadas.
En cambio, las tribus que adoptaban formas sociales comunistas primitivas, fueron las que más dificultades y resistencia ofrecieron al invasor. Las sociedades nómades dieron valientes batallas para enfrentar el sometimiento; pero la diferencia abismal de desarrollo económico y tecnológico, expresado en potencial bélico, hacía inexorable el resultado final.
“Los indios de América sumaban no menos de setenta millones y quizás más, cuando los extranjeros aparecieron en el horizonte. Un siglo y medio después se habían reducido en total a sólo tres millones y medio...” (10) 
El genocidio comenzó a implementarse en la guerra de conquista. Luego, en la explotación inhumana de los socavones. Allí, los indígenas sufrían el desarraigo, al ser obligados a dejar sus tierras y familias; se les imponía un ritmo de trabajo para el que no estaban acostumbrados; los socavones les devoraban los pulmones y los dejaba rápidamente discapacitados. Algunos adelantaban el inexorable final con el suicidio, otros mataban a sus hijos para liberarlos del yugo inevitable y la capacidad reproductiva se deterioraba paralelamente al desinterés por la vida. Puerto Rico es un ejemplo de ello, a la llegada de los españoles, la población indígena era de unas setenta mil almas; treinta años después, en 1530 –cuando se hace el primer censo- la población nativa era de 473 libres encomendados y 675 indios esclavos.
Las rebeldías de las tribus nómades fueron apaciguadas con la acción de la Iglesia, que los sometía por la vía religiosa para luego obligarlos a trabajar en producciones agrícolas, forzándolos a abandonar su vida ancestral dedicada a la caza, la pesca y la recolección, generando efectos similares a los socavones.
Otro importante porcentaje de nativos fue víctima de las enfermedades introducidas por los europeos, los organismos indígenas no estaban preparados para resistir a los virus y bacterias importados. Así, la viruela, tétanos, sífilis, tifus, lepra, entre otras, produjeron estragos. “Los indios morían como moscas; sus organismos no oponían defensas ante las enfermedades nuevas. Y los que sobrevivían quedaban debilitados e inútiles. El antropólogo brasileño Darcy Ribeiro estima que más de la mitad de la población aborigen de América (...) murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos” (11). 
América ofrecía enormes posibilidades de enriquecimiento y toda una jauría humana desembarcó en sus costas para cumplir con esos sueños de prosperidad a cualquier precio. “...la sistematización económica del inmenso espacio conquistado por los españoles puede ser resumida así: distribución de tierras en cantidad casi ilimitada a los conquistadores y atribución a los mismos de un gran número de indios adscriptos al trabajo forzado en esas tierras. Terminado el momento violento de la conquista no se puede decir que la colonización se haya desarrollado sobre principios diferentes” (12).


Otro genocidio lucrativo

El debate generado por el quinto centenario dejó a las claras la orgía de sangre desatada por el supuesto “encuentro de dos culturas”. El exterminio de la población nativa junto a las necesidades de mano de obra para ocuparla en las flamantes explotaciones dio lugar a una nueva rama económica del naciente capitalismo: el tráfico de esclavos.
Ingleses, holandeses y franceses se destacaron en este flamante negocio. Los cazaban como a animales en el Africa, luego los cargaban en los barcos para atravesar el Atlántico.
Su primer destino eran las Antillas, luego prácticamente toda América.
Sólo entre 1680 y 1688, la Real Compañía Africana embarcó setenta mil negros, de los cuales sólo llegaron a las costas americanas unos 46 mil. En Haití, ingresaba unpromedio de treinta mil esclavos por año. En 1789, la población de la mitad francesa de la isla Española era de cuarenta mil blancos y 450 mil negros.
La reconstrucción de los datos disponibles permite determinar que, en no menos de un siglo, se importaron unos diez millones de nativos africanos. Según fuentes inglesas, esa estimación se duplica.
Si se toma en cuenta que gran cantidad de africanos morían antes de pisar tierra americana, víctimas de las cacerías, en el traslado hacia los barcos, en las tortuosas travesías hacinados en las bodegas o en el desembarco, la cifra de seres arrancados violentamente de Africa puede elevarse a cuarenta o cincuenta millones desde que comenzó este sucio comercio hasta mediados del siglo diecinueve, provocando el arrasamiento de regiones, aldeas y etnias. 
El censo de 1790 de Estados Unidos indicó que los esclavos sumaban 697 mil individuos. En 1861, esa cifra se elevó a más de cuatro millones.
Un miembro de la Cámara de Diputados de España, decía en 1870: “Un esclavo que por reglamento debía trabajar 16 horas en la zafra y ocho o nueve durante el resto del año. Un esclavo que recibe no más de una camisa, un calzoncillo, un pañuelo y un gorro. Un esclavo que se alimenta con seis u ocho plátanos, con ocho onzas de carne de bacalao o con cuatro de harina o de arroz. Un esclavo que llega con los dolores que ha sufrido desde que lo embarcaron en la costa de Africa, que llegó a la costa desde su lugar natal durmiendo en suelos húmedos, que es llevado a Cuba en un barco de 200 toneladas entre más de quinientos negros, con gérmenes de todo tipo de enfermedades, traspasan los mares con un 25 por ciento de bajas, es arrojado al mar como insignificante lastre si el buque zozobra...”, en estas condiciones el promedio de vida del esclavo no podía ser muy elevado. El esclavismo como toda forma de explotación creó su ideología justificadora, sosteniendo que los negros eran de naturaleza distinta, que se asemejaban a los monos, etc. (13)


El papel de la Iglesia
La conquista de América se ejecutó a través de la apabullante superioridad tecnológica y militar europea. Pero esta brutal dominación se complementó con la sutil participación de la Iglesia. Esta institución siempre cumplió un papel funcional a los que ostentaron el poder. Su actuación durante la conquista de América no fue muy distinta del rol cumplido en épocas más recientes, cuando cooperó con regímenes siniestros.
Los religiosos buscaron congraciarse con los nativos al ofrecerles algunas formas de protección ante el salvajismo colonizador, para luego someterlos por la vía de la imposición cultural y el sometimiento ideológico. El solo hecho de haber impuesto una creencia distinta, demuestra el profundo desprecio de los sacerdotes hacia las costumbres ancestrales indígenas. El objetivo de inculcar, catolicismo mediante, la resignación y la docilidad ante el nivel de explotación infrahumano permitió la incorporación de una cuantiosa mano de obra barata y útil para los proyectos de los europeos. 
Las mitas y encomiendas sirvieron para organizar la explotación agropecuaria y minera, gran parte de ellas en beneficios de la propia Iglesia.
El rol perverso jugado por esta institución medieval fue tan notorio, que ante el debate desatado sólo pudieron erigir la figura del sacerdote Bartolomé de las Casas, con la intención de neutralizar su complicidad con la barbarie cometida. Pero el propio de las Casas fue un encomendero que empleó a los nativos para su enriquecimiento personal. Luego, cuestionó el sistema y se proclamó a favor de la introducción de negros africanos para reemplazar a los diezmados aborígenes antillanos. 
Ante la contundencia de los argumentos, la Iglesia comenzó a ensayar disculpas y pedidos de perdón. Los obispos guatemaltecos así lo hicieron con el pueblo maya y rindieron homenaje a las creencias religiosas nativas “que veían en la naturaleza una manifestación de Dios” (14)
Muchos herederos de los que sufrieron en carne propia las atrocidades de los invasores europeos y el cínico papel de la Iglesia, aprovecharon la oportunidad del viaje de Juan Pablo II a Lima, en 1984, para entregarle una carta firmada por el Movimiento Indio Kollasuyo, el Partido Indio y el Movimiento Túpac Katari, de Bolivia y Perú, que en uno de sus párrafos decía lo siguiente: “Hemos decidido aprovechar la visita del Papa para devolverle su Biblia, pues en cinco siglos no nos ha dado ni paz, ni amor ni justicia... Por favor, llévese su Biblia y désela a nuestros opresores, cuyos corazones y cerebros necesitan más de sus preceptos morales... Recibimos la Biblia, que fue el arma ideológica del asalto colonialista. La espada española que de día atacaba y mataba cuerpos indios, de noche se volvía cruz que atacaba el alma india...” (15).



Las rebeliones

A pesar de la enorme desproporción de fuerzas, los sometidos por los conquistadores se rebelaron en innumerables oportunidades. Una de las más destacadas fue la del 4 de noviembre de 1780, liderada por José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru).
Sometidos por la escandalosa esclavitud de la mita, miles de indios trabajaban y morían en los obrajes y las minas. Durante años, antes de tomar la decisión de rebelarse, había buscado el apoyo de los obispos de Cuzco y La Paz y otros poderosos de América para frenar los abusos que se cometían con los indios. Pero nada había conseguido.
Desechados esos caminos, Túpac comenzó entonces a organizar secretamente el levantamiento que abarcaría todo el Altiplano y parte del noroeste argentino. El día del alzamiento comenzó con la detención del corregidor Antonio de Arriaga, quien fue ejecutado en la plaza de Tungusuca. Allí se convocaron miles de indios y mestizos que conformaron un ejército de desesperados, apenas armados de palos y cuchillos. Ante la multitud Túpac afirmó su intención de “cortar el mal gobierno de tanto ladrón zángano” y liberar, por igual, a indios y criollos. Comenzaron a avanzar, destruyendo a su paso los obrajes, pero el movimiento fue frenado y el líder detenido y torturado. Durante el tormento no reveló el nombre de ninguno de sus colaboradores, hasta que murió descuartizado (16).
Las rebeliones y masacres prácticamente abarcaron todo el continente americano. Tanto los indios del lejano oeste como los pampas y tehuelches reaccionaron con los malones y otras formas de resistencia al avance incontenible de los colonos blancos. Diaguitas, quilmes y mapuches, entre cientos de etnias, expresaron también su valiente rebeldía.
Los esclavos traídos de Africa también protagonizaron rebeliones. En 1522, los esclavos de Diego Colón –hijo de Cristóbal- llevaron a cabo la primer sublevación que se tenga memoria, fueron sosegados y terminaron ahorcados en los senderos del ingenio.
En Brasil, numerosos negros huían de las explotaciones hacia la selva. Los cimarrones se fueron concentrando y organizando hasta llegar a constituir el reino de Palmares, en pleno Amazonas. La superficie que controlaban llegó a alcanzar un tercio del dominio portugués de la época. Durante todo el siglo XVII resistieron el acoso de expediciones holandesas y portuguesas que intentaron aniquilar a ese mal ejemplo.
Palmares contaba con abundancia de alimentos, porque la producción estaba al servicio de las necesidades, existían policultivos que contrastaban con las explotaciones de los colonizadores, donde predominaba el cultivo de la caña de azúcar, que se producía para abastecer a Europa. En 1791, estalla una exitosa rebelión negra en Haití que logra abolir la esclavitud y desata la huida masiva de los blancos. Trece años después, constituyen la primera república negra de América, cuya constitución consideraba negros a todos los ciudadanos independientemente del color de su piel.
La resistencia de los oprimidos y la comprobación por parte de los poderosos que la mano de obra esclava no era suficientemente productiva, que las nuevas técnicas necesitaban de una mayor capacitación y que podría ser muy lucrativo la incorporación de millones de consumidores, produjo el fin de la lacra de la esclavitud.


La burguesía criolla

Una vez que se consolidaron en el poder, luego de superado el radicalizado y tumultuoso período de la emancipación latinoamericana, las nacientes oligarquías y burguesías orientaron su voracidad a ocupar la extensión territorial expulsando a sangre y fuego a los legítimos dueños de las tierras.
El promotor de la campaña contra los indios pampeanos así exponía ante el Congreso su plan: “En la superficie de quince mil leguas que se trata de conquistar, comprendida entre los límites del río Negro, los Andes y la actual línea de fronteras, la población indígena que la ocupa, puede estimarse en veinte mil almas, en cuyo número alcanzan a contarse de 1800 a 2000 hombres de lanza... Su número es bien insignificante con relación al poder y a los medios de que dispone la Nación. Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión, no otras armas que la lanza primitiva” (17). El general Roca fue el “héroe” de la denominada “Conquista del Desierto”, un desierto poblado por “veinte mil almas”. 
El exterminio de los indios pampeanos fue aprobado por la oligarquía bonaerense. Como consecuencia de ese despojo sangriento, 1843 personas se repartieran 41.787.023 hectáreas de la mejor tierra argentina, entre 1876 y 1903.
El presidente Miguel Juárez Celman, en 1888, justificó con argumentos racistas los “obsequios” efectuados luego del brutal desalojo indígena: “Dicen que dilapido la tierra pública, que la doy al dominio de capitales extranjeros: sirvo al país en la medida de mis capacidades. (Carlos) Pellegrini mismo acaba de escribirme que la venta de 24 mil leguas sería instalar una nueva Irlanda en la Argentina. ¿Pero no es mejor que estas tierras las explote el enérgico sajón y no que sigan bajo la incuria del tehuelche?”.
Esta conducta de la burguesía criolla fue, con algunas diferencias de matices, la que se repitió en cada país americano. 
Las películas del lejano oeste invierten cínicamente los roles de quienes fueron los protagonistas del salvajismo. Un líder piel roja, a fines del siglo pasado, reflejó con estas palabras su angustia: “estoy cansado de luchar. Nuestros jefes han muerto... Todos los ancianos han muerto. Hace frío y no tenemos frazadas. Los pequeñuelos mueren de frío. Algunas de mis gentes han escapado a las montañas y no tienen abrigo ni alimento... Quiero tener tiempo de buscar a mis hijos y ver cuantos de ellos han quedado. Acaso los encuentro entre los muertos. Oíd, mis jefes, mi corazón está triste y enfermo. Estoy cansado” (18). 
Mientras, el epitafio de la tumba de un puritano del siglo XVII nos recuerda a otros personajes que asolaron otras regiones del continente, en este caso, Tierra del Fuego: “Consagrado a la memoria de Lynn S. Love, quien, en el transcurso de su vida mató a 98 indios que le fueron dados por el Señor. El esperaba elevar esa cifra a 100 antes de fin de año, cuando en su casa, se durmió en los brazos de Jesús” (19).



El aniquilamiento continúa, la rebelión también.

Negros e indios fueron utilizados en la primera línea de combate en la guerra de independencia y en las luchas fratricidas posteriores. Tanto Argentina como Paraguay contaban con una gran población negra hoy casi inexistente, fruto de ese exterminio sufrido al que aportaron también numerosas epidemias. 
Rigoberta Menchú, indígena guatemalteca premio Nóbel de la Paz, afirmó tiempo atrás que: “En los últimos veinte años, he recorrido todos los países con pueblos indígenas. Y por doquier encontré la misma realidad: nadie quiere darnos voz... Hace poco estuve en Canadá: indígenas de esas tierras, fueron despojados de todo por las empresas multinacionales que talan los bosques. Actualmente, hay ocho de estas firmas en plena actividad. Allí pudimos ver lo que está haciendo nada más que una de esas compañías: en un año talaron bosques por una extensión que supera el millón doscientos mil metros cuadrados por lo que serán necesarios doscientos o trescientos años para que esa tierra recupere su ritmo natural”.
No es muy distinto el panorama de los pueblos indígenas de toda América, los sobrevivientes del genocidio continúan hoy sufriendo crímenes, despojos, atropellos y represión cuando intentan manifestarse en defensa de sus derechos.
Durante los primeros años de la gesta emancipadora latinoamericana, los oprimidos vieron que sus reclamos se vinculaban con las causas nacionales. El general Simón Bolívar abolió la esclavitud, Juan José Castelli liberó a los indígenas del Alto Perú de las encomiendas y José Gervasio Artigas redistribuyó tierras entre los pobres.
La opresión que siguen sufriendo indios, negros, mulatos y mestizos no es muy distinta a la que sufren obreros, jornaleros y los millones de marginados. El sistema capitalista, con su versión globalizada, continúa acumulando víctimas. 
La lucha por la liberación del sojuzgamiento dependerá de que las crecientes víctimas puedan resistir y El sistema de dominación imperante y los gobernantes funcionales a ese status quo son los responsables del empobrecimiento generalizado, del hundimiento de las economías y de la descomunal entrega del capital social. Ellos son los causantes de que 180 millones de niños, mujeres y hombres latinoamericanos padezcan hambre, miserias, marginación y desesperanza.
Este nuevo aniversario de la llegada europea a tierras americanas, encontrará a los gobernantes de nuestros países nuevamente como los promotores de las celebraciones, no es casual, ellos son los que abren las puertas a la colonización, entregan las riquezas, someten al pueblo trabajador a cada vez mayores sufrimientos y explotación, generan aumento de la mortalidad infantil y disminución del promedio de vida de los más pobres, y eliminan todo rasgo social progresista.
Ayer como hoy la sangre, el sudor y las lágrimas que corren son de los oprimidos. 


Fuentes:

- Carta de Federico Engels a C. Schmidt, 17/10/1890. 
- Pierre Chaund. Seville et l´Atlantique, Paris, 1959.
- Pedro de Cieza de León, La Crónica del Perú Cap. CXV. 
- H.J. Hamilton. American Treasure and the Price Revolution in Spain. Harvard University Cambridge,
USA, 1934.
- Luis Vitale. Historia Social Comparada de los pueblos de América Latina, Tomo I. Atelí, Punta
Arenas, 1998.
- Oscar Pintos Santos, basado en los estudios de H.J. Hamilton. Diario Gramma, La Habana, 6/5/90.
- John Maynard Keynes, Treatise on Money.
- Nahuel Moreno y George Novak. Feudalismo y Capitalismo en la Colonización de América, Buenos
Aires, 1972, Ediciones Avanzada.
- Darcy Ribeiro, Las Américas y la Civilización.
- Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina. Siglo XXI, 1989.
- Ruggiero Romano. Le Rivoluzione del centro e Sudamérica, in Le revoluzioni borghesi. Milán, Fratelli
Fabril, 1973.
- Distintas notas publicadas en la Revista Crisis, Primera Epoca.
- Diario Página 12, Buenos Aires, 10/10/92.
- Diario La Nación, Buenos Aires, 13/2/85.
- Diario Clarín, Buenos Aires, 4/11/91.
- Informe del general Julio Argentino Roca al Congreso de la Nación en 1875.
- Citado por Morrison y Commager. Historia de los Estados Unidos.
- H.H.Jackson. Un siglo de deshonra (citado por O. Coggiola en “1492-1992, El capitalismo festeja su senilidad”)


Otras fuentes:   manuales.com

                         www.elabasto.com.ar