En la primavera del
año 1640, una tribu huilliche que habitaba a orillas del volcán Hueñauca, hoy
llamado Osorno, convoco a todos los caciques de las tribus de hasta 300 leguas
a la redonda para participar en la celebración de Nguillatun.
Esta era una
celebración sagrada que se realizaba cada cuatro años para dar gracias y pedir
una buena vida al padre creador y dueño de todo el universo.
Para Ailef (loma bonita) hija del cacique kumillanca (piedra bonita y valiosa), era una ocasión de alegría, y desde meses antes se preparaba para este gran momento.
Al kawuin llegaron de
todas las tribus: los Poyas, los Cuncos, los Caucau, los Puelches, los
Vuriloches. Faltaban únicamente los Mapuches que venían del norte, pero al caer
la tarde por fin llegaron.
El cacique mapuche Antiñanco venía acompañado de su esposa y su hijo menor Millaluan. Todos los recibieron con gran alegría.
Millaluan, después de
refrescarse y beber de las puras aguas del río, se sentó a descansar. Al sentir
un ruido de piedras en la orilla descubrió que Ailef, la hija de Kumillanca, lo
había seguido.
- ¡Que grande estás
Ailef! - Exclamo sonriendo.
- ¡Mas crecido estas
tu Millaluan! - dijo ella.
- ¡Ahora me parece más
hermoso este lugar! – agrego Millaluan mirando alrededor - Pero esta vez el
Pirepillan no me parece tan enorme como cuando era niño, ¡es que cuando se es
pequeño todo parece inmenso!.
Entonces Ailef le
replicó
- ¡Se me olvidaba que
ustedes llamaban a nuestro “Hueñauca” como “Pirepillan”! Cuando era niña no me
importaba que cada visitante lo llamara de una manera diferente, Pero ahora me
confundo con tantos nombres cada una de las tribus le da distintos nombres
como, Chodhueco, Quetrupe, Pire, Pirepillán, Purailla, Purarrahue o Prarauque.
Tantos nombres para una sola montaña de nieve ni los mismos adultos saben de lo
que están hablando. Además no creo que al espíritu del volcán le agrade, estoy
segura que eso provocará el enojo de Hueñauca.
Millaluan comenzó a
reir a carcajadas de lo que había dicho Ailef, quien se enoja y le contesta
- ¡Te has vuelto como todos los demás!.
Al llegar la noche
mientras todos compartían y se divertían. Ailef contemplaba el firmamento y de
pronto descubrió algo que congelo su rostro. Se acercó al cacique y le dijo:
- ¡Padre mire allá! -
y acompaño con el brazo indicando la punta del volcán. Un hilillo de humo salía
de la cima.
- ¡Ngunechén!, ¡dueño
de la tierra y el firmamento!, ¡el Hueñauca ha comenzado a vomitar fuego!.
Todos comenzaron a
gritar y en ese momento un fuerte ruido vino del volcán... luego un temblor
remeció toda la tierra. El volcán empezó a botar lava y piedras ardientes que
caían sobre la aldea. El terror hacia estragos entre los habitantes y las
visitas.
En ese momento Millaluan dijo al padre de Ailef
En ese momento Millaluan dijo al padre de Ailef
- ¡Venerado Kumillanca, creo que se porque el espíritu del volcán está furioso!. Ailef me dijo ayer tarde que el volcán se enojaría si lo seguimos llamando de diferentes maneras.
Kumillanca se acercó a
su hija y le pregunto que podían hacer. Entonces Ailef dijo que el volcán
quería que todos le llamaran por un solo nombre y que sea sagrado.
Así Kumillanca reunió
a todos los caciques y tomaron la decisión unánime de llamar al volcán con el
nombre de Hueñaunca.
Rato después todo
volvió a la calma y todos los aldeanos y visitantes se sintieron muy felices.
El siguiente día Ailef, Millaluan y Kumillanca salieron a caminar en las cercanías descubriendo un hermoso lago escondido entre la vegetación de las cercanías de la aldea. Millaluan dijo se podría llamar al lago “Llanquihue” que en su lengua significa “lugar escondido”. Contando con la aprobación de Kumillanca. Desde entonces hasta hoy día.
El siguiente día Ailef, Millaluan y Kumillanca salieron a caminar en las cercanías descubriendo un hermoso lago escondido entre la vegetación de las cercanías de la aldea. Millaluan dijo se podría llamar al lago “Llanquihue” que en su lengua significa “lugar escondido”. Contando con la aprobación de Kumillanca. Desde entonces hasta hoy día.
El volcán conocido por
el nombre de Osorno por los españoles, fue llamado así por Don García Hurtado
de Mendoza en honor a su suegro el conde Osorno, en 1558.
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