Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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sábado, 8 de agosto de 2015

Guaraníes: Historia y Cultura, el nuevo libro de Salvador Cabral Arrechea



El libro fue escrito en distintos momentos y diferentes etapas del estudio sobre el tema. Los primeros capítulos y el último fueron publicados ya en un libro que dio a la luz la editorial corregidor con el nombre Misiones: una provincia argentina en el corazón de América. Como fueron escritos al comenzar la década del 80 todavía no aparecía la obra de Melià que dio una vuelta de página a la investigación sobre los guaraníes. Y cuando dice investigación, el autor se refiere a la que se realiza seria y metodológicamente y que representa un avance en el conocimiento científico del tema. La investigación se hace sobre lo que se conoce y no sobre lo que ya está demostrado: eso es copia, apropiación indebida, sobre todo si no hay citas sobre lo publicado; inmoralidad y delito que, por suerte, la ley misionera con la presidencia de la Cámara de Representantes, prohibió la excarcelación a este tipo de delincuentes disfrazados de intelectuales. Es la única provincia que tiene esa legislación.

En esos años no se habían publicado los libros de Melià y había que arreglarse como se podía. Fue entonces a los cronistas que supieron conseguir. Schmidl, Alvar Núñez, Luis Ramírez, Staden, y todos los que están citados a pie de página fueron las primeras fuentes. También se recorrió el camino de los clásicos estudiosos, desde Bertoni en adelante, pasando por los historiadores de Corrientes, Paraguay y Misiones, ya que ellos forman parte también del conocimiento acumulado socialmente y cotejando con los cronistas se va perfeccionando el conocimiento científico.
Pero llegó 1983 y la pasión política lo hizo abandonar la investigación. Pero quien tiene un tema que le interroga el alma y la otra pasión por la investigación desinteresada, no abandona nunca del todo la tarea. Así fue descubriendo la bibliografía brasilera sobre el tema, que estaba sumamente adelantada en cuanto al estudio de los aspectos componentes indiscutibles de la cultura guaranítica. Los temas que antes eran tratados con material de segunda mano, los antropólogos brasileros habían transformado en trabajos profundos, meticulosos y hasta detallistas sobre esos mismos temas. La tierra sin mal había sido desarrollada por Clastrés y lo mismo había pasado con otros aspectos como la guerra y la antropofagia por distintos autores.
Cada vez que podía, retomaba la tarea de ir armando una especie de manual, dirigido a los estudiantes de ciencias sociales que querían saber quiénes eran los guaraníes, cuáles eran las expresiones fundamentales de su cultura, porqué pudieron los jesuitas integrarlos a las misiones, qué pasó con ellos allí, adentro, con su cultura, y qué ocurrió con esos pueblos después de la expulsión.

En los últimos años de la década del 80 se publicaron los libros de Melià, pero sobre todo este investigador de primer nivel, dictó un curso en la Facultad de Humanidades de Misiones, sobre Espacio, economía y sociedad guaraní. Luego con una entrevista personal, tomó nota. Allí quedaban claras dos cuestiones: quiénes eran culturalmente los guaraníes y qué era en verdad La tierra sin mal. Esas notas tomadas, tanto del curso dictado como de la entrevista, están incorporadas como capítulo VI.


La Tierra sin Mal
Respecto a la Tierra sin Mal, Melià, sorprende con su objetividad y su crudeza. Nos dice: Hay que parar el mito sobre sus pies y ponerlo de pie sobre la tierra.

Porque en verdad, la migración guaraní, es siempre una migración ecológica. Hay una lógica concreta en su traslado, un contexto de tierra y agua donde nace y vive el mito.

Porque el guaraní, migra siempre fiel a un patrón preferencial, a un determinado tipo de tierra. Conoce el clima, jamás se equivoca cuando elige el lugar. Busca siempre tierras aptas para el cultivo de la mandioca y el maíz, pero fundamentalmente de la mandioca. Porque es la yuca y no el maíz, la planta básica de la cultura guarínitica. Esa tierra que se busca y se encuentra, porque el guaraní la conoce, es la tierra sin mal.

Cayeron así todas las otras interpretaciones basadas en la imaginación tropical, sin ninguna base objetiva ni prueba de ninguna clase.

El otro punto que Melià aclara, es por qué los jesuitas tuvieron una excelente experiencia precisamente con los guaraníes, que estaban rodeados con un aurea de leyenda de salvajismo antropofágico, guerreros incansables y permanentes, de tal manera que solo entendían que había terminado el combate cuando no quedaba vivo ninguno de los enemigos (Schmidl). Sin embargo, estos guerreros a vida o muerte por lo que ellos consideraban su causa sagrada, fueron atraídos por melodías delicadas y palabras dulces para ingresar al mundo solidario de la nueva cristiandad. Como dice Efraín Cardozo, a quien cita en el trabajo: La raza más viril que puso en jaque al imperio incaico, y se concitó el nombre de guerrera por autonomasia, habría de postrarse mansa y pacífica a los pies de los jesuitas.

Para entender el éxito jesuita es importante señalar ciertos aspectos que Melià, señala.

Nos dice por ejemplo: El criterio de reciprocidad es fundamental para entender el mecanismo de la sociedad guaraní.

No tiene el mismo sentido del trueque, ni el mismo fundamento de fondo. Se trata de un intercambio simbólico y exaltativo. Un verdadero compromiso simbólico de dar y recibir.

Una economía con ese fundamento necesita siempre de excedente. Porque no todos necesariamente dan, ni todos tienen la capacidad de dar.

El que más da, es Ñanderú. El jefe es el que tiene más derecho a dar. Convidar, pero siempre como una expresión a dar. El cultivo y la poligamia están relacionados con el concepto de dar que fundamenta la producción.

El trabajo agrario del año desemboca en el patio de la aldea, transformando en convite, como la expresión más alta del brindarse.

También a través del chamanismo se dio un proceso inédito, digno de un estudio serio; con la llegada de los jesuitas. El pueblo guaraní no dejó de tener sus chamanes, sino que ahora, sus chamanes eran los jesuitas. Y los caciques reducidos lograban, así, la tranquilidad de su pueblo.

Las reducciones no dejaron nunca de ser fieles al Estado; pero, sin embargo, había en su seno aspectos importantes de una economía de reciprocidad. Esta es la causa última de la desaparición de las misiones.

Entender este problema es comprender el drama central de la historia del nordeste argentino. Las migraciones masivas posteriores a la expulsión de los jesuitas; el reconocimiento de las misiones en los ejércitos de Andresito; el choque de dos tipos de sociedades cuando la llegada de los ejércitos de Andresito a Corrientes; la migración final sobrecogedora de los pueblos misioneros, después de la caída de Artigas; el caos de territorios desocupados ambicionados por todos los Estados vecinos sobre tierras sin registro, no son más que la desaparición de una forma de propiedad y la imposición de otra, sobre todo, de otra forma de producción en el mundo.

El capitalismo industrial –cuyo centro estaba en Inglaterra- terminó por imponerse. En este nuevo mundo que surgía y se expandía con una fuerza incontenible, en esa expansión, no había lugar  para aquella singular experiencia que quiso hacer renacer una nueva cristiandad. Pero su presencia fue tan grande que el tiempo no pudo borrarla del todo.

Los guaraníes están, por lo tanto, en el centro de la historia del actual nordeste argentino y en todo lo que llamada la gran región guaranítica. En muchas de las expresiones culturales actuales, desde los mitos y leyendas, hasta en las comidas ancestrales, los dichos populares, ciertos giros idiomáticos, el sentido mítico y medicinal de las flore, en todas partes está mostrando su firme vigencia la cultura guaranítica.

El otro punto que tiene una dimensión extraordinaria es el hecho que la historia posterior a la guerra de la independencia transformó a América Latina en una cantidad de Estados divididos. Es indiscutido ya que fue la gran obra inteligente del entonces emergente imperio británico. Primero dividió la península Ibérica y América Latina en dos mitades, para luego transformar la América hispánica en veinte republiquetas inviables, a la que le costó más de dos siglos, entender ella misma quién era, qué había pasado en verdad con las guerras de la independencia, a qué se debía el hecho de habernos quebrados en veinte pedazos, y como jugó  y participó el indio en todo este proceso caótico y contradictorio.

La cuestión no es menor porque sin conciencia histórica no había ninguna posibilidad  de buscar y hacer nueva la vieja unidad, cerrándose así el camino de completar una verdadera libertad para que la Patria Grande emergiera soberana y con posibilidad de un destino propio construido desde adentro por nosotros mismos. Y en ese proceso de rediscutir nuestra historia volvió a resurgir la cuestión del indio americano.



Pero ahora como ideología
Desde la década del 80 en adelante volvieron a estar de moda todas las formas de una verdadera ideología indigenista. La división de América Latina se volvía más inentendible si a su explosión le agregamos el problema de indio americano.

Como el descubrimiento de América había sido un hecho cargado de múltiples y grandes injusticias, pero también engendró de su seno un nuevo pueblo, mestizo, que somos nosotros, y que queremos abrirnos paso y existir en igualdad de condiciones con los demás pueblos del mundo, exhibir y mostrar como ejemplo una sola de esas injusticias, aunque fuera absolutamente cierta, era poner el árbol, adelante, para no ver el monte. El indigenismo jugó y juega –ahora con mayor debilidad- ese papel, el de tapar el monte, ya que si las injusticias contra el indio fueran lo único destacable que ocurrió, ni el pueblo latinoamericano ni su liberación tendría importancia alguna.

En esta oleada popular latinoamericana, que comienza con el siglo XXI y termina con el neoliberalismo, entre tantas reivindicaciones también se hizo presente la de los pueblos originarios.

Pero fue precisamente un indio, Evo Morales, el que le dio la más justa solución: incorporar a las minorías al Estado, con un reconocimiento legal, dando al pueblo boliviano un carácter plurinacional, dentro de la Nación Latinoamericana a construirse como Estados Continente.

La experiencia está en pleno desarrollo. Por eso la importancia del estudio de la cultura que, desde el descubrimiento hasta nuestros días, atravesaron todas las experiencias políticas y sociales que sufrieron nuestros pueblos, porque además, forman parte de la construcción de nuestro destino colectivo.

Desde su infancia todas las cosas que lo rodeaban tenían relaciones con los guaraníes. El nombre de las plantas y los ríos, el idioma que hablaban su abuela y padre, la canción de cuna del arpa o el acordeón lejano en San Cosme, el nombre de los pájaros, los duendes que le prohibían escaparse hacia el monte en las siestas, el idioma dulce del pueblo en que crecía su alegre infancia, la tonada nasal del pueblo y la región entera, todo, lo bello y artístico que fue conociendo en la vida, tenía algo que ver con los guaraníes.

Muchas veces Cabral pensó en todo eso y así fue comprendiendo el difícil y completo proceso que significa la cultura.

Y también se convenció que no es lo mismo estudiar a estas cosas cotidianas y antiguas para alguien que llega curioso por la arqueología o la antropología, que para los que tenemos a nuestros tatarabuelos enterrados en la tierra habitada un día por los guaraníes.

Este libro está a la venta en las mejores librerías de la ciudad de Posadas.
Fuente: Misiones On Line – 7 de Agosto de 2.015

domingo, 29 de mayo de 2011

Guaraníes preexistentes, Cataratas y la llegada de Alvar Núñez el 31 de Enero de 1.542

Cuando Alvar Nuñez Cabeza de Vaca llegó a estas tierras y "descubrió" las Cataratas, esta región estaba poblada por los Guaraníes. Ello habla de la preexistencia de nuestros hermanos en estas tierras.
Decir "descubrir" es hablar desde la óptica europea... Esta región tenía pobladores que la habitaban de manera milenaria, la Nación Guaraní refleja en la geografía con sus nombres la existencia previa.

Los Guaraníes ante los ojos de Alvar Núñez Cabeza de Vaca

De los comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca redactados por su escribano, surgen numerosas y a veces contradictorias noticias sobre los naturales que habitaban el camino recorrido.

Como se trata de un inigualable testimonio histórico, sería importante que recorramos algunas de sus páginas, para ir viviendo las primeras impresiones de aquella expedición, transmitida directamente, en forma inductiva, derecha y reflexivamente como aproximaciones sucesivas para que, de esa manera podamos acercarnos al tema lo más objetivamente posible.


Guaraníes,  pobladores originarios
Guaraníes,  pobladores originarios
En primer lugar, se constata el área de influencia. Desde la costa atlántica, que comienza la larga travesía, hasta la ciudad de Asunción, que es punto de llegada de aquella histórica caminata, todo el mencionado territorio estaba habitado por tribus guaraníes. Cada poblado que en el camino se encontraba, decía pertenecer a la “nación” de los guaraníes.

Otra característica es importante destacar, por lo constante y significativa: el espíritu jovial, alegre y bondadoso con que las distintas tribus guaraníes recibían la cansada caravana. Así, una y otra vez. Salvo la mención hecha de los payaguás, ubicados por Alvar Núñez como indios chameses, y que habían atacado, crueles y sangrantes, la expedición de Ayolas, el recibimiento que los guaraníes hacia los españoles, no tuvo, en verdad, nada absolutamente nada de violento.
Los testimonios son innumerables y reiterados. Cuando la expedición de Alvar Núñez quedaba ya sin bastimentos, luego de diecinueve días de abruptas travesías, se encuentran con los primeros poblados guaraníes. Aquel histórico choque de culturas tan diferentes tendrá, sin embargo, un tono poco conocido.

Nada de guerra, ni de emboscadas, ni trampas. Con el cacique Toncaguazú a la cabeza, aquella tribu guaraní, que por primera vez surgía ante los ojos de la caravana, salía a recibir a Alvar Núñez en el camino. pero no de pura curiosidad, y con las manos vacías, sino “cargados con muchos bastimentos, muy alegres, mostrando gran placer con su venida”. Son palabras textuales de las Memorias de Cabeza de Vaca.
De aquella primera descripción, surgen ya, ricos y complementados, muchos de los elementos componentes de la nueva cultura descubierta que, entendemos, debemos retener desde ahora. “Esta gente y generación que se llaman Guaraní”-, dicen los Comentarios, “son labradores, que siembran dos veces en el año maíz, y, así mismo”, continúa, “siembran cazabí, crían gallinas a la manera de nuestra España, y patos; tienen sus casas muchos papagayos, y tienen ocupada muy gran tierra, y todo es una lengua”. Bondadosos y alegres, agricultores de dos siembras al año, con aves de la selva ya domesticadas tal es la primera impresión que nos transmiten los conquistadores de esta expedición sobre aquellos guaraníes.

No es el transcripto un pasaje excepcional, ni único, que pudiera ser cuestionado por su carácter especial. Nada de eso. Cuando la caravana de Alvar Núñez llega al río Tibagí, nuevamente otra población guaraní sale a recibirlo con la misma actitud de la primera. “De dos leguas cerca de este río”, dice, “vinieron los indios con
mucho placer a traer a la hueste bastimentos para la gente, por manera que nunca les faltaba que comer, y aun a veces lo dejaban sobrado por los caminos”

El relato es coherente y claro. Y siempre nos va diciendo lo mismo. La información es constante al respecto: se alegraban al ver a los blancos, hablaban un idioma muy dulce, vivían en pueblos asentados, mostraban, casi siempre, sorpresa y espanto ante las cabalgaduras españolas.

La marcha continúa y el mundo guaraní va emergiendo claro mostrando, en forma silvestre, sus elementos componentes. “Yendo caminando por la tierra”, dice, el gobernador y su gente, llegó a un pueblo de indios de la generación de los guaraníes, y salió el señor principal de este pueblo al camino con toda su gente, muy alegre a recibirlo, y traían miel, patos y gallinas, y harina y maíz; y por lengua de los intérpretes les mandaba hablar y sosegar, agradeciéndole su venida, pagándole lo que traían, de que recibían mucho contentamiento allende de esto al principal de este pueblo, que se decía Pupebajé, mando dar graciosamente algunos rescates tijeras y cuchillos y otras cosas, y de allí pasaron prosiguiendo el camino, dejando los indios de este pueblo tan alegres y contentos, que de placer bailaban y cantaban por todo el pueblo”.

Cataratas del Iguazú


Varios elementos más importantes, como decíamos, componentes de la cultura guaranítica, surgen aquí y allá, de los relatos de Alvar Núñez. El 7 de diciembre, por ejemplo, otro pueblo guaraní aparece en el camino, y el mismo retrato: impresión de alegría, ofrenda de bastimentos, el habla dulce y el recibimiento. De manera que todos los pueblos por donde habían de pasar-, dice, “los hallaban muy pacíficos, y los salían a recibir a los caminos antes que llegasen a sus pueblos, cargados de bastimentos”.

Y así, semana tras semana. El relato se podría decir que se repite, de donde emerge, claro y siempre, el mismo trasfondo: “A 19 de dicho mes, llegaron a un lugar de indios de la generación de los guaraníes, los cuales, con su principal, y hasta las mujeres y los niños, mostrando mucho placer los salieron a recibir al camino dos leguas del pueblo, donde trajeron mucho bastimento de gallinas, patos y miel y batatas y otras frutas, y más harina de piñones (que hacen muy gran cantidad de ellas), porque hay en aquella tierra muy grandes pinares”. “Las piñas son grandes, los piñones del tamaño de bellotas, la cáscara grande de ellos es como de castañas, difieren en el sabor a los de España: los indios los cojen y de ellos hacen gran cantidad de harina para su mantenimiento”.

No solamente se reitera el jovial recibimiento indio, sino que, además, nos enteramos, como expresión viva de una cultura, de las producciones que arrancan a la tierra: piñas de pinares, harina de esas piñas, frutas, miel y patos domesticados. Nos vamos adentrando en la cultura de los guaraníes. Si detrás de lo que cada comunidad produce, pueden dibujarse las relaciones sociales donde va asentada la comunidad misma, el relato no deja de ser ilustrativo e interesante.

Las impresiones personales del relato coinciden con el relato mismo, dado que la sensación que transmite el escritor es inequívoca y surge de su prosa a cada paso: “Toda este tierra es muy alegre”-, continua, y de muchas aguas y arboledas; toda la gente de los pueblos siembran maíz y cazabí y otras semillas, y batatas de tres maneras: blancas y amarillas y coloradas, muy gruesas y sabrosas, y crían patos y gallinas y sacan mucha miel de los árboles, de lo hueco de ellos”.
Mural alusivo en Puerto Iguazú
Cuando el relato nos cuenta de la llegada al Iguazú, además de darnos de nuevo los datos sobre las producciones y crías de aves diversas, nos deja un pasaje, importante de retener, como elemento fundamental de análisis en el tema del asentamiento de Las Misiones. Dice: “En la ribera del cual, según la relación, tuvieron los naturales, y por lo que vio, por vista de ojos, está muy poblado, y es la más rica gente de toda aquella tierra y provincia, de labrar y criar, porque crían muchas gallinas, patos y otras aves, y tienen mucha caza de puercos y venados, y dantas y perdices, codornices y faisanes, y tienen en el río gran pesquería, y siembran y cojen mucho maíz, batatas, cazabí, mandibíes, y tienen otras muchas frutas, y de los árboles tienen gran cantidad de miel”.

“… y la gente que vive en ella, de la generación de los guaraníes, y todos son labradores y criadores de patos y gallinas, y toda gente muy doméstica y amiga de cristianos, y que con poco trabajo verán en conocimiento de nuestra fe católica, como se ha visto por experiencia”.

Región de guaraníes asentados y agricultores en verdadera abundancia, con poblados de hasta ochocientas casas, según estas memorias, con casas de troncos y techos de paja, en una actitud bondadosamente inusual donde hasta limpiaban los caminos para que pasasen los conquistadores, con mantas tejidas y tinajas grandes para guardar vestimentas, agricultores y criadores de animales, que usaban flechas envenenadas en sus guerras con brazaletes, coronas y vasijas de oro y plata traídas desde el Perú lejano, es así como nos presenta la cultura de los guaraníes Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

Escrito: Salvador Cabral Arrechea.
                     Fragmento del trabajo “La Cultura Guaraní” – Enciclopedia de Misiones.

Nota Anexa: El Proyecto Ava Arandú Tapé presentado por los docentes José Javier Rodas y Eulalia Estela Britez Obregón por el que se bautizan las calles de las 600 hectáreas de Puerto Iguazú con toponimia exclusivamente guaranítica contempla que el nombre de una de las arterias sea TONCAGUAZÚ en homenaje a dicho Cacique.

Dicho Proyecto fue aprobado y declarado:

§     De Interés Municipal según Ordenanza N° 11/08 del día 17 de Abril de 2.008 por el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Puerto Iguazú.
§     De Interés Educativo por el Ministerio de Cultura y Educación de la Provincia de Misiones según Resolución N° 1098/08 del día 03 de Diciembre de 2.008.
§     De Interés Provincial por la Cámara de Representantes de la Provincia de Misiones Dictámen 25-2009 del día 19 de Mayo de 2.009.