Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

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domingo, 17 de febrero de 2019

El río que se robaron: el documental del exterminio del pueblo wayúu



Casi todos los niños que aparecen en este documental ya han muerto. La investigación que compone El río que se robaron: el exterminio del pueblo wayúu, reveló al mundo un genocidio a cuentagotas, fruto de la desidia del estado, aunada con la codicia de las carboneras y de los cultivos agroindustriales en el departamento más árido del país. Los indígenas wayúu de La Guajira mueren de sed y desnutrición porque el río Ranchería, piedra angular de su sustento, ha sido desviado, y porque las ayudas alimentarias para los niños son botín de políticos y funcionarios corruptos.

En la tradición de piezas como The Cove, ganadora del premio Óscar a Mejor Documental en el 2010, El río que se robaron es pesquisa detectivesca y periodismo activista. Hay un misterio inicial: ¿dónde está el agua que tiene a todo un pueblo indígena padeciendo sed y hambre?

Este viaje a La Guajira es una exploración del abandono que padecen las comunidades indígenas en regiones de intensa corrupción estatal y empresarial. La idea inicial del documental, de hecho, surgió por la investigación que realiza Gonzalo Guillén, su director, en torno a la mafia criminal liderada por Juan Francisco Gómez Cerchar, alias "Kiko", exgobernador de La Guajira, y por el narcotraficante Marquitos Figueroa. Aun hoy, "Kiko" ofrece millonarias recompensas para quien asesine a Guillén, uno de los principales testigos de la Fiscalía en su contra.

Gonzalo Guillén es uno de los periodistas investigativos más prolíficos y valientes del país. Su trabajo más representativo inició en los años ochenta, cuando con un arrojo que recuerda a Günter Wallraff, cruzaba disfrazado la frontera entre Colombia y Venezuela para encontrar las fosas comunes donde la Guardia Nacional arrojaba los cadáveres de inmigrantes colombianos. Más recientemente, ha liderado las principales investigaciones sobre los grupos paramilitares y narcotraficantes de la familia Uribe Vélez.

Fue recorriendo la desértica península de La Guajira, históricamente secuestrada por las mafias, que Guillén se topó con una tragedia que pasaba en silencio: los wayúu no tenían agua y sus niños morían en escenas similares a las hambrunas africanas. ¿Quién se robó el río? ¿Dónde estaban ahora?

Una de las escenas más impactantes del documental es la de una líder wayúu en túnica blanca, observando adolorida una enorme represa que se utiliza para irrigar los cultivos de arroz y palma del sur de la Guajira, y luego abastecer al Cerrejón, la mina de carbón más grande de Colombia. "Aquí está. Aquí está el agua", dice llorando. Es el clímax en el que se resuelve el misterio.

La solidez de la investigación es tal que la Corte Interamericana de Derechos Humanos aceptó al documental como la prueba principal en una demanda presentada por la abogada Carolina Sáchica, y otorgó medidas cautelares para que se atendiera a la situación de inanición y desnutrición de los indígenas. Medidas que el estado colombiano aún desacata.

Fueron estas denuncias y el terso estilo del documental lo que le valieron el Gran Premio Franco-Andino del 2015, y lo que ha desencadenado una petición de la plataforma change.org, y un movimiento en redes sociales, #DevuelvanElRio, que cuenta con el apoyo de intelectuales, académicos, periodistas y ciudadanos colombianos, dentro y fuera del país.

Más de 7.000 indígenas wayúu han muerto. Seguirán falleciendo si el engranaje de activismo del que este documental hace parte no rompe la red de corrupción e ilegalidad que alimenta el lento genocidio de la nación wayúu.

El río que se robaron puede verse desde el 2 de septiembre en la plataforma web de cine independiente indyon.tv. Ha sido presentado en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y también habrá presentaciones en la Universidad de los Andes, la Corporación de Teatro y otros espacios académicos. El 15 de octubre será proyectado en la fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.

Twitter: @santiagovillach
Fuente: Semana S.A.
https://www.semana.com/cultura/articulo/el-rio-que-se-robaron-el-exterminio-del-pueblo-wayuu-documental-de-la-guajira/498694



Yalitza Aparicio, la maestra indìgena oaxaqueña nominada al Oscar





La joven de 26 años nunca había estado ante una cámara antes de protagonizar «Roma», la película del oscarizado Alfonso Cuarón

«Una estrella ha nacido», reza la portada de la revista y junto a la rotunda frase posa Yalitza Aparicio, serena y a la vez imponente, vestida de Dior y mirando fijamente a quien observa el último número de la edición de la edición mexicana de «Vogue».

Esa misma mirada, cálida y profunda, es la que porta Aparicio cuando se convierte en Cleo, la joven criada protagonista de «Roma». Y esa mirada ya era la suya hace unos meses, cuando todavía no conocía los focos ni las alfombras rojas y se dedicaba a estudiar para ser maestra en su ciudad natal, Tlaxiaco, una localidad mexicana de apenas 40.000 habitantes en el noroeste del estado de Oaxaca.

Yalitza Aparicio tiene 26 años y nunca había estado ante una cámara. Es más, tal y como relata una y otra vez en las decenas de entrevistas que ha hecho desde el estreno de «Roma», es una persona poco habladora que solía esconderse todo el rato e incluso evitaba hacerse fotografías. Llegó al proyecto casi por casualidad, perpetuando una historia que fácilmente podría convertirse en una (otra) película. La mexicana –de origen indígena– estudiaba para ser maestra cuando un día llegaron a Tlaxiaco «unos hombres» en busca de chicas para salir en una película. Al principio parecía algo extraño –llegaron a pensar que tal vez detrás de todo hubiera una trama de trata de personas– pero la hermana de Yalitza, llena de curiosidad por el mundo de la actuacióny sin posibilidad de optar al papel por estar «embarazadísima», pidió a Aparicio que fuera al casting. Una oportunidad así era algo extraordinario y difícilmente repetible: quería saber en qué consistía la prueba.


El resto es historia. Cuenta la actriz novel que cuando empezó en el proceso, no sabía quién era Alfonso Cuarón e incluso, amparada en un halo de inocencia, admite que la primera vez que lo vio en persona no lo reconoció, porque su única referencia anterior eran las fotografías que había buscado y Cuarón «era más flaquito y alto» en persona.



Aparicio no es actriz, o eso dice ella, pero algunos consideran que su retrato de Cleo es una de las mejores actuaciones del año. La joven tan solo da gracias por la oportunidad, por poder viajar alrededor del mundo promocionando la película y de haber podido llevar a «su mamá» junto a ella durante el proceso de casting.

Nadie es capaz de explicar la naturalidad de su actuación en «Roma». La inmersión absoluta y la sensación de cotidianidad durante el rodaje tal vez tuvieran algo que ver. Cuarón rodó el largometraje en orden cronológico, contándoles poco a poco a sus actores qué iba ocurriendo, proceso que Aparicio ha asegurado que, para ella, resultó clave para mimetizarse con Cleo. Durante una ronda de preguntas rápidas en el medio especializado «Variety», al ser preguntada por el porvenir de su carrera actoral, contestaba dubitativa: «Me da un poco de miedo porque imagino que cada película es diferente. Y por supuesto necesitaré apuntarme a clases de actuación».
La chica del momento

Yalitza no habla inglés, pero eso no ha impedido que esté haciendo promoción alrededor del mundo . Ha concedido entrevistas a la ya mencionada «Variety», a «The Guardian» y a infinidad de medios internacionales. Ha formado parte de los «Great Performers» de 2018 de «The New York Times» e incluso ha aparecido en el talk show de Jimmy Kimmel, junto a su compañera de reparto, Marina de Tavira y el hilarante Guillermo, colaborador habitual del programa, como traductor.


No es la primera vez en la que alguien ajeno al mundo de la actuación se estrena en una película y su actuación enloquece al público. Uno de los casos más recientes fue el de Barkhad Abdi que pasó, en tan solo unos meses, de ser chofer a estar nominado a mejor actor secundario en los Oscar por su participación en «Capitan Phillips». Desde ese momento, Abdi ha seguido trabajando en el mundo del cine y aunque empezó desde lo más alto, poco a poco se va abriendo un camino.

Es difícil predecir el futuro de Yalitza Aparicio, o siquiera si llegará a estar nominada al Oscar por su actuación en «Roma», pero está claro que es una de las «chicas del momento», y la joven está aprovechando el vehículo que le han dado para transmitir un potente mensaje. «Hablemos de mí, del papel que interpreto en una película que refleja la realidad, hablemos de mujeres reales, con nostalgias, recuerdos, pasiones y una identidad que se siente a flor de piel. Mi piel, muy mexicana, Oaxaqueña y muy humana, del color de mi tierra y la diversidad de sus colores», narra en voz en off la actriz durante el vídeo que complementa su comentada portada de «Vogue».

Tal vez sea aventurado decir que «una estrella ha nacido», pero lo que sí parece seguro es que la mirada de Cleo, sosegada y amable, monocromática e inmensa, ya forma parte de la historia del cine.

Fuente: Playcine . 1 de Enero de 2019
https://www.abc.es/play/cine/noticias/abci-yalitza-aparicio-maestra-mexicana-conquistado-hollywood-solo-unos-meses-201901010431_noticia.html



lunes, 30 de abril de 2018

Los pequeños universos de los mbyá-guaraní



Un recorrido por el delicado hilo que une la expresión musical con la espiritualidad de este milenario pueblo, bajo la sensible mirada del Chango Spasiuk.

“No sigas las huellas de los antiguos, busca lo que ellos buscaron"

Matsuo Bashó (1644-1694), poeta de Ueno, Japón.
No recuerdo en qué momento me encontré con los Pequeños Universos del Chango Spasiuk, ese soberbio programa emitido en Canal Encuentro, que deja al descubierto la diversidad de géneros y sonidos que forman parte del patrimonio artístico de nuestra región, pero si entendí que se trataba de una mirada documental, con raíces en la etnomusicología, pero profundamente sensible, buscando entre los caminos expresiones propias de una identidad que ha prevalecido, a pesar de los envilecimientos y penurias que más de 500 años de historia dominante provocó en nuestros pueblos originarios.

Me detengo en un solo capítulo, el que trata sobre la cultura mbyá-guaraní, filmado en la comunidad Mbyá Ka'a Kupé, cerca de la Escuela bilingüe N° 357, en la provincia de Misiones, e intento de algún modo buscar una relación con aquellos bibliotecarios que brindan un servicio en comunidades alejadas de los centros urbanos, con pocos recursos, con bajos salarios, pero cuyas tareas complementan el noble esfuerzo de los docentes y auxiliares bilingües que enseñan en las escuelas rurales, donde es frecuente experimentar un sentido de interculturidad viva, encontrando aulas heterogéneas desde donde asisten niños pertenecientes a pueblos originarios, criollos, de familias paraguayas, brasileñas y descendientes de inmigrantes, especialmente polacos y ucranianos, que justamente representan los ancestros del reconocido acordeonista.

En un lapso que abarca casi un cuarto de siglo (1897 hasta 1921 aproximadamente), inmigrantes provenientes de Galitzia, región de Europa Central bajo dominio del Imperio Austro-Húngaro (lo que actualmente comprende la zona sur de Polonia y oeste de Ucrania), se asentaron en el sudeste misionero, muchos de ellos en Apóstoles (donde nació el mismo Spasiuk) y Azara, mientras que por otra parte grupos escandinavos se asentaron al sur y centro de la provincia.

Aprender jugando y en el amor
En la cultura mbyá-guaraní se aprecia un delicado hilo que une la expresión artística con la espiritualidad de este pueblo originario, y un sentido de comunión que hace tiempo ha perdido la cultura occidental. En mi trabajo como bibliotecario he estado más de 4 años colaborando activamente con la comunidad qom de Derqui, y en un ningún momento he visto que un padre o una madre alce la voz a sus hijos, siempre un tono calmo para decir las cosas y para marcar un entendimiento, siempre la concordia y el asombro, el dejar que la vida los viva, y actuar en consecuencia.

Años más tarde lo corroboré en un trabajo de Ana María Gorosito Kramer en relación a lo que implicaba el impacto cultural del niño indígena que asiste a la escuela de los “blancos”, el solo hecho de tener a una docente pidiendo silencio a gritos, el impartir contenidos en donde no se completan conocimientos con entendimientos locales, el no asumir que todo tiene relación con su contexto, y que el contexto es amplio, dinámico, multicultural, y que no deja de significar una oportunidad perdida para el crecimiento intelectual y emotivo de un niño, precisamente en una etapa en la que debería considerarse el carácter lúdico, curioso, ameno y comprensible de la enseñanza.


Lo que muestra el Chango Spasiuk en este documento audiovisual debería proyectarse en todas las escuelas que pretendan integrar el conocimiento propio de una cultura, en donde sea posible apreciar porqué el rol del docente no se circunscribe al perímetro del aula, integrando en ella al anciano de la comunidad, sino que va más allá, a compartir fuera de clase una danza con las familias de los niños, a entender como se hace una flauta con cañas, a escuchar una conversación mirando las estrellas alrededor de un fuego, los valores que descienden del abuelo y quedan fijos en la memoria de los que siguen.

Varias veces se mencionó, en incontables artículos, la necesidad de que el niño aprenda jugando.En la escuela primaria he presenciado una vez a mi maestra liberando una paloma de su jaula, estuvimos esa mañana sentados en círculo en el patio, a la hora de clases, para entender que significaba la libertad, una palabra que ciertamente se encuentra en el diccionario, pero cuya imagen despertó diversidad de pensamientos asociados.

Al menos para esa paloma, y para nosotros, la libertad era lo que estaba fuera de su jaula, para los niños mbyá-guaraníes de Ka'a Kupé hay entendimientos que no figuran en los manuales, y que tienen íntima relación con su identidad: la melodía que el abuelo Basilio ejecuta con su flauta (similares a los sicus o flautas de pan) para dar la bienvenida o para despedirse o proteger a alguien querido, las canciones marcadas por el pulso de la guitarra y sobretodo del Ravé (o Lavé, un cordófono compuesto, laúd de cuello, con tres cuerdas, antecedente de los arcaicos violines europeos), las maracas que tocan los ancianos y las tacuaras que las mujeres percuten en la tierra (conocidas como takuapú “tubo de ritmo” o “caña sonora” extraídas de los montes)...

La danza en círculos con los pies descalzos, el humo de la pipa del opy'guá (chaman) en sus cabezas, las maderas que se golpean para alejar los malos espíritus, las trampas caseras para atrapar quirquinchos, los ríos en el que los niños juegan, los frutos que se recogen de los montes, todo un caudal de conocimiento que requiere ser fortalecido en el aula, para recordar lo que saben pero a la vez para enriquecerlo, y que dicho aprendizaje forme parte activa de su crecimiento, que les permita no olvidar nunca los consejos.


Metáforas del músico y el bibliotecario
Es una mirada muy humana la que propone el músico misionero, los diálogos son como arroyos que confluyen en apacible sincronía, realmente el televidente advierte que el entrevistador escucha al entrevistado, hay un plano horizontal y receptivo, y la credibilidad que genera estar frente a alguien que se interesa sinceramente por el otro, compartiendo lo que el otro sabe, y ahí entramos en otro concepto que trasciende la literatura y especialmente la filosofía, cuyo plano es sobrevolado por la empatía, y para lo cual no pretendo balbucear en este espacio.

Habría que evaluar el alcance del bibliotecario que colabora con el maestro bilingüe en una escuela rural, con niños de diferentes contextos culturales, la sola colección es motivo de un arduo trabajo interdisciplinario, entre ellos recuperar los materiales bilingües utilizados en clase, grabar el conocimiento de los ancianos, resguardar información en riesgo de desaparición, trabajar vocabularios, fotografías, mapas, motivar a que los alumnos entrevisten a sus padres, promover la investigación local, generar un espacio de encuentro bajo un carácter social, cultural y artístico, y largos etcéteras que solo cobran sentido bajo el influjo de la vocación.

Este documento del canal Encuentro motiva otras intervenciones ¿cuántos bibliotecarios estarán haciendo lo mismo que estos docentes hacen desde hace tiempo? Se trata de experiencias que trascienden la profesión y cuya construcción marcan un pulso, una forma de pensamiento colectivo basado en el equilibrio del rol que cada persona tiene en el lugar que eligió para vivir, porque hay algo inmanente que en cierto modo une a los mbyá con los inmigrantes europeos y las familias de los pueblos limítrofes, y es que todos ellos, por diversas circunstancias, eligieron el mismo territorio, con sus identidades a cuestas, para construir desde el contexto, como cauces de agua que se van juntando formando un río de voces, de historias, de creaciones, de experiencias, conformando un patrimonio y a la vez un sentido identitario.

En la comunidad Ka'a Kupé, el atardecer va cayendo, ya la danza queda atrás, pronto anochecerá, y será tiempo de escuchar al abuelo Basilio, el guía espiritual, alrededor de un fuego, pidiéndole a los suyos que sean reflexivos, que estén atentos a las enseñanzas de los mayores, que recuerden los consejos, en algún punto siento que es posible replicar este modo de entender las cosas, porque lisa y llanamente estamos hablando de un lugar donde no existe la maldad, y me pregunto si todos fuéramos como este virtuoso del acordeón, que buen lugar sería nuestro mundo.

Dejo para el final unas palabras del Chango Spasiuk, que lo dicen todo sobre lo mucho que perdemos como sociedad, por no saber lo que sabe aquel que estuvo antes:
“...Osvaldo (el docente Mbyá-guaraní) inicia un largo viaje, al final del camino lo espera una mesa de examen en una universidad, mientras el micro se acerca uno no puede dejar de imaginarse al abuelo Basilio tocando con su flauta la melodía que protegerá a Osvaldo en su viaje, cuando el examen se inicie Osvaldo hablará sobre Platón, Sócrates, Descartes...sobre las enseñanzas de los ancianos, sobre eso, no hablará, lamentablemente para nosotros, la sociedad dominante.”
Por Daniel Canosa

Fuentes:
Pequeños Universos V: Música Mbyá - Canal Encuentro.
https://www.youtube.com/watch?v=HGxZ_P2yP1g
Gorosito Kramer, Ana María; Achilli, Elena; Tamagno, Liliana. Un debate sobre la interculturalidad (2004). En: Educación Intercultural Bilingüe en Argentina: Buenos Aires: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 2004
Rave o Lave, el Rabel Mbya Guaraní
http://cronicasinmal.blogspot.com.ar/2014/12/rave-o-lave-el-rabel-mbya-guarani.html
Las takuaras sagradas de las mujeres Mbyá
http://www.redalyc.org/pdf/148/14802504.pdf
El Orejiverde – 29 de Abril de 2.018


Este es el Programa Pequenos Universos Mbya Guaranies


martes, 13 de febrero de 2018

Ariel Kuaray Ortega, documentalista mbyá: “Hago cine para contar historias desde nuestra cultura”




El documentalista, Ariel Kuaray Ortega, es uno de los pocos realizadores de cine mbya guaraní de Misiones -el otro que sigue sus pasos es Marchal Paredes, camarógrafo de la productora comunitaria La Rastrojera-, y no para de crecer.

Este joven de 31 años nació en la comunidad Tamanduá, 25 de Mayo, y actualmente reside en Brasil. No le gustan las entrevistas, y es necesario entrar en clima para que se decida hablar casi sin reparos. Vive en Brasil, estuvo recorriendo Misiones, y fue Jurado del Certamen Entre Fronteras del Festival Oberá en Cortos, 2017.

Actualmente trabaja en la Productora de Cine Guaraní y en la ONG brasileña “Vídeo Nas Aldeias”, de Olinda, Pernambuco, y hace 15 años reside en Río Grande Do Sul, lugar al que emigró de su pueblo motivado por un proyecto del Instituto Federal del Amazonas (IFAM), para realizar un registro audiovisual. Tiempo después, en su comunidad armaron con los jóvenes un colectivo de cine, para registrar las caminatas de los guaraníes desde Paraguay hacia Argentina y Brasil.

“En el 2007 hicimos el documental “Dos aldeas y una caminata”, que registra la realidad de las comunidades y las causas de las pérdidas de nuestros terrenos ancestrales, la lucha política sobre los territorios, y la cultura, con la idea principal de difundir esa verdad”, cuenta.

La primera ficción guaraní
Ortega hizo varios documentales, y ahora conforma un grupo de cine guaraní que presentó sus películas en Estados Unidos, Francia y Alemania. “En la localidad de 25 de Mayo, estamos desarrollando nuestra primera ficción. Es la historia de la metamorfosis de un hombre guaraní que se transforma en yaguá (un leopardo).

Se trata de su punto de vista y las razones que lo llevaron a transformarse, porque en nuestra cultura creemos que cualquier persona puede convertirse en un animal, un insecto, un ave si hace algo en exceso. Y este hombre cazaba mucho, no tenía límites ni respetaba las reglas de la caza, y por eso se transforma en yaguareté. Es una historia real que pasó en la década del 80 en mi pueblo, Tamanduá cuando yo era chico”, relata.

El registro en primera persona
El joven trabajará en esa ficción con Samuel Ezequiel Ramírez, su sobrino, un estudiante mbya que cursa la carrera de Técnico en Medios Audiovisuales y Fotografía de la Facultad de Arte y Diseño de Oberá de la UNaM.

Dice que decidió encarar él mismo el rodaje sobre lo que sucede en su pueblo porque generalmente “siempre viene alguien de otro lado a registrar lo que sucede en nuestro pueblo, y creo que el trabajo que hacemos, el modo de mostrar y contar impacta de manera positiva en el mundo porque es contado desde adentro y con nuestra mirada”, asegura.

Hace unos meses, Ariel Ortega participó junto con el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM), en un taller intensivo denominado “Ara Pyau” en lengua mbya guaraní, con 16 jóvenes de varias comunidades, junto con Ernesto de Carvalho, de la organización brasileña Video Nas Aldeias.

Reducciones Jesuíticas y guaraníes “infieles”
La primera película de Ortega fue “Tava, Casa de Piedra”, documental realizado en el 2014 y en la que habla sobre las reducciones jesuíticas,desde varios puntos de vista de las comunidades guaraníes que se encuentran en el Paraguay, Sur de Brasil y en Misiones. “Durante la época de la reducción, hubo muchos guaraníes que aceptaron vivir ahí con los sacerdotes jesuitas, y otros que no aceptaron y se fueron al monte y fueron llamados ‘los infieles’.

Esa es mi búsqueda personal: tratar de investigar en profundidad si soy descendiente de los que se quedaron en las reducciones o de los que se fueron hacia el monte. En mi investigación entrevisté a los ancianos y pude escuchar su versión acerca de lo que sucedió, para no quedarme sólo con lo que dicen los historiadores o los jesuitas. Viajamos por Misiones y por varios Estados del Brasil, entre ellos Sao Pablo, Río Grande Do Sul y Río de Janeiro”, expresa.


“En mi familia hay importantes líderes mujeres”
Acerca del rol delas mujeres dirigiendo cine, Ortega resaltó el papel de las realizadoras, especialmente después de observar como Jurado del Festival de Cortometrajes, la riqueza de los materiales dirigidos por ellas. “Creo que tienen una sensibilidad diferente al momento de filmar. En este punto de la historia que estamos en la pelea por la igualdad de los géneros, esa sensibilidad es cada vez más mayor, eso influyó en gran medida adentro de las comunidades indígenas en Brasil, tratando de acabar con el machismo establecido”, reflexiona.

Detalla que varias integrantes de su familia fueron lideres espirituales como su abuela y su hermana Jorgelina, y tuvieron un rol muy importante en el pueblo originario.

“Si entre nosotros existe el machismo es porque estamos influenciados por la cultura occidental. Actualmente se visibiliza más a las mujeres como cacicas. Aunque siempre fueron las madres o las lideres las que tomaban las decisiones importantes en nuestra comunidad, aún cuando se cree que la mujer es sumisa, y está detrás del hombre como si él fuera el responsable de las decisiones”, manifiesta.

“Cuando reclamamos nos ven como invasores”
Su propia historia habla de que la vida lo encuentra viajando muchas veces de la mano de su compañera, Patricia Ferreira, maestra y cineasta guaraní que se encarga de producir historias sobre el papel de la mujer dentro de las comunidades.

“Tanto en Argentina como en Brasil pasa lo mismo: los aborígenes somos una parte muy importante de la comunidad; pero cuando reclamamos nuestros derechos nos ven como invasores, nos tratan como extranjeros, no respetan las diferencias culturales, tampoco se imparte eso en las escuelas. Creo que las personas necesitan aprender para respetar, inclusive en lo que respecta la lengua”, sostiene el realizador.

Cine directo con estilo propio
A la técnica del trabajo que hace la denomina “cine directo”. Se trata de un estilo propio de grabar, y a la cámara se la considera como a una integrante más manejada por un guaraní, aunque sea una herramienta occidental, pero busca que al entrar dentro de la comunidad “tenga nuestra mirada, porque lo que vemos es que cuando alguien de afuera, un blanco, llega a filmar, ve mucho romanticismo e idealiza a los guaraníes, como una mirada de paz y amor; como si no fuéramos personas conflictivas”.

En cambio -explica el realizador- “mis películas son un poco más reales. Creo que desde el Estado intentan decidir por las comunidades nativas, y nosotros lo tomamos como una invasión a la nueva iniciativa de integración por parte de la política.

Pienso que cada uno debe tener su forma de vivir sin que le quieran imponer otra cultura”.

Asegura que las comunidades tienen derecho a vivir y defender su tierra, porque saben lo que es mejor para ellos. “Nuestra lucha es permanente en ese sentido. Desde la simple pelea para que en el hospital del blanco respeten nuestra cultura, porque se nos trata de mala manera, hasta que nos respeten como seres humanos diferentes, con nuestra diversidad, reconociendo que muchos blancos son ignorantes porque desconocen nuestro lenguaje, nuestra espiritualidad y nuestra cultura”, enfatiza Ariel Ortega.

Texto y Fotos: Patricia López Espínola
Fuente>Misiones On Line – 6 de Noviembre de 2.017

jueves, 19 de octubre de 2017

La Educación en la Identidad Mbya Guaraní




 Por el reconocimiento de los Derechos del Pueblo Mbya Guaraní – Provincia de Misiones (Argentina)

Realización: Ecos Emipa (2.006) - ENDEPA

domingo, 4 de junio de 2017

Documental “Historias del caucho en la Amazonía peruana”



El documental “Historias del caucho en la Amazonía peruana” apuesta a recuperar la memoria del genocidio sufrido por muchos pueblos amazónicos por obra de los barones del caucho a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. En la década de 1870, comenzaron a descubrirse la infinidad de aplicaciones que tenía el jebe de este árbol silvestre en la industria moderna. Los altos precios hicieron que su recolección fuera muy rentable. 
Surgieron entonces, en Brasil, el Perú y Colombia, empresarios que se encargaron de organizar la exportación. El paso clave para el crecimiento de la extracción fue esclavizar a los indígenas, convertirlos en recolectores forzados del caucho. Y lo decisivo fue la violencia y el terror. Cada trabajador tenía asignada una cuota a entregar. Si no la lograba cumplir, los castigos eran terribles: azotes, seccionamiento de un brazo o una pierna o, finalmente, la pérdida de la vida misma.

Los indígenas nunca contaron con el apoyo del Estado Peruano, cuyas autoridades (jueces, gobernadores, policías) tendieron a ser cómplices de los barones del caucho. Invadidos por la ambición de los caucheros, los indígenas, sin armas modernas ni la malicia como para descubrir las intenciones de las empresas, se dejaron avasallar en un trato que se fue volviendo más cruel cuanto menor era su capacidad de defenderse de los caucheros. 

Nunca hubo sanciones para los criminales, de manera que el negocio continuó, floreciente, hasta que los precios del caucho cayeron drásticamente por la entrada en producción de plantaciones británicas en el sudeste asiático. Entonces, el negocio perdió rentabilidad y la producción disminuyó drásticamente.

En una sociedad embotada por el racismo, lo que le pudiera suceder a los indígenas amazónicos no era algo que despertara la solidaridad ciudadana entre los peruanos. Definida la Amazonía como un territorio vacío, los indígenas eran vistos como (casi) animales que tendrían que ser civilizados gracias a la imposición de la cultura criolla-occidental. 
Todo esto es historia relativamente sabida. Pero lo que era apenas conocido es el impacto que la esclavización y la explotación tuvieron en las diferentes etnias indígenas. Gracias al documental de Wilton Martínez, basado en testimonios de ancianos y antropólogos, y en archivos fotográficos y fílmicos, nos acercamos al significado que tuvieron –y siguen teniendo– estos acontecimientos para las familias agredidas por el colonialismo cauchero. 
La manera en que se atesoran y comparten los recuerdos hace sentir que los abusos hubieran ocurrido ayer, y no hace más de 100 años. Resulta muy conmovedor escuchar a los hijos de los sobrevivientes, pues transmiten el sufrimiento de sus padres de manera que a través de la compasión y el horror lo hacemos un poco nuestro. Nos identificamos con ellos.
La narrativa del filme tiene como protagonistas a los hijos y nietos de los indígenas torturados o asesinados. Para los descendientes, escuchar nuevamente estas historias puede resultar un suceso traumático. Son hechos que no se pueden olvidar pero que tampoco se comprenden. Son los pilares de una memoria que los identifica como indígenas amazónicos. 
Quien escucha a sus padres y abuelos, siente los agravios que sufrieron como si fueran propios. La continuidad de la conciencia étnica pasa, de padres a hijos, por asumirse como víctimas de una feroz injusticia y de una falta absoluta de solidaridad de parte del resto de la sociedad peruana. En cambio, el que no quiere escuchar, quien desea olvidar, tiene abierto el camino de la deculturación y el individualismo. El problemático desenraizamiento y la falta de referentes para saber quién es uno. 
Qué importante hubiera sido que todos los peruanos conocieran las memorias del caucho. Si este fuera el caso, es muy probable que la insurrección senderista hubiera tenido un desarrollo menos sangriento. Pero en el Perú es difícil aprender, de manera que, en la represión del terrorismo de la década de 1980 volvieron a actuar los estereotipos racistas en torno a la insignificancia de las vidas indígenas. 

En el Lugar de la Memoria se tiene que ir construyendo, poco a poco, una gran narrativa que articule los relatos de lo acaecido en el período 1980-2000. Una garantía para que algo así no pueda repetirse. 

Asusta mucho el nivel de sadismo al que podemos llegar hombres y mujeres. “Historias del caucho en la Amazonía peruana” nos lleva al abismo de muerte e inhumanidad todavía tan característico de la sociedad peruana, a sus discriminaciones étnico-raciales, su capacidad para reproducir traumas, en lugar de enfilarse, mediante el recuerdo y comprensión de lo injurioso, hacia la reconciliación y el olvido.
Fuente
Memoria y Sanación por Fernando Portocarrero – Diario El Comercio (Perú) – 24 de Mayo de 2.017
‘Historias del caucho’, el documental de un capítulo no contado en la escuela
El filme, sobre la crueldad contra miles de indígenas a inicios del siglo XX, será usado en aulas de secundaria de Per
Historias del caucho en la Amazonía peruana es un largometraje sobre las vidas de cuatro jóvenes artistas plásticos de las etnias huitoto, bora y ocaina, de la selva norte de Perú, y las de sus abuelos y bisabuelos que sufrieron la violencia y el abuso como obreros en la extracción del caucho y jebe, a inicios del siglo XX, en la empresa del peruano Julio César Arana. El negociante se hizo de una fortuna a costa de unos 30.000 indígenas, quienes murieron a causa de ese modelo de explotación.

Además de los testimonios y los recuerdos familiares de esa dura vida en la Amazonía, el director del filme, el antropólogo Wilton Martínez, incluye entrevistas a investigadores especializados en el período de auge de las gomas, y cita secciones del informe del cónsul británico Roger Casement, quien en 1910 describió cómo los barones del caucho mantenían en situación de semiesclavitud a los indios, pues no les pagaban en moneda, sino con telas o productos a precios sobrevalorados.

Arana desarrollaba sus actividades en la frontera entre Perú y Colombia, y alertado de una posible guerra entre dichos países, inscribió su empresa en la Bolsa de Londres para protegerla si una parte del territorio donde recolectaba las gomas se escindía de Perú.

El largometraje relata que el estadounidense Walter Hardenburg alertó por primera vez de dichos abusos en 1907. “Los agentes de la compañía fuerzan a los pacíficos indios del Putumayo a trabajar día y noche, sin la más mínima remuneración, excepto la comida para mantenerlos con vida. Les roban sus cosechas, sus mujeres y sus niños. Los azotan inhumanamente hasta que sus huesos quedan expuestos. Los dejan morir. A los niños les golpean las cabezas contra los árboles y paredes, hasta que el cerebro vuela. Para entretenimiento, disparan a hombres, mujeres y niños, y los queman con Kerosene para que los empleados disfruten la desesperada agonía”, reportó el viajero.

La noticia fue publicada, pequeña, en la prensa de Lima y llegó a Londres. Dado que Arana contrató a ciudadanos británicos de Barbados que también sufrían estos abusos, el Parlamento británico envió a Casement a investigar.

Los capataces de la Peruvian Amazon Company, de Arana, mataban a los peones y a sus hijos si los consideraban flojos, y violaban a las niñas y a las mujeres para mantener al grupo aterrorizado y bajo control, pero también para producir más mano de obra, explica el documental de 70 minutos. Todo ello ocurría pese a que la esclavitud había sido abolida y Perú era una república.
Elena Burga, directora de Educación Intercultural Bilingüe y Servicios en el Ámbito Rural, del Ministerio de Educación, indicó a EL PAÍS que un primer tiraje del documental y una guía pedagógica para trabajo en el aula –de cuarto y quinto de secundaria– estarán listos en un par de meses, ya que el tema nunca ha sido tratado en las escuelas. En 2018 continuará la distribución en un mayor número de bibliotecas escolares.

La narración de Historias del caucho va constantemente del presente al pasado y, así como documenta la historia trágica, muestra los logros de jóvenes que nacieron en la zona de explotación de las gomas, después de 1980, pero crecieron sin conocer cómo sufrieron sus antepasados.

Rember Yahuarcani, Brus Rubio, Pablo Taricuarima, Rubén Medina y Santiago Yahuarcani, formados en filosofía y artes plásticas, honran con sus pinturas y proyectos las costumbres de sus pueblos, la sabiduría de sus mayores y el haber resistido la violencia. Medina, uno de los protagonistas, aparece con su bebé en tareas de cosecha, aprendiendo desde muy temprano cómo tratar la tierra.

El director del filme, presidente del Centro de Antropología Visual del Perú, aseguró que uno de los mayores aportes de este documental es “el entretejido interdisciplinario (antropología, historia, educación, arte), intergeneracional e intercultural (voces indígenas, migrantes e investigadores)” que lo conforma.
“Otro elemento central, presente tanto en el documental como en la muestra, es la estructura cíclica de los géneros literarios clásicos (lírica, tragedia, comedia y épica) como terrenos psíquicos que componen la narrativa del caucho”, añade Martínez, en alusión a una exposición museográfica-artística sobre el tema que permanecerá en el Lugar de la Memoria (LUM), en Lima hasta el 31 de julio.
La próxima proyección mensual del largometraje en el LUM es el 8 de junio, aunque a solicitud de otras instituciones, seguirá recorriendo el Perú.

Fuente
Diario El País (España) – 3 de Junio de 2.017. Escrito por Jacquiline Fowks