Este es un mito africano que cuenta la historia de la sabiduría desde sus comienzos y de como se fue perdiendo con el paso del tiempo el interés por la misma.
Esta es una historia proveniente de hace mucho tiempo, cuando los hombres empezaban a formar las primeras aldeas. En aquel tiempo la gente vivía aislada, un pequeño poblado aquí y otro más allá. En esta época, comenzaron a aparecer las comodidades: el fuego estaba siempre presente en las aldeas, ofreciendo su calor; el desarrollo de las armas permitía cazar mejores presas; mientras que la agricultura hacía que ya no fuera necesario salir a cazar todos los días.
El fin de la sabiduría
Aunque todas las comodidades del hombre antiguo eran muy nobles y volvían la vida fácil, apareció un problema mayor: la gente dejó de interesarse por la sabiduría. Los hombres de este tiempo ya no se sentían interesados por los espíritus de la selva, ya no aprendían de las estrellas más que lo estrictamente necesario para cultivar, las lenguas y las costumbres de otros lugares ya no tenían ningún interés. El hombre vivía cómodo pero empezaba a perder la sabiduría.
Ante la conducta negligente de los hombres, la araña Anansi comenzó a preocuparse porque la sabiduría del mundo iba a desaparecer. Luego de haberlo metido mucho rato, decidió hacer un gran sacrificio para preservar el conocimiento: Anansi tenía por objetivo reunir toda la sabiduría del mundo y guardarla donde estuviera a salvo, así no importaría si el hombre perdía el saber. Sin más tiempo que perder, la araña tomó un gran canasto y salió por el mundo para recoger hasta el último fragmento de sabiduría.
La búsqueda del conocimiento
Dicen los antiguos que Anansi vagó por todos los rincones del mundo recolectando la sabiduría, no tuvo mucha dificultad en hacerse de las partículas del conocimiento pues los hombres ya no las consideraban como algo valioso. Luego de un tiempo, Anansi había reunido, desde su parecer, todo el saber del mundo en su canasto. Por fin estaba lista para salvarlo de su extinción, pero ¿dónde escondería semejante tesoro? Después de meditar, la araña decidió esconder el canasto en la copa del árbol más grande del mundo.
Justo como ella pensó, la tarea resultó ser muy complicada. El árbol era demasiado alto, por más que trepaba no lograba rebasar el dosel, y el canasto era demasiado pesado. A pesar de los muchos brazos de la araña, era casi imposible sujetar el contenedor del saber y escalar a la vez. Por suerte de Anansi, en aquel preciso momento, el hijo pequeño de la araña pasaba por el lugar y vio a su padre luchando por trepar a la copa.
La sabiduría del mundo
Luego de observar, el pequeño entendió lo que hacía Anansi y comprendió que la forma de subir con el canasto era incorrecta. ― ¿No crees que si tuvieras reunido todo el conocimiento del mundo, sabrías que es mejor llevar el canasto en la espalda en lugar del pecho? Eso quiere decir que aún hay sabiduría en el mundo― gritó el niño a su padre. Anansi comprendió que aquello era cierto, así que comenzó a bajar del árbol, pero se le resbaló el canasto. El conocimiento cayó desde muy alto y se partió en miles de pedacitos, de modo que todos los hombres pudieron conseguir una parte de la sabiduría. Por esta razón, no existe un hombre que tenga todo el conocimiento del mundo y los hombres deben compartir su parte de sabiduría si quieren que el saber sea mayor.
Fuente: Mitos Cortos
https://www.mitos-cortos.com/mitos-africanos/mito-africano-de-la-sabiduria/
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