Me quitarán la vida por justiciero y
perseguidor de la iniquidad, pero no por traicionero….” – Andrés Artigas.
Existen personajes históricos que rondan lo legendario. Andrés Guacurarí es uno de ellos. Por sus características de austeridad y entrega resulta muy difícil no enamorarse de una figura como la de Andresito, por lo que aún para aquellos que no presumimos de imparcialidad en el análisis histórico, resulta ser un problema.
Para ubicarlo en su tiempo y ambiente es necesario decir que fue un indio de pura sangre guaraní, nacido presumiblemente en San Borja, actualmente Brasil, en lo que fueron las antiguas misiones Jesuíticas.
La jurisdicción originaria de las Misiones Jesuíticas abarcaba un extenso territorio: Corrientes, Misiones y el Alto Uruguay, hoy Río Grande Do Sur, hasta allí llegaron los luso brasileños en su afán expansionista en búsqueda de tierras fértiles y de carne humana para someterla a la esclavitud.
El Gran sueño de Artigas -entre otros- fue recuperar para sus legítimos dueños los siete pueblos de las Misiones orientales. Es así que los guaraníes adhirieron fervientemente a esta causa y nutridos contingentes se unieron a las tropas Artiguistas.
De acuerdo al “Plan Militar” de Artigas, en 1816 Andresito inicia la marcha desde Santo Tomé con la misión de recuperar los siete pueblos misioneros situados en la banda oriental del río.
“¡Ea, pues copaisanos míos: levantad el sagrado grito de libertad, destruid la tiranía¡“… Como no sumarse a esta causa?. La causa de los “Pueblos Libres”. Como no prestar la lanza y el corazón? en donde ellos: “los mas infelices”: los negros, los zambos, los indios y criollos pobres “serán los más privilegiados”?. ¿Cómo no adherir a esta genuina revolución americana?
Andresito encarna estos sueños y sintetiza los intereses genuinos de la América criolla que pujaba por nacer.
Cuenta más adelante “que cerrando la marcha venían doscientos muchachos indios .Estos indiecitos habían sido apresados antes por los Correntinos y tenidos como esclavos. Andrés los había ido liberando donde los encontraba, apoderándose al mismo tiempo de igual número de hijos de aquellos hombres a cuyo servicio habían estado los indios. Los padres de los niños blancos apresados de esta manera, no sabiendo la suerte que podía esperar a sus hijos, vivían naturalmente en gran angustia y zozobra. Después de mantener prisioneros a estos niños una semana, Andrés hizo comparecer a las madres. Les reprochó duramente la crueldad e injusticia de que se habían hecho culpables ante los pobres indios y apeló al sentimiento de angustia en que se encontraban como la mejor prueba del cargo que les hacía. Pueden llevarse ahora a sus hijos -concluyó- pero recuerden en adelante que las madres indias tienen también corazón”.
Existen personajes históricos que rondan lo legendario. Andrés Guacurarí es uno de ellos. Por sus características de austeridad y entrega resulta muy difícil no enamorarse de una figura como la de Andresito, por lo que aún para aquellos que no presumimos de imparcialidad en el análisis histórico, resulta ser un problema.
Para ubicarlo en su tiempo y ambiente es necesario decir que fue un indio de pura sangre guaraní, nacido presumiblemente en San Borja, actualmente Brasil, en lo que fueron las antiguas misiones Jesuíticas.
La jurisdicción originaria de las Misiones Jesuíticas abarcaba un extenso territorio: Corrientes, Misiones y el Alto Uruguay, hoy Río Grande Do Sur, hasta allí llegaron los luso brasileños en su afán expansionista en búsqueda de tierras fértiles y de carne humana para someterla a la esclavitud.
El Gran sueño de Artigas -entre otros- fue recuperar para sus legítimos dueños los siete pueblos de las Misiones orientales. Es así que los guaraníes adhirieron fervientemente a esta causa y nutridos contingentes se unieron a las tropas Artiguistas.
De acuerdo al “Plan Militar” de Artigas, en 1816 Andresito inicia la marcha desde Santo Tomé con la misión de recuperar los siete pueblos misioneros situados en la banda oriental del río.
“¡Ea, pues copaisanos míos: levantad el sagrado grito de libertad, destruid la tiranía¡“… Como no sumarse a esta causa?. La causa de los “Pueblos Libres”. Como no prestar la lanza y el corazón? en donde ellos: “los mas infelices”: los negros, los zambos, los indios y criollos pobres “serán los más privilegiados”?. ¿Cómo no adherir a esta genuina revolución americana?
Andresito encarna estos sueños y sintetiza los intereses genuinos de la América criolla que pujaba por nacer.
Cuenta más adelante “que cerrando la marcha venían doscientos muchachos indios .Estos indiecitos habían sido apresados antes por los Correntinos y tenidos como esclavos. Andrés los había ido liberando donde los encontraba, apoderándose al mismo tiempo de igual número de hijos de aquellos hombres a cuyo servicio habían estado los indios. Los padres de los niños blancos apresados de esta manera, no sabiendo la suerte que podía esperar a sus hijos, vivían naturalmente en gran angustia y zozobra. Después de mantener prisioneros a estos niños una semana, Andrés hizo comparecer a las madres. Les reprochó duramente la crueldad e injusticia de que se habían hecho culpables ante los pobres indios y apeló al sentimiento de angustia en que se encontraban como la mejor prueba del cargo que les hacía. Pueden llevarse ahora a sus hijos -concluyó- pero recuerden en adelante que las madres indias tienen también corazón”.
Era muy común el robo de niños guaraníes para ser vendidos en Buenos Aires como sirvientes.
Este escrito -casi anecdótico- apenas roza la fenomenal importancia histórica de Andresito en su lucha por la emancipación americana. Sirva al menos para rescatarlo parcialmente del olvido junto a su arisco y altivo pueblo guaraní.
Fuente Jasy Resto Bar – Puerto Iguazu
No hay comentarios:
Publicar un comentario