Seattle fue jefe de
las tribus en tierras que hoy pertenecen al estado de Washington. Su
pensamiento, como esta plegaria, es un emblema por su discurso en defensa de
los territorios ancestrales
Oración a las Cuatro
Direcciones
“Gran Espíritu de la
Luz, ven a mi desde el Este (amarillo) con el poder del sol naciente. Permite
que la luz ilumine mis palabras, permite que haya luz en el sendero que
transito. Permíteme recordar siempre que me has otorgado el don de un nuevo
día. Y nunca me permitas cargar con el dolor de no comenzar nuevamente.
Gran Espíritu del
Amor ven hacia mí con el gran poder del Norte (blanco). Hazme valiente cuando
el viento frio cae sobre mí. Dame la fuerza y resistencia frente a todo lo que
es duro, todo lo que me estremece. Déjame moverme en la vida listo para lo que viene
del norte.
Gran Espíritu Dador
de Vida, miro al Oeste (negro), la dirección del ocaso. Permíteme recordar cada
día que llegará el momento en que mi sol declinará. Nunca me permitas olvidar
que debo desvanecerme en ti. Dame un hermoso color, dame un gran cielo para
cobijarme, así cuando sea el momento de reunirme contigo pueda hacerlo con
gloria.
Gran Espíritu de la
Creación, envíame los cálidos y tranquilizadores vientos del Sur (rojo).
Confórtame y acaríciame cuando esté cansado y con frío. Arrúllame como la suave
brisa arrulla las hojas de los árboles. Así como das a toda la tierra tu calor
impulsando el viento, dámelo también a mí para poder crecer cálidamente cerca
de ti... El hombre no creó el tejido de la vida, pero es una de sus hebras. Lo
que el hombre hace en esa trama, se lo hace a sí mismo”.
Cuando los lakota
(pueblo sioux) oran con la Pipa Sagrada, añaden otras dos direcciones, el Cielo
y la Tierra. El color de la dirección del cielo es el azul. La tierra es
nuestra Madre y Abuela (Inamaka y Unci Maka) y de ella recibimos nuestro
alimento. Su color es el verde.
El Jefe Seattle
Seattle (1786-1866)
fue el jefe de las tribus suquamish y duwamish (gente de la clara agua salada)
en lo que ahora se conoce como el estado de Washington en el noroeste de los
Estados Unidos. Si bien se convirtió al catolicismo y fue un gran precursor de
la convivencia pacífica con los blancos (por los que éstos bautizaron con su
nombre a la capital del estado), el jefe Seattle es hoy un emblema del
pensamiento indígena y su relación con la Tierra al conservarse el texto
completo del discurso que se le atribuye y con el que respondió a la propuesta
de compra de sus tierras por parte del gobernador del territorio en 1854.
Se estima que
aquella alocución duró aproximadamente una hora y media. A continuación,
algunos pasajes significativos:
“Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
“Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
“Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
“Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
“Los muertos del
hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las
estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es
la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros.
Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, la gran
águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las
campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la
misma familia”.
“Por esto, cuando el
Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra,
pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar
donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus
hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra
tierra. Pero eso no será fácil”.
“Esta tierra es
sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y
corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados.
Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y
deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las
aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de
mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.”
Por María Ester
Nostro
Fuente:
The Great Mystery WakanTanka Facebook
Fecha: 21 de Enero de 2.o18
The Great Mystery WakanTanka Facebook
Fecha: 21 de Enero de 2.o18
No hay comentarios:
Publicar un comentario