Kefren Graña, un exmaestro de 45 años, es el ministro de Educación de la nación wampis |
En el Amazonas peruano, los
indígenas wampis se han unido y creado su propio Gobierno autónomo para
defender su territorio de la minería ilegal y de los vertidos de fuel, entre
otras amenazas
En un territorio algo mayor
que la región de Murcia viven 20.000 personas. Son los wampis. Aquí no hay
carreteras, y los dos principales cursos de agua —los ríos Santiago y Morona, o
también Kanus y Kankin en su lengua materna— son la única vía de acceso para el
comercio y el contacto con el mundo exterior. Lima, capital de Perú, se
encuentra al otro lado de Los Andes, a 1.500 kilómetros de allí, en la
desértica costa del Pacífico. Las familias wampis son muy individualistas y
estaban acostumbradas a vivir dispersas en la selva. Hasta la llegada de los
misioneros y los colegios en la década de 1960 no se trasladaron y formaron
comunidades alrededor de los edificios de las escuelas.
Mientras en noviembre de
2015 los líderes mundiales se preparaban para asistir a la Cumbre del
Clima en París (COP21), en una aldea de
Río Santiago llamada Soledad, en pleno territorio wampi, se tomaba una decisión
histórica que pasó inadvertida a los principales medios de comunicación. Los
representantes de más de 200 comunidades indígenas de esta etnia anunciaban la
creación del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis, el primero
de esta naturaleza en todo el Amazonas, con su propia Constitución, su
Parlamento y sus órganos ejecutivos. "Seguiremos siendo ciudadanos
peruanos", afirma Andrés Noningo, de 62 años, y uno de sus visionarios
líderes, "pero ahora tenemos nuestro propio Gobierno responsable de
nuestro territorio. Esto nos permite protegernos de las empresas y los
políticos que no son capaces de ver más que oro y petróleo en nuestros ríos y
nuestros bosques". Para ello se basan en el convenio ILO 169 de la
Organización Internacional del Trabajo, y en la Declaración de Naciones Unidas
sobre Derechos de Pueblos Indígenas del 2007, ambos ratificados por el Perú.
Sin embargo, el Ejecutivo nacional no se ha pronunciado todavía sobre esta
situación.
En Perú ha existido
siempre una desconfianza mutua entre los indígenas y el Gobierno, como
mostró la masacre de Bagua en 2009. A raíz de la aprobación de nuevas
leyes que facilitaban el acceso de las industrias extractivas a las tierras
indígenas, se produjeron protestas que acabaron con la muerte de más de 30
personas entre indígenas y policías.
"Tras la
masacre de Bagua, las relaciones entre el Gobierno peruano y las organizaciones
indígenas tocaron fondo", cuenta Noningo, que es miembro del Consejo de
Ancianos de la Nación Wampis. "Cuando el Gobierno peruano habla de
desarrollo", continúa, "se refiere a la explotación de nuestros
recursos: oro, petróleo, madera... Esto amenaza nuestros medios de vida. Por
eso hemos creado nuestro Gobierno autónomo; para asegurar que también
las futuras generaciones vivan bien". La tierra wampis declarada
"territorio integral" incluye el subsuelo (morada de Nunkui, la madre
tierra) y el cielo (Nayaim), que creen es el hogar de los espíritus de los
ancestros.
Minería ilegal y
vertidos de fuel
Las concesiones del
Estado y los diversos proyectos hidroeléctricos no son las únicas amenazas al
territorio wampis. La fuga de petróleo de Mayuriaga, un oleoducto
corroído construido hace cuatro décadas, afectó a 30 kilómetros de quebrada
antes de contaminar el río Morona, de mayor tamaño, y perjudicar a toda la población
que vive aguas abajo. En los trabajos de recuperación, todavía en curso, se
empleará a casi 500 personas durante un año. Cada palmo de tierra y cada una de
las plantas que han estado en contacto con el crudo han quedado destruidos.
Es día de pago y Michael
Wampankito Ungum, de 25 años, recorre a pie los 13 kilómetros que separan
Mayuriaga, su comunidad, de la fuga de petróleo. Michael es diputado del
Gobierno wampis y, al igual que muchos otros miembros de su comunidad, trabaja
para la compañía petrolera estatal Petroperú limpiando el escape. "Esta
rama del obsoleto Oleoducto Norperuano conecta la región de Tigre, 200
kilómetros más al interior del Amazonas, con la costa, y su vida útil finalizó
hace tiempo, razón por la cual las fugas son cada vez más frecuentes",
describe. La comunidad de Mayuriaga ha iniciado un procedimiento para solicitar
una indemnización por la contaminación de una parte de su territorio,
fundamental para su supervivencia.
Al mismo tiempo, los
mineros ilegales del oro están a punto de convertir esta tierra virgen en otra
pesadilla peruana como Madre de Dios. Aparte del impacto directo en el
paisaje, esta práctica suele incluir el uso de mercurio, cuyos residuos
contaminan el agua y entran en la cadena alimentaria. En la región de
Santiago, la minería del oro es muy atractiva. Utilizando una máquina
se puede recoger entre 20 y 120 gramos al día, lo que equivale a entre 600 y
3.000 dólares, una cantidad de dinero muy elevada para una región
económicamente marginal.
"Cultivamos
esta tierra desde la época de mi abuelo", recuerda Rogelio Padilla, de 43
años, mientras enseña cómo era antes la chacra de su familia.
"Cuando llegaron los mineros ilegales, se comportaron como si la tierra
fuese suya". Las chacras son parcelas de tierra ancestrales que pertenecen
a la comunidad pero que las familias individuales utilizan temporalmente.
Durante el día, la familia suele dedicar el tiempo a trabajar en la suya. Los
cultivos habituales son, entre otros, la banana y la yuca, que constituyen los
componentes principales de la dieta wampis.
Además, cada vez son
más habituales las pequeñas plantaciones de cacao que permiten cambiar parte de
la producción por dinero. Aunque este último no es fundamental para sobrevivir,
es útil para comprar gasolina para los medios de transporte, ropa, paneles solares,
y cada vez más para la educación superior de los hijos. Cuando se destruye un
bosque que podría mantener a generaciones de personas es imposible cuantificar
las pérdidas para la comunidad.
Las quebradas son
cruciales para la vida diaria de las comunidades wampis como fuente de agua
potable y de pescado. La seguridad alimentaria no es un problema en la zona, y
un territorio bien conservado puede proporcionar sustento a toda la población,
lo que hace que las tierras tengan un valor incalculable. A los wampis les
gusta decir que los bosques son su "supermercado". La selva amazónica
recibe el sobrenombre de "pulmones del planeta" por su capacidad para
fijar el dióxido de carbono y mitigar el cambio climático. Un estudio de la
Universidad de Stanford calcula que esta selva almacena cerca de 17.000
toneladas de carbono superficial, más de tres veces las emisiones anuales de
Estados Unidos.
No todos los
peligros provienen del exterior. Tras décadas de homogeneización cultural,
gran parte del conocimiento indígena corre el riesgo de caer en el olvido, y la
Constitución de la Nación Wampis aspira a conservarlo. La cultura wampis pone
de manifiesto el profundo apego de este pueblo a la naturaleza. Para ellos, los
bosques y las montañas son sagrados, y esconden cascadas en las que los
aspirantes a guerreros visionarios buscan orientación durante el ritual de la
ayahuasca.
Hoy en día, los
jóvenes están confusos y desorientados entre el modelo de sociedad de consumo
que aprenden en el colegio y los valores tradicionales que les enseñan sus
padres, afirma Kefren Graña, un exmaestro de 45 años y ministro de Educación de
la nación wampis. Kefren fomenta el uso de plantas alucinógenas como un medio
fundamental para restablecer la conexión con la naturaleza. "La ayahuasca,
el tabaco y el toé son nuestra universidad".
La Constitución de la Nación Wampis aspira a conservar los
conocimientos indígenas, a punto de caer en el olvido.
Las visiones son
fundamentales para la cultura wampis. Así las describe Andrés Noningo:
"Nuestros ancestros se dieron cuenta de que los animales hablaban y de que
hasta la tierra se movía, y se preguntaron de dónde venían esos animales, cuál
era el origen del aire que respiramos, quién cuidaba de los árboles, cuál es el
origen de la vida. Para buscar el conocimiento, nuestros visionarios pasaban
hasta tres meses en la selva. Ellos nos enseñaron que los animales y los
árboles son gente como nosotros, y que tienen guardianes que los protegen. Por
eso, nuestros antepasados pudieron enseñarnos dónde viven los animales, dónde
se reproducen, qué tierras son fértiles y cuáles son improductivas, dónde
cultivar y cómo cazar respetuosamente utilizando nuestros anent, los
cantos sagrados que aseguran que tratamos a todos los seres vivos con
dignidad".
Guerreros
convertidos en estadistas
Después de más de 50
reuniones de las comunidades y de 15 asambleas generales, el 29 de noviembre de
2015 nació en esta aldea remota el Gobierno Indígena Autónomo de la Nación
Wampis. Su creación se anunció al mundo a través del primer correo electrónico
enviado desde Soledad. La comunicación, dependiente sobre todo de una serie de
estaciones de radio y de una red de teléfonos públicos estatales por satélite,
desempeña un papel cada vez más importante en la zona. Wrays Pérez, de 55 años
es el presidente (pamuk) del Gobierno Autónomo de la Nación Wampis. El Congreso
está compuesto por 96 representantes de todas las aldeas, y la Constitución
tiene 40 páginas con disposiciones detalladas sobre los derechos y los deberes
del Gobierno y sobre la administración del territorio y la cultura.
Wrays Pérez, de 55
años es el presidente (pamuk) del Gobierno Autónomo de la Nación Wampis.Hoy por
hoy, los guerreros visionarios de la actualidad se han convertido en estadistas
y han sentado un nuevo precedente en el Amazonas al crear un Gobierno indígena
autónomo. "Mientras Perú y otros países hablaban de cómo proteger los
bosques tropicales en la Conferencia del Clima de París", dice
Pérez, "nosotros dimos un paso concreto para contribuir a este objetivo
mundial".
El País (España) –
20 de Diciembre de Dos Mil Dicisiete
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