Sistema Tradicional de Jueces de Agua tiene como objetivo la
distribución equitativa y sostenible del agua e involucra, además de gestión de
recursos, religiosidad, memoria histórica e identidad cultural.
A diferencia del mundo occidental, en los Andes el agua es
un ser vivo que fecunda a la tierra año y así da vida. En la cosmovisión andina
el agua es una deidad muy importante, junto con el sol y la tierra
(Pachamama) y como tantas manifestaciones culturales preincaicas, con la
llegada de los españoles también formó parte del sincretismo religioso que se
vive en todas las regiones del Perú.
El agua, procedente de la lluvia, y almacenada en ríos y
manantiales, se complementa con el riego que la traslada a las áreas donde no
hay lluvias o donde estas son escasas. A su vez, el riego está relacionado con
la agricultura y el pastoreo, y con la cultura andina. Por ello hay fiestas del
agua y sistemas democráticos de distribución del agua, siguiendo tradiciones
ancestrales. Ejemplo de esto último es lo que ocurre en Corongo, en la región
Ancash, donde la importancia del agua y la necesidad de asegurar su reparto
justo entre los usuarios ha permitido que se mantenga el sistema tradicional de
jueces de agua, autoridades cuyas funciones anuales se vinculan íntimamente con
la ritualidad y religiosidad de la población.
El Sistema Tradicional de Jueces de Agua de Corongo tiene
como objetivo la distribución equitativa y sostenible del agua e involucra,
además de gestión de recursos, religiosidad, memoria histórica e identidad
cultural. En 2013 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, y dos
años después -por su importancia medioambiental, su tradición y el interés de
las comunidades en su salvaguardia- desde el Ministerio de Cultura se han dado
los pasos para que la Unesco le dé el reconocimiento universal. Lo que ha
ocurrido hoy, cuando su Comité para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial, reunido en la República de Corea, lo ha inscrito en la Lista
Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Legado cultural
Dos jueces de agua (autoridades tradicionales), que son elegidos
cada dos años, encabezan el sistema de administración de recursos comunales.
Ellos se encargan de las diversas actividades vinculadas al manejo del agua y
de las tierras de cultivo, que siguen patrones ancestrales adaptados a lo
contemporáneo.
El Sistema de Jueces tiene tres principios fundamentales en los
Andes: solidaridad, equidad y respeto de la naturaleza. Sus funciones, su
importancia y sus valores son transmitidos a las jóvenes generaciones, en el
marco familiar como en el espacio público.
Los conocimientos y saberes que aplican los jueces de agua se
originan en las prácticas de la reciprocidad propias de las sociedades preíncas
y constituyen una expresión de cultura inmaterial viva en la medida que desde
esos tiempos ancestrales se continúan aplicando y expresan en la actualidad el
procedimiento colectivo y solidario del acceso y distribución del agua para las
faenas agrícolas.
“El manejo de los recursos nace con la civilización andina. Ya
2.000 años antes de Cristo tenemos ejemplos de canales de irrigación y de
manejo del uso del suelo asombrosos, que son parte de nuestra cultura y nuestra
civilización y que se mantienen hasta hoy en algunos casos, como los jueces de
agua de Corongo”, señala Soledad Mujica, directora de Patrimonio Inmaterial del
Ministerio de Cultura.
En opinión del Ministerio de Cultura, la decisión de la
Unesco favorecerá el respeto por modos de organización similares que
posean sistemas similares de gestión tradicional del agua, de la gestión del
medio ambiente. Estimularía además la identificación de fenómenos similares
relativos al tratamiento de los recursos naturales en general, y sobre todo
sensibilizar el tema del agua, que constituye el recurso indispensable más
vulnerable del planeta. Y, por supuesto, también es un reconocimiento a los
conocimientos ancestrales y a los jueces de agua de la comunidad, al poner en
valor la eficacia del rol de los sistemas tradicionales para la resolución de
conflictos.
Fuente
La Mula
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