Soy la Nación invisible, un pueblo sin rostro, pero con historia, soy la sangre
que corre por tus venas, soy la América morena mil veces negada. De mi dicen en
los libros que he muerto, que soy pasado y no presente. Y aquí estamos, aunque
no nos vean, luego de varios siglos, un pueblo herido pero Vivo. Nosotros somos
ustedes y ustedes son nosotros.
Me llaman “Guarango” por expresarme en mi lengua, me acusan de “incivilizado” porque no reniego de mi cultura, de lo que soy: un indio Guaraní. Mi pueblo es el último guardián de la madre tierra. Lo que ustedes llaman civilizado en nombre del progreso para unos pocos destruye el planeta, mata los árboles, contamina el suelo, el aire y depreda la madre tierra.
En tiempos de desmemoria olvidan que soy su hermano, su madre, su padre, abuelo y el abuelo de sus abuelos. De mi hogar, la selva, me han echado con violencia para construir selvas de cemento para unos pocos y en sus ciudades no dejan vivir al indio.
Perdido en el mapa de la indiferencia de nuestra América, soy tu sangre que
grita no me olvides antes que sea demasiado tarde, antes que caiga nuestro
último árbol, antes que nos roben el último pedazo de tierra de nuestro tekoha
que nos queda, nos sequen el agua, cacen al jaguareté, al pájaro campana, al
guazú, al kure ka'aguy y a todos los indígenas.
Solo cuando los jóvenes Guaraní se levanten volverá a renacer la Nación Guaraní. Ese día devolverán a los ancianos Guaraní la sonrisa y la alegría de ver la utopia del Yvy Marãe'ỹ, la Tierra Sin Mal, hacerse realidad.
Marcos Ybáñez
Fotografía:
Cipriano Zavala
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