Sobre esta bebida típica originaria de las Comunidades Guaraníes, se ha escrito casi todo; se han descripto con detalles sus componentes químicos, sus innumerables beneficios para la salud y también las diferentes maneras de preparar esta infusión de la cual disfrutan millones de personas.
Sin embargo, es interesante un aspecto pocas veces referido: su utilización para socializar, entre otros muy importantes.
Compartir un mate implica una forma de comunicación, es detenerse unos momentos para intercambiar reflexiones, confesiones o simplemente para disfrutar de buena música. Los amigos se “bancan” cebándole unos mates al más ocupado, a veces calentando varias pavitas, viendo pasar las horas entre dos o tres.
Convidar un mate indica aceptación, simpatía por el otro. No se entrega el mate a cualquiera, el mate es de amigos, de gente cercana.
Y cada quien da cátedra sobre su forma de cebar mate, todos comparten y debaten sobre la vida y los mates, recordando otras “mateadas”, deshilvanando recuerdos donde el mate generó ruedas, risas y eternas charlas.
Cuando una pareja toma mate… la magia es para dos, mirarse, sonreír y besarse con ese gustito a yerba y tortas fritas. Un día de lluvia trae mates a la cama, un día de sol, saca el mate al patio. Y la seducción no termina hasta que el agua se acaba, entonces el amor hace lo suyo.
Para los niños, las abuelas preparaban matecitos de leche con galletas recién horneadas. Se veía a los niños mirando dibujitos mientras, sin darse cuenta, el matecito de plástico se vaciaba una y otra vez.
Amigos tomando mate alrededor del autito que se compró Pedro, mirándolo como si de una hermosa mujer se tratara, manos en la cintura, todos expertos, mientras el mate los calla de a ratitos. Amigos en la vereda, sentados en la ventana, con el mate asomando calentito, para pasar el frío sin tener que entrar.
Y ellas… las chicas que agregan un bizcochuelo esponjoso y un poco torcido, pero casero. Lloran cuando la actriz se casa o si no, también lloran, pero juntas, alrededor de la pava colocada prolijamente sobre una carpetita tejida. El matecito con cascaritas de naranja y algún “yuyito” para adelgazar. Ellas, que se turnan para hablar rápido y entre risas, que se cuentan todo, como si el mate amplificara sus vivencias. Ellas lo comparten todo entre mate y mate.
Matecitos en silencio
Pero el mate tiene una tarea aún más importante: acompañar al solitario. El sereno en penumbras que lucha por no dormir, se aferra del mate que le abre los ojos, mientras la radio le miente que no está solo. Y las enfermeras que van y vienen por los pasillos blancos, cruzando el silencio de las noches de hospital; ellas buscan en el mate, el aliento y la alegría que el dolor ajeno hace olvidar a veces. Miran las fotos de sus pequeños, dormidos en casa, mientras el mate les suaviza el alma.
Por eso, podemos hablar de sus nutrientes y de la diferente calidad de las hojas de yerba mate, sin embargo, no es por eso que tantos elegimos beber con una bombilla de esa calabaza, por eso se necesitan unos sorbos cada vez y se oye… “−te toca a vos”. Porque el mate nos hace hermanos, nos acerca a la distancia del brazo y pasarlo se parece tanto a darse la mano, a brindarse al otro, que podríamos decir que el mate teje amistades nuevas y entreteje las antiguas. Amedrenta al miedo y acaricia a los solitarios.
¿Será por eso que cada día más gente se “prende” al ritual del mate?
Escrito por Estrella Pedroza
Fuente: Club del Mate
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