Pedro de Valdivia salía
desde Concepción hacia Külakoyam (Quilacoya) para, según algunos, explorar la
zona y según otros reforzar los fuertes que se habían fundado en el corazón de
Ngulumapu.
Desde KülaKoyam salió hacia
Tucapel ordenando a Gomez de Almagro que fuese con refuerzos desde Purén.
Durante todo el trayecto no tuvo la más mínima resistencia, lo que ya le
parecía raro, por lo que decidió enviar una avanzada que no volvió a ver, salvo
sus restos humanos.
Cuándo llegó a Tucapel el
espectáculo fue increíble y deprimente para el Gobernador. El fuerte estaba
absolutamente destruido, humeante y despoblado. Ordenó a la tropa levantar un
campamento en las mismas ruinas para descansar los caballos y sus cansados
cuerpos. En el preciso momento en que descansaban holgadamente se escuchó el
temible sonido del Küll Küll (trompeta Mapuche), Valdivia ordenó montar los
caballos y dispuso las posiciones de sus hombres para la batalla. Dividió sus
fuerzas en tres cuadrillas de soldados, cada una de 20 hombres españoles,
reforzadas por un numeroso e indeterminado contingente de yanakona, y esperaron
el ataque de los antiguos que salían de las quebradas decididos a todo.
Cuenta Encina que como
buenos cruzados antes de presentar batalla, y a pesar de la extrema cercanía de
las tropas de Levtxaro, Valdivia dispuso que todos sus soldados, incluyéndose
él, pusieran una rodilla en el suelo y rezaran a la Virgen María mientras
silbaban las flechas por sus oídos: “Santa María Madre de Dios, ruega por
nosotros ...”.
El primer choque fue
beneficioso para los españoles que sacaron la mejor parte, logrando rechazar el
ataque y enviar a la caballería tras los Mapuche que corrían a refugiarse a las
quebradas. Más tranquilos y con sensación de victoria, escucharon sonar
nuevamente el Küll Küll, cosa que los sorprendió porque ya se tenían por
vencedores y no era lógico en aquella época una batalla presentada de esa
manera, apareciendo una nueva masa de soldados frescos y descansados a
enfrentar al invasor. Después de un largo combate nuevamente fueron rechazados,
para que al sonar a lo lejos el Küll Küll se replegaran a refugiarse sin poder
ser perseguidos por la caballería española porque huían cerro abajo hacia las
quebradas y al bosque.
Últimos momentos de Valdivia |
No pasó mucho tiempo para
que nuevamente se escuchara el Küll Küll, y los españoles con sus yanakona
fatigados, sedientos y secos por el polvo comenzaran a dar muestras evidentes
de cansancio y desesperación.
Nunca antes habían visto una estrategia empleada de tal forma (guerra de guerrillas), Levtxaro había creado un nuevo sistema de guerra, que hasta esa fecha era desconocido. Con la tercera carga y el uso letal de macanas, sogas y boleadoras en contra de los caballos españoles, la batalla se inclinó en favor de los Mapuche.
El golpe de gracia lo dio
el mismísimo Levtxaro, quién montado en su caballo, cargó en contra del Español
invasor terminando por masacrar al enemigo. (Ercilla y otros autores plantea
que Levxaro, en medio de la batalla y estando del lado invasor, convocó a las
fuerzas de Kewpolikang a continuar la lucha y a no acorbardarse, momento en el
cual cargó sobre sus ahora ex amos españoles. Muchos autores posteriores se han
inspirado en este relato novelesco).
Cuenta que Levxraro salió
de una quebrada delante de sus centauros de elite, se detuvo un instante,
viéndose imponente con su cabeza rapada, su lanza y la camisa española, hizo
caracolear su caballo, giró mirando a sus soldados y les dijo: Kewatuaiñ pu
Kon´a!, (pelearemos soldados!, pelearemos!, alzó la lanza y gritó
Iaiaiaiaiaiaiaiaia!, siendo imitado por sus soldados, luego giró encarando al
enemigo que peleaba a la distancia y gritó por última vez lape lape lape lape
lape!!!!! (que mueran, que mueran, que mueran, que mueran, que mueran!!!!!),
iaiaiaiaiaiaia!, e incrustó sus talones en los ijares de su caballo iniciando
con sus weichave la furiosa carrera hacia la gloria, la muerte y la honra en la
memoria de los antepasados.
En medio del combate que tenían los españoles contra la infantería Mapuche, Valdivia alzó la vista y vio la embestida final de los weichave de Levtxaro, miró a quiénes lo rodeaban y dicen que dijo: ¿Caballeros que haremos?, el Capitán Altamirano le respondió ¡Que quiere vuestra señoría que hagamos sino que peleemos y muramos!.
El choque fue brutal, los
yanakona se desbandaron para ir muriendo en los alrededores asesinados por los
soldados Mapuche que resguardaban el cerco sobre Tucapel, los españoles se
defendían con coraje pero iban cayendo uno a uno. Valdivia, desesperado, huyó
junto al Clérigo Pozo sobre sus caballos de grandes condiciones, pero el
infortunio se apoderó absolutamente del Gobernador, quién quedó empantanado en
un vado y luego fue capturado.
Algunos autores cuentan
cruentas historias sobre la muerte de Pedro de Valdivia, la más conocida y
aceptada dice que durante la negociación el Lonko Lewkotón (Pilmaikén según
Mariño Lobera) muy dolido por la pérdida de todos sus hijos, tomó una masa y
desnucó a Valdivia de un mazazo en la cabeza. Otros dicen que murió cuándo lo
obligaron a tomar oro hirviendo, esto por su gran ambición aurífera. Otros
cuentan que lo desollaron vivo con conchas de mar.”
Nosotros nos inclinamos por
la primera versión por una razón cultural. No creemos que Lewkotón lo haya
matado por razones emocionales, sino más bien rituales. Antes de la batalla y
después de ésta era común sacrificar prisioneros españoles, (por razones
netamente religiosas que no detallaremos en ésta columna), quiénes corrían esta
suerte eran los soldados de mayor rango y prestigio, por lo que no es de
extrañar que un Gobernador capturado y entregado a la voluntad de nuestros
antepasados, haya sido sacrificado para apropiarse de sus facultades, de él
mismo y de la nación que representa, además de ser utilizado como trofeo de
guerra que permita levantar a quiénes no se han levantado. Este tipo de
sacrificios por un mazazo, y más hacia el siglo XVIII y el siglo XIX por
lanzazos, son señalados por muchos autores como Pineda y Bascuñán, el padre
Rosales, Pascual Koña entre otros.
Vale la pena mencionar que
según el administrador del actual fuerte Tucapel (Cañete, Ngulumapu) y del
historiador cañetino Clímaco Hermosilla, la Batalla de Tucapel nunca habría
existido como tal. Según cuenta él, la batalla habría ocurrido en un cerro
cercano al actual fuerte y que se divisa desde allí. El nombre de esta batalla
habría sido batalla de MATANZAWE (según él, lugar de matanza en mapuzungun).
Hablaba que los Mapuche le dieron este nombre a esta batalla por haber sido una
matanza, llamándose posteriormente Tucapel en honor al Lonko Vuxapel para de
esta manera honrar sus oídos y ganarse su confianza.
Agregó además que la
historiografía está muy manejada y que esta batalla no existió realmente y
habría sido un montaje de los historiadores y gentes de la época.
No habíamos escuchado a un
historiador mencionar la existencia de esta batalla de matanzawe, es más, la
denominación que da el administrador del fuerte a la batalla MATANZAWE (según
explico él, en mapuzungun) no es correcta, dado que la palabra matanza no existe
en Mapuzungun y we quiere decir lugar o nuevo según el contexto de las
palabras, ejemplo rukawe lugar de casas, panguiwe, lugar de pumas. Quizá un
nombre más apropiado hubiese sido l`anemuwnwe.
Después de esta gran
victoria y con la cabeza del Gobernador que tantos abusos cometió a nuestros
antepasados, Leftraro comenzó a preparar la siguiente campaña.
Fuente> Historia Mapuche
Dibujo > Últimos
momentos de Valdivia. Autor desconocido. Colección Museo Histórico Nacional de
Chile
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