Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Victoria de Tucapel (25/12/1553) y la ejecución de Pedro de Valdivia


Pedro de Valdivia salía desde Concepción hacia Külakoyam (Quilacoya) para, según algunos, explorar la zona y según otros reforzar los fuertes que se habían fundado en el corazón de Ngulumapu.

Desde KülaKoyam salió hacia Tucapel ordenando a Gomez de Almagro que fuese con refuerzos desde Purén. Durante todo el trayecto no tuvo la más mínima resistencia, lo que ya le parecía raro, por lo que decidió enviar una avanzada que no volvió a ver, salvo sus restos humanos.

Cuándo llegó a Tucapel el espectáculo fue increíble y deprimente para el Gobernador. El fuerte estaba absolutamente destruido, humeante y despoblado. Ordenó a la tropa levantar un campamento en las mismas ruinas para descansar los caballos y sus cansados cuerpos. En el preciso momento en que descansaban holgadamente se escuchó el temible sonido del Küll Küll (trompeta Mapuche), Valdivia ordenó montar los caballos y dispuso las posiciones de sus hombres para la batalla. Dividió sus fuerzas en tres cuadrillas de soldados, cada una de 20 hombres españoles, reforzadas por un numeroso e indeterminado contingente de yanakona, y esperaron el ataque de los antiguos que salían de las quebradas decididos a todo. 

Cuenta Encina que como buenos cruzados antes de presentar batalla, y a pesar de la extrema cercanía de las tropas de Levtxaro, Valdivia dispuso que todos sus soldados, incluyéndose él, pusieran una rodilla en el suelo y rezaran a la Virgen María mientras silbaban las flechas por sus oídos: “Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros ...”.

El primer choque fue beneficioso para los españoles que sacaron la mejor parte, logrando rechazar el ataque y enviar a la caballería tras los Mapuche que corrían a refugiarse a las quebradas. Más tranquilos y con sensación de victoria, escucharon sonar nuevamente el Küll Küll, cosa que los sorprendió porque ya se tenían por vencedores y no era lógico en aquella época una batalla presentada de esa manera, apareciendo una nueva masa de soldados frescos y descansados a enfrentar al invasor. Después de un largo combate nuevamente fueron rechazados, para que al sonar a lo lejos el Küll Küll se replegaran a refugiarse sin poder ser perseguidos por la caballería española porque huían cerro abajo hacia las quebradas y al bosque.

Últimos momentos de Valdivia
No pasó mucho tiempo para que nuevamente se escuchara el Küll Küll, y los españoles con sus yanakona fatigados, sedientos y secos por el polvo comenzaran a dar muestras evidentes de cansancio y desesperación.

Nunca antes habían visto una estrategia empleada de tal forma (guerra de guerrillas), Levtxaro había creado un nuevo sistema de guerra, que hasta esa fecha era desconocido. Con la tercera carga y el uso letal de macanas, sogas y boleadoras en contra de los caballos españoles, la batalla se inclinó en favor de los Mapuche.

El golpe de gracia lo dio el mismísimo Levtxaro, quién montado en su caballo, cargó en contra del Español invasor terminando por masacrar al enemigo. (Ercilla y otros autores plantea que Levxaro, en medio de la batalla y estando del lado invasor, convocó a las fuerzas de Kewpolikang a continuar la lucha y a no acorbardarse, momento en el cual cargó sobre sus ahora ex amos españoles. Muchos autores posteriores se han inspirado en este relato novelesco).

Cuenta que Levxraro salió de una quebrada delante de sus centauros de elite, se detuvo un instante, viéndose imponente con su cabeza rapada, su lanza y la camisa española, hizo caracolear su caballo, giró mirando a sus soldados y les dijo: Kewatuaiñ pu Kon´a!, (pelearemos soldados!, pelearemos!, alzó la lanza y gritó Iaiaiaiaiaiaiaiaia!, siendo imitado por sus soldados, luego giró encarando al enemigo que peleaba a la distancia y gritó por última vez lape lape lape lape lape!!!!! (que mueran, que mueran, que mueran, que mueran, que mueran!!!!!), iaiaiaiaiaiaia!, e incrustó sus talones en los ijares de su caballo iniciando con sus weichave la furiosa carrera hacia la gloria, la muerte y la honra en la memoria de los antepasados. 

En medio del combate que tenían los españoles contra la infantería Mapuche, Valdivia alzó la vista y vio la embestida final de los weichave de Levtxaro, miró a quiénes lo rodeaban y dicen que dijo: ¿Caballeros que haremos?, el Capitán Altamirano le respondió ¡Que quiere vuestra señoría que hagamos sino que peleemos y muramos!.

El choque fue brutal, los yanakona se desbandaron para ir muriendo en los alrededores asesinados por los soldados Mapuche que resguardaban el cerco sobre Tucapel, los españoles se defendían con coraje pero iban cayendo uno a uno. Valdivia, desesperado, huyó junto al Clérigo Pozo sobre sus caballos de grandes condiciones, pero el infortunio se apoderó absolutamente del Gobernador, quién quedó empantanado en un vado y luego fue capturado.

Algunos autores cuentan cruentas historias sobre la muerte de Pedro de Valdivia, la más conocida y aceptada dice que durante la negociación el Lonko Lewkotón (Pilmaikén según Mariño Lobera) muy dolido por la pérdida de todos sus hijos, tomó una masa y desnucó a Valdivia de un mazazo en la cabeza. Otros dicen que murió cuándo lo obligaron a tomar oro hirviendo, esto por su gran ambición aurífera. Otros cuentan que lo desollaron vivo con conchas de mar.”
Nosotros nos inclinamos por la primera versión por una razón cultural. No creemos que Lewkotón lo haya matado por razones emocionales, sino más bien rituales. Antes de la batalla y después de ésta era común sacrificar prisioneros españoles, (por razones netamente religiosas que no detallaremos en ésta columna), quiénes corrían esta suerte eran los soldados de mayor rango y prestigio, por lo que no es de extrañar que un Gobernador capturado y entregado a la voluntad de nuestros antepasados, haya sido sacrificado para apropiarse de sus facultades, de él mismo y de la nación que representa, además de ser utilizado como trofeo de guerra que permita levantar a quiénes no se han levantado. Este tipo de sacrificios por un mazazo, y más hacia el siglo XVIII y el siglo XIX por lanzazos, son señalados por muchos autores como Pineda y Bascuñán, el padre Rosales, Pascual Koña entre otros.

Vale la pena mencionar que según el administrador del actual fuerte Tucapel (Cañete, Ngulumapu) y del historiador cañetino Clímaco Hermosilla, la Batalla de Tucapel nunca habría existido como tal. Según cuenta él, la batalla habría ocurrido en un cerro cercano al actual fuerte y que se divisa desde allí. El nombre de esta batalla habría sido batalla de MATANZAWE (según él, lugar de matanza en mapuzungun). Hablaba que los Mapuche le dieron este nombre a esta batalla por haber sido una matanza, llamándose posteriormente Tucapel en honor al Lonko Vuxapel para de esta manera honrar sus oídos y ganarse su confianza.


Agregó además que la historiografía está muy manejada y que esta batalla no existió realmente y habría sido un montaje de los historiadores y gentes de la época.

No habíamos escuchado a un historiador mencionar la existencia de esta batalla de matanzawe, es más, la denominación que da el administrador del fuerte a la batalla MATANZAWE (según explico él, en mapuzungun) no es correcta, dado que la palabra matanza no existe en Mapuzungun y we quiere decir lugar o nuevo según el contexto de las palabras, ejemplo rukawe lugar de casas, panguiwe, lugar de pumas. Quizá un nombre más apropiado hubiese sido l`anemuwnwe.

Después de esta gran victoria y con la cabeza del Gobernador que tantos abusos cometió a nuestros antepasados, Leftraro comenzó a preparar la siguiente campaña.

Fuente> Historia Mapuche
Dibujo > Últimos momentos de Valdivia. Autor desconocido. Colección Museo Histórico Nacional de Chile

No hay comentarios:

Publicar un comentario