Por Alejo
Prudkin
Mi comunidad Jasy
Porã contiene ilustraciones y textos —redactados en español y mbya
guaraní— realizados por los estudiantes de la Escuela Intercultural Bilingüe
N.° 941 de la provincia de Misiones. El libro describe las costumbres, la
flora y la fauna del lugar, y forma parte de un proyecto más amplio que
promueve la lectura y la escritura en escuelas rurales.
La
aldea Jasy Porã («Luna hermosa») está localizada a unos pocos kilómetros de la
ciudad de Puerto Iguazú. Abrazada por la exuberante selva misionera —tantas
veces retratada por el escritor Horacio Quiroga— y atravesada por una cultura
milenaria que busca sin descanso la «Tierra sin mal», este poblado alberga una
comunidad mbya guaraní que tiene mucho para contar... y compartir.
Tan es así que, en
octubre de 2016 —y en el marco del proyecto LEER, de la Asociación Civil
Coincidir—, sus niños y niñas se convirtieron en autores de una publicación que
describe su semiosfera (atmósfera comunitaria), sus diferentes espacios y actividades
cotidianas, los animales y las plantas con las que conviven. «Los dibujos y los
textos de los chicos son muy valiosos para el conocimiento y la comprensión de
los espacios donde habitan», comenta el director de la Escuela
Intercultural N.° 941, Javier Rodas.
El
libro surgió después de largas conversaciones entre las autoridades
comunitarias y las familias que integran la comunidad educativa de la escuela
(padres, madres y tutores), en compañía de la representante de la asociación
civil Coincidir, Patricia Pereyro; el profesor de Lengua y Cultura Mbya
Guaraní, Carlos Benítez, y el propio director, Javier Rodas.
«Esta publicación ya
llegó a 19 comunidades educativas interculturales bilingües de la provincia.
Tenemos la intención de que, paulatinamente, todas puedan acceder al material
impreso, al que esperamos sumar una versión digital. Esto es muy importante, ya
que hay pocos materiales escolares en lengua originaria», explica Rodas.
Contar
en la comunidad y desde ella
El
proyecto pretende rescatar y ayudar a difundir los saberes y las vivencias de
un pueblo; en este caso, a través de las voces de sus integrantes más jóvenes.
Apelando al diálogo, al consenso y al trabajo compartido, la iniciativa no
perdió de vista el respeto por los tiempos, los deseos y las necesidades de la
comunidad mbya guaraní.
«Los niños mbya
guaraníes tienen un talento innato para el arte (…) y te enseñan sobre el
respeto y la convivencia armoniosa con la naturaleza, donde cada integrante
(tierra, plantas, animales, agua, cielo, etc.) tienen un por qué existir.
Tienen una mirada no economicista del mundo, donde solo se utiliza lo que se
necesita de manera imprescindible. También son parte de un pueblo con una
profunda consideración por sus ancianos. En esta sociedad originaria, las
personas mayores tienen un lugar protagónico: son escuchados, respetados y su
voz está siempre presente», sostiene Rodas.
Los
desafíos (presentes y futuros)
La
Escuela Intercultural N.° 941 inició sus actividades el 10 de marzo de 2015,
con el objetivo de dotar de escuela primaria al corazón de la aldea: hasta ese
entonces, más de 60 niños y niñas debían caminar casi tres kilómetros para ir a
la escuela. Creada gracias al trabajo conjunto de las autoridades comunitarias
y de sus propios habitantes —al que se sumó la donación de un artista argentino
que reside en Alemania—, en 2016 incorporó el nivel secundario. Actualmente, la
escuela recibe alumnos mbya guaraníes de las aldeas Jasy Porã, Ita Poty Miri y
Tupã Mba’e.
«La escuela es el
lugar donde vamos construyendo sueños y logrando realidades con
la participación de todos los integrantes de la comunidad», comenta Rodas, con
más de 10 años de trabajo en comunidades mbya guaraníes.
En
cuanto a los proyectos y desafíos a futuro para la escuela, Rodas
enumera:
-Construir
nuevas aulas e implementar el Nivel Inicial;
-Designar
nuevos docentes para fomentar la enseñanza personalizada (hoy la escuela es
plurigrado);
-Generar
nuevos espacios recreativos y de atención a la salud para la comunidad;
-Producir
más materiales didácticos desde los propios alumnos;
-Lograr
un mayor acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
(en la comunidad Jasy Porã, están llegando a través de los teléfonos
celulares);
-Promover
que los jóvenes continúen sus estudios en la educación superior;
-Registrar
la memoria de los ancianos.
«La principal
problemática de los pueblos originarios, en general, es el reconocimiento en
los títulos de propiedad de las tierras y los territorios que ocupan de manera
tradicional. El acceso a la educación secundaria y superior va llegando
paulatinamente a las comunidades como así también la asistencia sanitaria. Son
tareas que requieren un compromiso real con las comunidades, fundamentalmente
de las personas que tienen relación con estas», concluye Rodas.
Fuente>
Portal Educ.Ar – Ministerio de Educación de la República Argentina – 6 de
Diciembre de 2.016
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