La muestra Evolución
en clave de género, que se puede ver en la Universidad de Zaragoza, cuestiona
la interpretación convencional de la evolución humana que relega a la mujer a
un papel secundario.
“La habilidad manual
y capacidad intelectual no están correlacionadas con una distinción sexual,
sino con una inclinación al trabajo manual, bien por necesidad, bien por deseo”.
Desde el Paleolítico
hasta la Edad de los Metales, las mujeres no solo realizaban tareas de
reproducción y manutención, a las que tradicionalmente se les ha vinculado,
sino que participaban también en los trabajos fuera del ámbito doméstico.
Lámina de la
exposición Evolución en clave de género UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
¿Qué evidencias
científicas hay de que la mujer no se dedicara a la caza durante el
Pleistoceno? ¿O no elaborara las primeras herramientas de piedra al igual que
el hombre? La respuesta a estas preguntas se encuentra en una exposición que
acoge el Edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza y que cuestiona la
interpretación convencional que se ha hecho sobre la evolución humana y que ha
relegado a la mujer a un papel secundario.
Tradicionalmente la
fabricación de las primeras herramientas de piedra en la Prehistoria se
atribuye solo a los hombres. No sólo su elaboración, también su diseño y su uso
y, en general, toda la producción tecnológica. Pero no hay una evidencia
científica de que esto fuera realmente así, solo una interpretación que da
lugar a un “claro sesgo de género”. “La habilidad manual y capacidad
intelectual no están correlacionadas con una distinción sexual, sino con una
inclinación al trabajo manual, bien por necesidad, bien por deseo”, se indica
en uno de los paneles explicativos.
La exposición Evolución
en clave de género, elaborada por la Unidad de Cultura Científica del
Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH)
http://www.cenieh.es/ de Burgos, y que podrá verse hasta el 10 de marzo
en el Museo de las Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, está
repleta de ejemplos que muestran una realidad evolutiva amplia, donde la
reproducción y la supervivencia son claves para el éxito de la especie.
Desde el Paleolítico
hasta la Edad de los Metales, las mujeres no solo realizaban tareas de
reproducción y manutención a las que tradicionalmente se les ha vinculado, sino
que participaban también en los trabajos fuera del ámbito doméstico. El
objetivo era el mismo: la supervivencia. Estudios antropológicos muestran que
en la Prehistoria, la caza de aves y pequeños mamíferos, como los roedores o
conejos, era una tarea asumida por ambos sexos. “A la hora de asegurar la
subsistencia, todo el grupo colaboraba”.
Cazadores y
recolectores
Pero, además, la
exposición hace hincapié en que los humanos en el Paleolítico no solo eran
cazadores, también eran recolectores. De hecho, indican que el consumo de
frutos y tubérculos permitió ampliar la dieta. Estas actividades potenciaron el
desarrollo del género homo, ya que requería una variedad de conocimientos de
geografía, flora y fauna, además de una alta capacidad de organización y
transmisión cultural. ¿En qué nos basamos para atribuirlas a un sexo o a otro,
y no a la labor coordinada de todos los elementos de la tribu?, es otra de las preguntas
que plantea la exposición.
A lo largo de este
recorrido, el espectador puede ver láminas dibujadas por el ilustrador
científico Eduardo Sáiz Alonso, que hacen visible la contribución de la mujer a
la supervivencia de la especie. Láminas que ilustran un parto asistido, una de
las técnicas que posiblemente se desarrolló para garantizar la supervivencia
del grupo, otras que muestran hábitos de crianza colectiva y lactancia
compartida y algunas de mujeres embarazadas que al mismo tiempo participan en otros
trabajos.
Así lo indica
también el director del Museo de las Ciencias de la Naturaleza, José Ignacio
Canudo, quien señala que en otras reconstrucciones prehistóricas no se ven
imágenes como las que se muestran en esta exposición. “Son dibujos que te hacen
reflexionar y que muestran la evolución humana, entendiendo a la especie en su
conjunto, no únicamente desde la perspectiva del hombre”, resalta.
Si el papel de la
mujer ha sido clave para la supervivencia, ¿por qué hasta ahora se ha mostrado
una visión sesgada?
Canudo responde a
esta pregunta en consonancia con lo que se indica en la exposición. Por un
lado, está la tendencia cientificista a considerar como cierto solo aquello que
es susceptible de un estudio empírico, como los fósiles. Pero las actividades
humanas, que tienen también una enorme relevancia para el estudio de la
especie, no fosilizan, indica Canudo y, por eso, han estado al albur de la
interpretación.
Pero, además, Canudo
introduce otro matiz, no menos importante. Advierte de que la profesión
arqueológica ha sido ejercida e interpretada mayoritariamente por hombres que
han obviado aspectos esenciales para la evolución. Estos y otros factores han
contribuido "a tejer la historia de la evolución con un hilo conductor
sesgado”, recoge la muestra.
Mujeres en la
ciencia
Esta exposición se
encuentra en la sala Odón de Buey del Museo de Ciencias de la Naturaleza, por
el que pasan cerca de 4.500 personas al mes. Con motivo de los actos celebrados
durante todo el mes por el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia,
el museo ha querido también hacer visible la contribución de la mujer al mismo.
Para ello, han
colocado junto a las piezas del museo halladas, una fotografía con el nombre y
apellido de la paleontóloga que lo ha descubierto y estudiado, como el de Jara Parrilla.
Esta joven licenciada en Geológicas hizo una tesis sobre el cráneo del
cocodrilo del jurásico -conocido como El Cocodrilo de Ricla-, que se salvó en
el último momento de las obras del AVE en 1994. “Detrás de los fósiles hay
mujeres que los han encontrado y analizado, dándole el valor que ahora tienen”,
concluye Canudo.
Fuente:
El Diario (España) –
23 de Febrero de 2.018
http://www.eldiario.es/aragon/cazaba-exposicion-genero-evolucion-humana_0_743326114.html
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