Por Etsa
Mientras me preparo para la bebida del Natém (Ayahuasca),
oigo el canto de un ave que fuertemente se oye. Se trata de Auju (lechuza)
que en su melodía dice: “aishrua, aishrua, aishrua” (esposo mío, esposo mío,
esposo mío).
Y claro… a quien le dirige tales palabras es a Nantu (Luna).
Pues, Nantu (luna) y Auju (lechuza) en tiempos remotos
fueron shuar que vivían como tales, y esta noche son ellos quienes me
acompañan.
Salgo de mi jea (casa) y puedo observar a Nantu en su
mayor esplendor. Los reflejos de Etsa (sol) sobre Nantu iluminan la
noche, hasta a los jeencham (murciélagos) los puedo ver volar, los
árboles con su sombra me envuelven en un halo misterio y los animales con
su canto me llevan a perderme en su concierto.
Aquí nace nuestro relato, cuando pregunté sobre el origen de la
luna.
-“Aínis ii untrikia aujmatin armiayi (así nuestros mayores
solían contar), dijo Apachur Chuint (mi abuelo Chuint).
Hace mucho tiempo, Etsa (Sol) se reunió en la misma Jea (casa) con
su hermano Nantu (Luna) para compartir la misma mujer (practicar la poliandria).
La mujer era Auju (Lechuza), una mujer muy bella, de cabellera larga y negra.
Ella pensaba: como Etsa sale de día, allí me quedaré con Nantu
y como en la noche sale Nantu, me quedaré con Etsa -decía Auju-. Sin
embargo -Auju-, no contaba con los celos enfermizos de Nantu. Él la
quería solo para él. No la dejaba un instante sola y no permitía que su hermano
Etsa le tocara, incluso se quedaba algunas noches provocando las noches
oscuras (sin luna).
Nantu se puso cada vez más molesto con Etsa, al punto que no
toleraba su presencia y empezó a tratarlo mal. Un día Nantu se abalanzó contra
su hermano Etsa enfrentándose golpes. Etsa le propinó golpes en los ojos,
reventándole uno de ellos y el otro le dejó casi cerrado, por esta razón la
Luna no ilumina mucho.
Etsa también perdió un ojo en ese altercado entre hermanos y, con
gran resentimiento subió al cielo por medio de una liana que en ese tiempo unía
el cielo con la tierra. Se sentó arriba y prometió que jamás volverá a unirse
con su malvado hermano.
Desde ese momento Etsa (Sol) y Nantu (Luna) no andan juntos.
También imaginemos si Etsa con un ojo alumbra tanto, seguro que si hubiera
quedado con los dos ojos nos hubiera quemado a todos los que habitamos en la
tierra.
Bejucos que cuelgan del árbol de Copal. Algo así unía el cielo con la tierra. |
Antes de subir al cielo, Etsa prohibió la poliandria (matrimonio de
una mujer con varios hombres), diciendo: la mujer se casará con un solo hombre
y no se tolerará el adulterio.
Mientras tanto en la tierra Nantu no fue del todo feliz con su
esposa Auju, pues era una mujer bella pero vaga y golosa. Por eso Nantu debía
controlar el trabajo de ella e igualmente decirle lo que debía cocinar, sino
era capaz de matarlo de hambre, mientras él se ocupaba de las faenas de la caza
y siembra.
Un día -Nantu- encontró unos zapallos (yuwí) maduros y le dijo a
Auju que los cocine para comer a su regreso de la caza. Tomó su úum (cerbatana)
llenó las flechas en su Tunta (aljaba) y se marchó.
Auju cocinó los zapallos y al verlos sabrosos se los comió todo,
luego recogió zapallos tiernos y los cocinó para su esposo. Y, para que no crea
que ella se comió los zapallos maduros se coció la boca y se sentó a esperar a
Nantu.
Ya al terminar el día llegó Nantu con abundante caza que se
los entregó a su esposa y se sentó en su chimpí (silla shuar).
En seguida Auju le sirvió los zapallos tiernos, al probarlos se dio
cuenta que eran zapallos tiernos y desabridos, por lo que se enfureció y le
pregunto: -¿Qué pasó con los zapallos maduros? A lo que ella respondió: Yo no
he comido, es mas, ¿Con qué boca podía haber comido? Nantu al verle los labios
cocidos, con tanta rabia e indignación, se acercó, metió sus dedos índices en
la boca de Auju le rompió de oreja a oreja. Por tal motivo la lechuza
tiene la boca bien ancha…
Luego de eso, tomó su pitiák (canasto de viaje), guardó toda su
ropa y subió al cielo. Pero, para no encontrarse con su hermano Etsa,
él duerme en el día y sale en la noche.
Nantu que sale las noches para mostrar su belleza |
Pero como siempre hay oportunistas, apareció Kujancham (zorro),
quien se acercó a Auju para consolarla. Pero ese consuelo se convirtió
en interés por quedarse con ella, lo cual Kujáncham lo logró.
Como ésta unión no está permitida -una viuda sólo puede convivir
con el hermano del difunto-, Auju trató a toda costa ocultar
su relación a su hijo. Por esta razón pidió a Kujancham que suba al
cielo y traiga consigo a Nantu para que vaya con su hijo a la caza, y así
puedan pasar juntos sin ninguna molestia.
Kujancham que estaba enamorado de Auju, sin pensarlo dos veces,
subió al cielo y agarró a Nantu para llevarlo a la tierra. Pero Nantu, lleno de
coraje, con su calor, quemó las manos de Kujáncham y lo lanzó a la tierra,
quien al estrellarse se convirtió en el actual zorro. Kujáncham dejó las
huellas de sus dedos quemados en Nantu (luna) que hasta ahora podemos
observarlo (huellas en la luna).
Nantu que estaba en su pleno esplendor, fue observado por
Auju, más hermoso que nunca y empezó a añorarlo y se puso a llorar con grandes
gritos: “Aishrua, Aishrua” (esposo mío, esposo mío). Pero Nantu,
no le hizo caso, por tal motivo decidió –Auju– subir al cielo. Tomó todas sus
muits (olla de barro), pinink (recipiente para beber chicha) y
todos sus enseres, los metió en su chankín (canasto). Cargó sobre sus
espaldas y empezó a trepar por el bejuco rumbo al cielo.
Etsa desde arriba se da cuenta inmediatamente lo que estaba
ocurriendo y para evitar problemas con su hermano por la presencia de Auju en
el cielo, mandó a Kunámp (ardilla) para que con sus dientes corte
definitivamente el bejuco.
Kunámp, cumpliendo el mandato de Etsa cortó el bejuco
y Auju se estrelló contra la tierra reventándose en pedazos. Una parte de
su cuerpo se transformó en lechuza y el resto en Nuwe (arcilla) que
cayó en diferentes partes de la tierra. Desde esa ocasión los shuar ya no
pudieron subir al cielo.
Etsa se pronunció en contra de Auju de esta manera: para que los
seres humanos recuerden que por tu culpa ya nadie podrá visitar el cielo, oirán
tu canto durante las noches de luna, repitiendo “Aishrua, Aishrua” (esposo
mío, esposo mío).
En lo que se convirtió Aujju después de la maldición de Etsa |
Así la mujer shuar aprendió a evitar los errores de Auju. Pues, si los evita será respetada y amada por su esposo formando una familia feliz.
Aínis íi uuntri tiniu armiayi (así nuestro mayores solían
contar), sentenció Apachur Chuint (mi abuelito Chuint).
Fuente
Latinoamerica Exuberante – 24 de Mayo de 2017
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