Las pruebas no llegan para destruirte, sino para despertarte.
Vamos a ser probados en nuestras debilidades, una y otra vez, hasta que aprendamos a transformarlas en fuerza.
La vida no repite lecciones por crueldad, sino por amor, porque sabe que dentro de ti existe una luz que aún no ha terminado de brillar.
Cada situación que se repite, cada vínculo que parece igual, cada caída que duele de la misma manera… es un llamado.
Un llamado a ver lo que aún no quisiste mirar, a sanar lo que sigues evitando, a dejar de justificar lo que ya no vibra contigo.
No se puede seguir en lo mismo, porque si lo haces, la vida te pondrá pruebas más duras, no para castigarte, sino para que finalmente entiendas, despiertes y elijas distinto.
Las pruebas no son el fin, son el entrenamiento del alma.
Y cuando aprendes la lección, el dolor deja de repetirse, porque ya no necesitas que la vida te grite lo que ahora escuchas con el corazón.
Así que cuando la prueba vuelva, no te preguntes “¿por qué otra vez?”, sino “¿qué parte de mí aún necesita entender esto?”.
Ahí está el poder, ahí está la transformación.
Luz y Amor
Colibrí Místico

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