Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

jueves, 13 de agosto de 2020

Leyenda guaraní del pitogüe (benteveo)


Una anciana arpía y la historia del pitogüe

Pitogüe, o simplemente pitohé, es el nombre que le dan en guaraní al benteveo, también apodado, en otros lugares: bienteveo, pitojuana, bienteví o bichofeo. Todos de origen onomatopéyico. Parda en su espalda, amarillo su pecho y cuello, y tiene una franja blanca cruzando su cara, a modo de vincha o tal vez de antifaz. se le atribuyen cualidades de mal agüero así como, por el contrario, de anunciar buenas nuevas, según la forma en que esté cantando. Los agricultores saben valorarlo porque come los insectos que dañan los cultivos.
La leyenda cuenta que en un rancho destartalado vivía una anciana guaraní con sus cuatro hijas a quienes manejaba en forma tiránica. Sus exigencias no tenían límites aunque ella hacía poco y nada. Cascarrabias y gritona, se pasaba dando órdenes. Con el correr del tiempo, las muchachas fueron encontrando sus compañeros, pero todos ellos aceptaban a regañadientes la situación de morar con semejante suegra.
Tenía la costumbre de fumar en cachimbo*, y como era holgazana y cómoda, pedía constantemente fuego para encender su tabaco: -che pito ogüe (mi pito se apagó)- decía a los gritos y debían traerle un tizón a la disparada. Ella pretendía disponer de las comodidades y atenciones que su finado marido nunca pudo darle. Exigía de las hijas mucho esfuerzo, sin tener los medios para un buen pasar. Su negra cabellera, sujeta con una vincha amarillenta y su vestido del mismo color, con un gastado rebozo* sobre su espalda, le daban un aspecto de vieja arpía, cuya escoba voladora era reemplazada por su cachimbo.

Muy pronto los yernos con sus respectivas esposas, no soportando más el carácter autoritario y mandón de la suegra, aprovecharon el momento en que dormía la siesta y la abandonaron. cuando se despertó comenzó a gritar: «Che pito ogüe… che pito ogüe… pero nadie acudió a su requerimiento. Enojada, se levantó y se dio cuenta que estaba completamente sola. Entonces, su enojo fue mayor y siguió gritando: Che pito ogüe.. enfurecida, como si aún pudiera ser atendida.

Desesperada en su soledad, apretando su inseparable cachimbo entre sus fuertes y largos dedos como si fuera un bastón de mando, salió fuera de la casa, recorrió los alrededores y se metió en el monte cercano en busca de sus hijas, siempre gritando lo mismo.

Gruñendo y rabiando cada vez más, sin darse cuenta de que, en su frenética carrera tras sus hijas, atropellaba cuanto había en su camino, sin sentir ni importarle zarzales ni plantas espinosas que desprendían jirones de su ropa y hasta desgarraban su piel.

Cansada pero sin dejar de marchar alocadamente, sintió un tirón en la cabeza al herirse el cuero cabelludo, en momento en que sus piernas, vacilantes ya, se enredaban en un ysypo (liana), y cayó al suelo cuan larga era. Tuvo una sensación de sequedad en la garganta por el hambre, la sed y sobre todo por la falta que le hacía su tabaco. Aún así seguía gritando: pitogüe…

Agotada, casi sin sentido, quedó tendida en el yuyal. Tupá, complacido por su triste destino, la convirtió en el ave que conocemos, despreciada por algunos y apreciada por otros, pero hermosa al fin y de agradable canto, aunque algunas veces un poco chillona.

El pitogüe construye su nido en pastos secos y alguno que otro pedazo de trapo o lana, cuando consigue. Es semejante en desorden y desprolijidad al rancho aquel habitado por la anciana.

Generalmente está lleno de mymyi (piojillos). Además, heredó los fuertes y largos dedos que sostenía con firmeza el cachimbo de antaño, el agudo pico como réplica de la puntiaguda nariz y el plumaje con los colores del vestido de la vieja, incluyendo la vincha amarillenta.

Si anda solo, parece llamar a su pareja con un grave: chee… o el característico: pitogüe… repetido de tanto en tanto. Pero al encontrarse, arman alboroto de gritos repetidos: pitogüe… pitogüe… que parecen estar colmados de alegría festejando el fin de una prolongada separación. Tal vez sea el recuerdo de la ausencia de sus hijas, que produjo aquella sensación de soledad infinita, sufrida en otros tiempos.

Glosario
Cachimbo: Una pipa de fumar tabaco.
Rebozo: Es una prenda de vestir femenina de forma rectangular y de una sola pieza: Miden entre 1.5 m hasta 3 m de longitud, y pueden ser confeccionados en algodón, lana, seda o articela. Son utilizados como bufandas o a manera de chales.
Fuente:
«Mitos y leyendas guaraníes» de Girala Yampey.

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