Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

jueves, 6 de agosto de 2020

Leyenda del Lapacho



Cuenta la historia, que cuando Dios estaba preparando el mundo, se reunió una tarde con todos los árboles y pidió que cada árbol eligiera la época en la que cada uno de ellos quisiera florecer y así, embellecer la tierra.

Y en un estallido de alegría comenzaron todos a gritar: “otoño, verano, primavera!”

Pero Dios vió que ninguno elegía la estación de invierno, entonces preguntó:
- ¿Por qué nadie elige la época de invierno?
Cada uno tenía su razón. ¡Muy seco! ¡muy frío! ... muchos incendios!

Entonces Dios pide un favor...
Necesito al menos un árbol, que embelese el invierno, que sea valiente y capaz de enfrentar el frío, la sequía y las quemas y en ese frío poder embellecer el mundo...

Se quedaron todos en silencio.
Fue entonces que un árbol callado y tranquilo al fondo, sacude sus hojas y dijo:
-¡Yo voy!...
Y Dios con una sonrisa preguntó:
- ¿Cuál es tu nombre?
¡Me llamo Lapacho, Señor!

Los otros árboles, quedan espantados del coraje del Lapacho y su locura de querer florecer en invierno.
Entonces Dios respondió:
- Por atender mi pedido te haré florecer en el invierno no sólo con un color, sino con varios, para que también en invierno, el mundo sea colorido.
Tendrás diferentes colores y texturas y tu linaje será enorme.

Y así Dios hizo uno de los más hermosos árboles que da color al invierno. Y así tenemos al Lapacho:
blanco,
amarillo,
amarillo del pantano,
amarillo de la hoja lisa,
amarillo niebla,
rosa,
púrpura,
morado.

*Que podamos ser como el Lapacho, y sepamos florecer en los inviernos de la vida”.

Compartido por Maria Helena Kudelko

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