Escrito por Florencia
Trentini*
Este mes, en la tapa
de la revista Billiken (esa que en la niñez hemos leído y que pocos
sabíamos que seguía existiendo), se hace alusión al 12 de octubre como un
partido de fútbol entre los españoles -representados por Cristóbal Colón- y los
“indios”. Según la escena, ante un árbitro sonriente, los “equipos”
intercambian banderines. Esa es la gráfica que eligieron para retratar el
supuesto “encuentro de dos mundos”.
Por muchos años las
palabras “descubrimiento” y “encuentro” estuvieron asociadas a este día, y
ambas sirvieron para ocultar y negar el más grande genocidio de nuestra
historia como humanidad, en el que fueron exterminados aproximadamente 90
millones de habitantes del “nuevo” mundo. Pero como todo proceso de conquista y
colonización, la violencia directa fue solo el comienzo.
El 12 de octubre de
1492 fue el inicio de la colonización de nuestro continente, desde entonces
denominado América. Fue cuando estas tierras conocieron el capitalismo, con sus
lógicas de acumulación económica y de control sociopolítico.
Así, el “encuentro
de dos mundos” sonrientes en la tapa de Billiken vuelve a negar la
muerte, el saqueo de recursos naturales, la evangelización, la esclavitud, las
torturas y por supuesto el despojo territorial. Pero, peor aún, permite
invisibilizar las continuidades de ese proceso hoy materializado en
criminalización de referentes indígenas, militarizaciones de los territorios,
violentos desalojos y represiones, presos políticos, desapariciones y
asesinatos.
Esta tapa no es
casual. Después de todo, este 12 de octubre nos encuentra también en el medio
de una fuerte campaña mediática en contra de los pueblos originarios, que busca
poner en cuestión sus derechos y criminalizar sus luchas y reclamos, llegando
al punto de tildarlos de “terroristas”. Mientras tanto, se continúa negando que
la lógica de conformación y consolidación de los Estados de nuestro continente
se dio mediante el despojo territorial de los pueblos indígenas y la
consolidación de la propiedad privada en muy pocas manos.
Este complejo
proceso de colonización de los espacios territoriales, signado por la expansión
capitalista implantada en nuestro continente mediante un genocidio, se resume
en un “encuentro” en el que las relaciones de poder y desigualdad y la
violencia aparentemente no importan.
Es cierto que en
nuestro país ya no hablamos de “Día de la Raza”. Desde 2007, a partir de un
proyecto presentado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la
Xenofobia y el Racismo (INADI), el 12 de octubre se convirtió en el “Día del
Respeto a la Diversidad Cultural”, un día para la reflexión y el diálogo
intercultural acerca de los Derechos Humanos de los Pueblos Originarios. Este
cambio no es menor, en tanto implica una disputa por el significado histórico
de esta fecha.
Sin embargo, más
allá de la denominación de este día, lo cierto es que hoy Agustín
Santillán y Facundo Jones Huala siguen presos por defender el
territorio; que cientos de comunidades sufren a diario violentos desalojos; que
se arman causas para criminalizar a referentes indígenas, como sucedió en Vaca
Muerta; que sigue sin estar asegurada la prórroga de la Ley de
Relevamiento Territorial; que aun no hay justicia por el asesinato de Javier
Chocobar en Tucumán.
Hoy, 12 de octubre
de 2017, el modelo extractivista iniciado en 1492 sigue avanzando a costa de la
exclusión, la represión y la muerte de los pueblos indígenas y campesinos,
mientras las fuerzas represivas del Estado siguen estando a disposición de los
intereses de los grandes capitales nacionales y extranjeros. Y también hoy, nos
seguimos preguntando dónde está Santiago Maldonado, desaparecido en democracia
en el marco de la fuerte represión que Gendarmería llevó adelante el 1 de
agosto en el territorio de Pu Lof en Resistencia Cushamen.
Toda esta historia
de atropellos, sangre y violencia (en sus múltiples formas) y el genocidio que
continúa por otros medios es graficado como un partido de fútbol en el que se
intercambian banderines, como se intercambió la biblia por la tierra. Pero este
“intercambio” no tuvo nada de juego y diversión, fue -y continúa siendo- una
relación sumamente desigual e injusta. Y es aún una de las mayores deudas de
nuestra democracia.
En este
sentido, para algunos resultará una exageración vincular el grito de
“tierra a la vista” de 1492 con la desaparición de Santiago Maldonado, sin
embargo, ambos sucesos son consecuencia de un mismo modelo. Uno que ya lleva
cinco siglos, igual.
@flortrentini
* Doctora en
Ciencias Antropológicas
Fuente: Notas
Periodismos Popular – 11 de Octubre de 2.017
https://notasperiodismopopular.com.ar/2017/10/11/12-octubre-genocidio-mundo/
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