Amigo, no puedo salvarte.
Puedo estar presente contigo,
ofrecerte la cordialidad de mi presencia,
pero no puedo salvarte.
Puedo escucharte. Llorar contigo.
Reír contigo. Dudar contigo.
Puedo compartir mi visión, si así lo deseas.
Puedo proponer mi punto de vista, si es que lo necesitas.
Pero no puedo hacer que tu dolor desaparezca.
No puedo darte respuestas.
No puedo sanarte.
No estás roto.
Entonces, amigo.
Llora. Ríe. Déjate caer al suelo, temblando.
Siente ira. Siente miedo. Siente el dolor más profundo.
Grita a todos los cielos.
Deja que tu corazón se rompa por completo.
Sólo puedo ofrecerte este santuario,
esta confianza, este suelo, esta calidez.
Pero no puedo salvarte.
Sólo puedo amarte.
Jeff Foster
Hermosa reflexión de vida buena... comparto tu trabajo José Javier, y tus ideales...
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