La reconocida antropóloga está
en camino de demostrar que los quipus también fueron una forma de escritura
tridimensional única en su género.
Cuando la antropóloga
Sabine Hyland llegó al centro poblado de San Juan de Collata, en la
frontera altiplánica de las provincias limeñas de Canta y Huarochirí,
fue recibida por las autoridades locales para investigar una caja que guardaba
antiquísimos documentos que datan del siglo XVII.
Más allá de la importancia
de los escritos, Hyland halló unos quipus inusuales: no estaban
confeccionados con hilos de algodón. En su elaboración se utilizó fibra de
vicuña, alpaca, llama, guanaco, venado y vizcacha. Otra novedad fueron sus
brillantes colores en diversos tonos de rojo, blanco, verde y amarillo. Por si
fuera poco fueron elaborados en 1750 –doscientos años después de la conquista
española– durante una rebelión indígena en Huarochirí.
Lo más sorprendente,
empero, fue comprobar que no se trataba de los típicos quipus de uso contable.
Los quipus de Collata fueron una forma de escritura cuyo mensaje está
aún por descifrar.
Como se sabe, el cronista
Martín de Murúa describió la existencia de quipus incas narrativos confeccionados
con fibras animales, similares a los de Collata.
“Se necesita más
investigación para determinar si los quipus incas son similares a los de
Collata –nos dice Hyland– tienen características similares y, por lo tanto,
podría haber sido fonético. Solo he podido descifrar dos nombres de ayllus de
Collata y no el resto. Sin embargo, esta es la primera vez que han encontrado
quipus fonéticos. Si se trata de un desarrollo del siglo XVIII de los pueblos
andinos, o si es una continuación del quipu fonético inca, igual sigue siendo
un hallazgo asombroso. Los quipus de Collata representan un sistema de
escritura verdaderamente tridimensional, en el que es necesario “sentir” las
fibras animales y la dirección del tejido. Tiene un significado igual para el
sentido de la vista, de los colores y disposición de las cuerdas. Nunca antes
se inventó un sistema similar en una cultura indígena”.
Hyland, antropóloga de la
University of St. Andrew de Escocia y con grado de “explorer”
de la National Geographic Society, recuerda un detalle interesante:
tuvo el cuidado de usar guantes para manipular los quipus, pero las autoridades
de Collata le dijeron que debía de tocarlos sin guantes para sentir la
verdadera domensión sensorial del tejido.
Hyland reveló que “en
estos momentos estoy estudiando el testimonio inédito de los rebeldes de
Collata que utilizaron estos quipus fonéticos. En el Archivo General de las
Indias hay más de 1500 páginas manuscritas de testimonios sobre esta rebelión.
Estoy pasando por esta evidencia de archivo para ver si pueden proporcionar más
información sobre el quipu”.
Tanto la caja como los
quipus son el secreto mejor guardado por las autoridades comunales de Collata. “Se
mantiene en secreto para miembros de la comunidad no iniciados”, sostiene Hyland.
Escrito
por Roberto Ochoa para La Republica (Lima-Peru)
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