Escrito por Luis Langarica
Arreola
Cuando los invasores
españoles tomaron el control político, de manera completa, lo poco que quedaba
de las culturas indígenas tuvo su fin, los descendientes de Moctezuma
Xocoyotzin, aceptaron encomiendas y se alinearon a la nobleza española
peninsular y criolla. Tan solo en la zona acolhua, los herederos de Nezahualcoyotl y Nezahualpilli se
convirtieron en caciques de Texcoco, al poco tiempo, perderían la influencia o
el reconocimiento del linaje, del que venían y que probablemente se perdió en
la penumbra; la zona tepaneca, quedó reducida a un simple cacicazgo local;
la triple alianza también perdió influencia y el poder que había adquirido,
pasando el tiempo, desapareció. Triste es recordar que donde hubo florecimiento
de los pueblos originarios (1519), ahora ya no quedaba casi nada.
El Estado español trató de
evitar que los indígenas gobernaran a nivel cabecera-sujeto; ellos –los
españoles- en un principio lo permitieron, así también permitieron que fueran
caciques rigiéndose y conservando su autoridad; pero las limitaciones llegaron
a mediados del siglo XVI, y con ello pasaban a una segunda fase del control y
de la hispanización política; en esta fase se eligieron a algunos elementos
indígenas para que desempeñaran cargos en los pueblos bajo el modelo de
gobierno municipal, tal como lo era en España.
Surge una institución
política más, el cabildo o consejo municipal; el cual se formaba con dos
figuras más: el alcalde y el regidor, formando gobierno con dos alcaldes y
cuatro o más regidores por cada gobierno municipal que había. Alcaldes,
regidores y consejeros municipales formaban la administración política, estas
formas fueron comunes para los pueblos originarios del resto de América.
El término gobernador no
era desconocido para los pueblos originarios, porque esta figura política ya se
contemplada dentro del gobierno tlatoani, conocida como gobernadoryotl,
sólo que, los españoles la veían separadamente, (gobernador o juez-gobernador).
El español veía normal el uso de este término en un principio porque el cacique
desempeñaba ambas cosas a la vez, (siglo XVII); pero lo que no aceptaban era la
combinación tlatoani-gobernadoryotl, pero este ya se aplicaba en Texcoco,
con la familia Pimentel; Tacuba, con la familia Cortés; Coyoacán, con Juan de
Guzmán; Iztapalapa con Alonso Axayacatl y así sucesivamente en otros pueblos.
Los españoles insistían en
que se separaran los términos, para introducir e imponer al gobernador
no-tlatoani; para establecer gobiernos elegidos o designados se presentaban
algunos problemas difíciles de solucionar, cuando la sucesión se encontraba en
disputa o el heredero era muy joven para gobernar, un ejemplo, en Chimalhuacán
Atenco, Atzcapotzalco, se presentó el caso que el cargo de gobernadoryotl no
podía darse porque el heredero era menor de edad, por tal motivo, el cargo fue
dado a una persona mayor o adulta no tlatoani, de esta manera las nuevas
instituciones españolas, empezaron a reducir las facultades de los caciques
hereditarios.
En Coyoacán, empezaron los
tlatoques a buscar las postulaciones como gobernadores, es decir, compitiendo
con aquellos que tenían pocas prerrogativas o períodos cortos, en cada cabecera
era diferente la aplicación del nuevo modelo, de ahí que fue necesario se
hicieran modificaciones a los procesos electorales locales, y empezaron por
Texcoco, Tacuba, Tenochtitlán, Tlatelolco, y en otras regiones del Valle de
México.
El imperio español tenía
dentro de sus planes, restringir aún más o borrar toda autoridad que los
gobiernos indígenas habían tenido ejerciendo gobierno, así como prohibir la
transición del gobierno tlatoani y gobernadoryotl. En Tenochtitlán, después que
los españoles asesinaron a Moctezuma Xocoyotzin, en 1520, le siguió en el
gobierno su hermano Cuitlahuac, tlatoani de Iztapalapa, pero su gobierno duró
pocos meses, pues murió por una epidemia que se propagó en la región;
Cuauhtémoc, es decir, (Cuauhtemoctzin) siguió al mando, pero fue capturado y
después asesinado por Hernán Cortés, poco después que terminó la conquista de
Guatemala en 1525; los gobernantes de la Gran Tenochtitlan, permanecieron muy
poco tiempo en el poder, debido a que en un período muy corto, se cometieron
toda una serie de asesinatos o crímenes, ordenados por Cortés.
Después de Cuauhtémoctzin,
último de la dinastía mexica, llegó al poder Juan Velázquez Tlacotzin, también
muere a poco tiempo del regreso de la expedición a Guatemala, le sigue en el
gobierno Andrés de Tapia Motelchiuhtzin, jefe guerrero, servidor cuauhtlatoani
en Tenochtitlán, él mismo se consideraba amo pilli (no noble), zan
cuauhpilli (sólo guerrero noble), pero, para los españoles sólo era un
esclavo más; después de su muerte en la expedición de Nuño de Guzmán, le
sucedió al gobierno Pablo Xochiquentzin, que era zan calpixcalli, (sólo un
noble calpixqui) el que guarda los tributos, fungió como cuauhtlatoani de
Tenochtitlán hasta su fallecimiento en el año 1536.
La dinastía de
Tenochtitlán fue restablecida hasta el año 1530, siendo el primer gobernador
Diego Huanitzin Panitzin, nieto de Axayácatl, hijo de Tezozomo y hermano de
Moctezuma Xocoyotzin. Antes de ser electo al nuevo cargo, fungió como tlatoani de
Ecatepec, además fue el primero en recibir el título del cargo, por el nuevo
gobierno virreinal. Después fue electo Diego Tehuetzqui, nieto de Tizoc, tío de
Moctezuma, siendo el segundo gobernador en 1540 hasta principios de 1550; en
1554 se estableció un nuevo gobierno, con Esteban de Guzmán, que antes había
sido gobernador de Xochimilco, (1554-1557); el siguiente sucesor fue Cristóbal
de Guzmán Cecepatic, hijo del primer gobernador Diego Huanitzi, (1557-1562). El
último descendiente de la dinastía fue Luis de Santa María Cipac, nieto de
Ahuitzotl, (1563-1565) año en que falleció, con él termina la dinastía familiar
y, al no haber más descendientes ocuparon los cargos de gobernador gente de
otros lugares, pipiltin (señores importantes) y otros no pipiltin,
mestizos no conocidos, si eran pipiltin o macehuales (no nobles).
En 1568, Francisco
Jiménez, principal de Tecamachalco fue designado el nuevo gobernador, sus
sucesores fueron Antonio Valeriano, informante de los cronistas españoles,
Bernardino de Sahagún y Juan de Torquemada; Antonio Valeriano amo pilli (no
noble), representó la nueva cultura indígena hispanizada, casándose con la hija
de Diego Huanitzqui, gobernó 20 años (1570-1590); después su nieto, Antonio
Valeriano, el joven, ocupó el cargo el año 1620.
En Texcoco, segunda
cabecera de la Triple Alianza, quien gobernó después de la muerte de
Nezahualpilli, fue Cacama, hijo de éste y de la hija menor de Moctezuma, fue tlatoani de
Texcoco, y muere prestando batalla en la resistencia de Tenochtitlán, (1520);
entonces Cortés nombró sucesor, a Cuicuizcatl, hermano de Cacama. El tlatoani
que se rindió a Hernán Cortés (1521) fue Coanacochtzin, también hijo de
Nezahualpilli, fue bautizado con el nombre de Pedro Alvarado. Otro hijo más de
Nezahualpilli fue Hernando Ixtlixochitl, protegido de Cortés, éste ayudó a la
reconstrucción de Tenochtitlán y acompañó a Cortés en la expedición de
Honduras. Coanacochtzin fue asesinado por Cortés.
Después continuaron
algunos gobiernos de corta duración, fue cuando Cortés nombra a Hernando
Ixtlixochitl, tlatoani de Texcoco; otros dos hijos de Nezahualpilli,
–Jorge Yoyontzin y Pedro Tetlahuehuequintzi, gobernaron después de la muerte de
Ixtlixochitl, en 1531.
En Tacuba, el tlatoani era
Totoquihuatzin (1519), murió por la invasión española a la ciudad, su sucesor
Tetepanquetzatzin, fue asesinado por Cortés, junto con los demás tlatoques de
Tenochtitlán y Texcoco. De 1525 a 1550 varias personas ocuparon el cargo,
designados con el título de señor, cacique o gobernador. A partir de 1550 la
sucesión recae en Antonio Cortés Totoquihuatzin (hijo). En 1590, el cacique de
Tlaxcala, Leonardo Xicotencatl, fue electo gobernador.
Los nuevos gobernadores no
tlatoanis, en su mayoría procedían de los principales, y en algunos casos eran
gente de afuera, designada por los virreyes para que asumieran el gobierno en
momentos difíciles. Así surgieron nuevos gobiernos en Xochimilco, Tecamachalco
y Tlaxcala. Hubo algunos gobernadores llamados “profesionales”, es decir,
cambiaban de un lugar a otro bajo el título de gobernadores. A principios del
siglo XVII, el historiador Fernando de Alva Ixtlixochitl, fue nombrado
gobernador de Tlamanalco y, después en Texcoco; Jerónimo López, fue gobernador
de Tenochtitlán, Tlatelolco, Texcoco, Xaltocan y Tecama.
El Códice Aubin, señala el
cómo se establecieron las alcaldías en (1549), y el cómo se implementaron
nuevas instituciones, que para el caso de los españoles, éstos gobernaban
solos, para el caso de nuestros pueblos originarios, era de gran importancia
(nombrar los consejos). La frase de “orden y sistema” consistía en la
distribución y rotación de los cargos del cabildo, esto sucedía entre los
cuatro barrios de Tenochtitlán: Santa María Cuepopan, (Tlaquechiuhcan); San
Sebastían Atzacualco; San Pedro Teopan (Zoquipan) y San Juan Moyotlán.
Los regidores servían en
el puesto, por un término de un año, pero a veces se prolongaban, haciendo
algunas variaciones. Las prohibiciones contra la reelección inmediata fue
constantemente violada, tanto en cabeceras chicas y grandes. Los virreyes
tenían la facultad de desaprobar los resultados de las elecciones, éstas podían
realizarse en tecpan, en locales de los cabildos, en la casa del
gobernador, en la iglesia o en cualquier otra parte. Muchas disputas
electorales eran de carácter personal y no por cuestiones políticas o
principios ideológicos.
Para los pueblos
originarios el sistema utilizado para elegir a un gobernante, era flexible,
servía para la prolongación o para derrocar a cualquier administración
inservible; los funcionarios indígenas en la etapa colonial, viajaban a la
Ciudad de México, a recibir la constancia o confirmación del virrey de su
cargo, tal como lo acostumbraba hacer el tlatoque, antes de la invasión imperial,
viajando a Tenochtitlán para recibir la constancia por parte de Moctezuma; los
funcionarios recibían sus varas de autoridad y se les fijaban sus obligaciones.
Las funciones de los
cabildos se relacionaban casi siempre, con todos los procesos políticos de
rutina de las cabeceras y los sujetos; realizaban reuniones ordinarias y
extraordinarias durante todo el año.
Aparecen las residencias,
es decir, funcionarios que se introducían en los nuevos gobiernos indígenas y
españoles, su funciones eran llevar un registro que se empleaban en los asuntos
políticos o aplicables en cualquier circunstancia, así llegaban a ventilarse
casos de malversación de fondos, disputas, riñas, etc. En 1544 sólo había un
escriba por cada pueblo o cabecera, Xochimilco, Tecama, Chalco Atenco,
Xaltocan, Cuitlahuac y Cuautitlán.
Los escribanos indígenas
hispanizados en su mayoría, eran empleados en los tribunales y los cabildos,
eran especialistas en las copias de documentos y buenos copistas en los
tribunales; cada comunidad los tenía, dependiendo el tamaño de ésta. El papel
que desempeñaban los escribanos hispanizados era similar al que desempeñaba el tlacuilo o
dibujante de antes de la colonización.
Los mayordomos eran otros
funcionarios, responsables de las propiedades de la comunidad: administradores
de tierras comunes, rebaños de ovejas, la cárcel o cualquier otra posesión que
requería mantenimiento y que redituaba algún ingreso; muchos pueblos contaban
con el servicio del mayordomo en el (siglo XVI). Hubo otros funcionarios
menores: alguaciles, recaudadores de impuestos, los que guardaban el orden, los
que servían en las cárceles, etc., puede decirse, todos aquellos que
proporcionaban servicios y que, para conservar el trabajo se requería que
cubrieran sus sueldos o salarios; los salarios de los gobernadores era en base
a según las circunstancias de cada municipio, ejemplo, Texcoco era una
comunidad grande, el gobernador percibía 300 pesos anuales; en 1628, esta
comunidad había sido reducida, en cuanto al tamaño e importancia, el salario
del gobernador se redujo a la mitad, es decir, 150 pesos anuales.
A través del tiempo, los
gobiernos indígenas observaron que, debido al mismo desarrollo o crecimiento
los sujetos, se transformaban en cabeceras y estos requerían nuevos y distintos
alcaldes y gobernadores. El tecpan, (lugar de la casa de piedra o palacio) era
donde se dirimían los problemas comunes de la gente; Tenochtitlán y Tlatelolco
iniciaron las construcciones de estos centros (1576-1581); otros pueblos
también los construyeron para los cabildos, litigios, archivos, suministros de
agua, ceremonias y recibidores para la visita del virrey.
En los siglos XVII y
XVIII, los caracteres propios de los indígenas se fueron perdiendo, por el
control de los españoles (1721), la población tenochca y tlatelolca fueron
obligados a estar presentes en la celebración o festejo del bicentenario (200
años) de la conquista , y los beneficios recibidos por la iglesia (sic). Este
hecho, para la mayoría fue una burla y una ofensa inaudita. Los gobernadores de
Tenochtitlán y Tlatelolco tenían como rutina el conteo de los presos; debido a
que las cárceles eran edificaciones de adobe o barro, por lo tanto, había fugas
de presos con mucha frecuencia.
Los españoles gobernaron
las comunidades indígenas, durante 30 ó 50 años, ellos mismos o a través del
tlatoque, (jefes indígenas controlados o manipulados por ellos), con esto vino
a completarse la hispanización de los gobiernos indígenas y el rechazo
expresado a la autoridad tlatoque, el fin era introducir los cabildos
municipales, en las comunidades indígenas, para controlar las finanzas de los
municipios indígenas. La alcaldía de Tenochtitlán se guiaba de acuerdo al
calendario azteca, pero fue por corto tiempo, debido a que las presiones
españolas aumentaban exigiendo los tributos y la mano de obra sobre-explotada.
La actitud asumida por los
indígenas, en los nuevos cargos de gobiernos era pasiva, con poco interés, las
funciones fueron desatendidas por estos, al grado que las autoridades de la
alta jerarquía española, obligaba a que los alcaldes y regidores electos
cumplieran con el puesto político; en cambio estos cargos eran considerados, no
como una afirmación espontánea de dominio, sino como una obligación exigida por
los españoles; en la población indígena siguió prevaleciendo un sentimiento de
rechazo a la ambición remarcada en los españoles peninsulares; en alguna
ocasión, el obispo Juan de Palafox lo confirmó en el siglo (XVII), en realidad
eran pocos los indígenas que aspiraban a ser gobernadores o alcaldes.
Para los gobiernos
indígenas era una tradición histórica, la participación de viejos y ancianos en
el ejercicio de gobierno, y es que, la influencia que estos daban, a pesar de
la conquista y de todo el período colonial, ésta se mantuvo; dicha influencia,
era consensuada en cuanto a la duda o la simbología indígena, cuando esta era
puesta a prueba, o cuando la tradición de la comunidad estuviera en peligro.
Visto esto los españoles, empezaron a seleccionar a jóvenes para que ejercieran
el gobierno o poder político, en abierto rechazo a las tradiciones de los
pueblos originarios; no tardó que asumieran los cargos políticos jóvenes,
inexpertos y manipulables por la alta jerarquía o la plutocracia española.
Desde entonces, se puede
decir, que hubo y ha habido una crisis generacional en la transición de
gobiernos subsecuentes. Los pueblos originarios consideraban que la autoridad
especial estaba en la edad avanzada o venerable; a los ancianos los
consideraban guardianes de la herencia de la comunidad, los que estarían
dispuestos a desafiar a cualquier autoridad exterior, en defensa de la
comunidad y del pueblo.
El Maestro Lombardo
Toledano, precisa la situación que prevaleció en el siglo XVI …”Las bases
históricas de la nación mexicana las establecieron los conquistadores, al
imponer a las poblaciones aborígenes las instituciones que prevalecían en
España, empeoradas para lograr mayores provechos: la propiedad privada de los
instrumentos de la producción económica y las formas feudales y esclavistas
para la explotación de las haciendas y de las minas; los servicios gratuitos
para las obras públicas y multitud de contribuciones que exprimían al máximo el
trabajo de los indígenas y estancaban el desarrollo material y social del
país.”
“Los mexicanos y los
latinoamericanos queremos construir una América nueva, que deje de ser la
asociación de una metrópoli y de veinte colonias, y se convierta en una alianza
de repúblicas soberanas e independientes, patrias definitivamente construidas,
grandes, respetadas y respetables, habitadas por pueblos felices e
independientes, que tengan acceso verdadero y fácil a los beneficios de la
civilización y la cultura”.
Bibliografía
Algunos datos fueron
tomados del libro “Los Aztecas bajo el dominio español”, 1519-1810” de
Charles Gibson. Siglo XXI América Nuestra.
Del Libro, El Estado
y la Iglesia. del Maestro Vicente Lombardo Toledano.
Del libro México y América
Latina: Quinientos años de Lucha editado por el CEFPS-VLT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario