Las Jasy, Arami, Panambi e Yvoty cada
vez son más. Lo que para unos puede parecer una moda, para otros es reivindicar
no solo un idioma, sino toda una concepción del mundo que fue tan perseguida.
Cuando hace 525 años Colón pisó tierras
americanas, por aquí nadie se llamaba ni de acuerdo con el almanaque Bristol ni
según la novela turca de moda. Los guaraníes se inspiraban en los nombres de
plantas, animales, flores y aves, que existían en su entorno, o en elementos
religiosos o de la mitología.
Desde aquellos días la historia dio
varias vueltas. En tiempos del presidente Carlos Antonio López (1842-1862) los
apellidos guaraníes de las personas fueron sustituidos por el decreto del 7 de
octubre de 1848. Así fue que quedaron en el olvido los Aravera; Arapysandu,
Aregua (oriundo de Are), Ariju (firmamento amarillo), Kandiju, Karakara,
Kuarahy.
A lo largo de los años el guaraní libró
diversas batallas y a nivel oficial obtuvo un primer atisbo de triunfo en la
Constitución de 1967, cuando fue reconocido por primera vez como lengua
oficial. Más tarde, en 1992 una nueva Carta Magna lo eleva a idioma oficial
junto al castellano.
En el medio de este proceso comenzó a
abrirse un nuevo frente. Se podría estimar que en la última década muchos
padres comenzaron a poner nombres guaraníes a sus hijos.
En un registro de 100 nombres nuevos en
guaraní, de la Dirección del Registro Civil, se pueden reconocer algunos de los
más utilizados: Jasy, Arami, Panambi, Ysapy o Yvoty, que se comienzan a
utilizar aproximadamente desde los últimos 15 años. Pero en la lista hay otros
también, que son menos conocidos, estos son los nombres utilizados por los
mismos indígenas, quienes son los que –de hecho– más los adoptan.
Saite y Sunu. Isabel Portillo es
profesora de guaraní, tiene dos hijos y ambos llevan nombres en guaraní. Para
ella es muy significativo, porque es "algo que va a quedar en su vida
siempre, como un regalo". La mayor, Luana Saite (arisca o salvaje), 12 y
el más pequeño, Santino Sunu (trueno o estampida), 4.
"El nombre en guaraní decidí yo
sola, y el otro eligió su papá, fue una negociación", comenta Isabel y
admite que al principio hubo un poco de resistencia por el otro lado de la
familia, dada la preocupación por los problemas que pudieran presentarse en la
escuela, por ejemplo. "Yo le digo Saite", afirma la orgullosa madre y
explica que ahora la hija prefiere un poco más su primer nombre, "pero
cuando era más chica le gustaba Saite, decía que era una guerrera salvaje. Yo
creo que más adelante se va a dar cuenta de lo lindo que es su nombre; también
va a entender lo que yo siento, que es una reivindicación del guaraní, que tan
perseguido fue a lo largo de la historia".
En cuanto el pequeño Santino Sunu, según
su abuela, Teresa Mereles, él usa más su nombre en guaraní, tal vez porque es
más corto, "pero sin dudas parece que adopta la personalidad de su nombre,
es bastante inquieto y cabezudo".
Identidad. ¿Por qué después de tanto
tiempo los paraguayos se deciden a nombrar a sus hijos con nombres en guaraní?
Angélica Otazú, investigadora de lengua
y cultura guaraní, considera que responde a una búsqueda de identidad, "de
acuerdo a mis pesquisas, prefieren un nombre guaraní no solamente porque suena
bonito sino también porque tiene un significado interesante. Por otro lado,
algunos padres no pudieron inscribir a sus hijos con nombre guaraní, porque en
el Registro Civil no existía ninguna lista de nombre guaraní, solo en
castellano. Puede ser un factor que haya impedido que se tenga nombres en
guaraní".
Otro aspecto de este boom es que los
nombres que se usan no siempre coinciden con los que utilizaban los guaraníes
hace casi 500 años.
Según la investigadora, en algunos casos
coinciden con los nombres guaraníes tradicionales y/o sagrados y en otros no.
"Por ejemplo entre los nombres actuales en guaraní encontramos: para
varones Maitei (saludo); Marangatu (santo, bueno); Itati (piedra blanca);
Ñamandu (dios guaraní); y para mujeres, Anahi, Ñasaindy (luz de luna), Arami
(cielito), Jeruti (una especie de paloma), Yvera (agua resplandeciente), Ysapy
(rocío), Ysapy Ko'êju (rocío de la mañana), Yvoty (flor), Yrasêma (murmullo de
las aguas).
Prohibido. Fabián Chamorro, historiador
militar, señala que el idioma guaraní no fue perseguido solamente por don
Carlos, sino también por los gobiernos posteriores a la Guerra de la Triple
Alianza.
Pero es bien sabido, asevera, que
Francisco Solano López hablaba perfectamente guaraní, "se comunicaba con
sus tropas en guaraní, su comandante más importante, José Eduvigis Díaz,
hablaba solamente guaraní".
Chamorro comenta un relato de Juan
Crisóstomo Centurión, de cuando iba a la escuela en Itauguá, y cuenta que
cuando el profesor del plurigrado escuchaba que alguien hablaba en guaraní,
sacaba una especie de prenda, y esa prenda pasaba al siguiente infractor, o
sea, a quien iba incurriendo en la falta del guaraní iba pasando la prenda. Y,
cuando llegaba el fin de semana, se le aplicaba un castigo físico a la persona
que tenía la prenda.
La historia se toma sus revanchas. De
alguna manera, el boom de nombrar a los hijos en guaraní puede parecer una
moda, pero logra reivindicar un capítulo de nuestra historia que tiene que ver
con algo tan esencial como nuestra identidad. No tenemos que olvidar que,
después de todo, para los guaraníes, el nombre representa un pedazo de su alma.
Escrito por Brigitte Colmán
bcolman@uhora.com.py
Diario Ultima Hora – 28 de Mayo de 2.017
muy lindo !
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