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Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

miércoles, 17 de junio de 2020

Güemes captura una fragata inglesa con la caballería


Liniers nombra a Pueyrredón en la comandancia de los voluntarios de Caballería, de esas filas era parte don Martín Miguel de Güemes como el cadete del Fijo. Allí tendrá su bautismo de fuego justamente bajo las órdenes de Pueyrredón. Así, al caer la tarde del 12 de agosto, el joven Güemes, al mando de un grupo de jinetes montados con el agua hasta el cuello de los caballos, tomó la fragata de bandera inglesa conocida como “Justina” que por la bajante de las aguas, había quedado varada en el río. Es un hecho inédito en la marina que un buque sea tomado por caballería. Más tarde, Güemes será recordado en la historiografía salteña, como uno de los más lúcidos guerreros de la Independencia, y reconocido héroe de la Nación Argentina.

Se puede leer en el Güemes Documentado, tomo I, página 71 en adelante, una publicación realizada por el capitán Alejandro Gillespie que fue escrita en Londres luego de ser liberado en 1818. Es una especie de diario personal cuya traducción se publicó en la Argentina en 1921, bajo el título de “Buenos Aires y el interior”. Y dice así: “En ocasión en que Pophan pasa por Santa Elena con rumbo a Buenos Aires, dice Gillespie que se ordenó, como refuerzo, 100 hombres de la guarnición, con todos sus enceres de campaña, se embarcarán en el “Justina”, barco mercante de 26 cañones. Este destacamento del cuerpo de Santa Elena fue una adición valiosa, pues la mayoría de ellos eran artilleros y tiradores excelentes”.

El momento en que el “Justina” es abordado y tomado frente a Buenos Aires, lo relata así: “Había un buque mercante en este tiempo que se había acercado a la ciudad para traficar, que nos fue de utilidad esencial. “El Justina” de 26 cañones, una vez alijado, fue tripulado con oficiales y 100 marineros de la escuadra, a demás de su dotación. El día de nuestra rendición peleó bien y con sus cañones impidieron, todos los movimientos de los españoles no solamente por la playa sino en las diferentes calles que ocupaban, también expuestas a su fuego. Este barco ofrece un “fenómeno en los acontecimientos militares”, el haber sido abordado y tomado por caballería al terminar el 12 de agosto de 1806, a causa de una bajante súbita del río” (págs.78 y 79; cf. Pág. 46).
El “Justina” cuya mesana, conforme se verá, había sido tronchada de un cañonazo el día anterior, constituyó –demás esta decirlo- un glorioso trofeo y una valiosa presa. Dice Bauzá que “Formó parte de los trofeos la fragata inglesa desarbolada por la batería del retiro y un bergantín cargado de trigo” (tomo I y II pág. 403). En Lobo a su vez leemos: “El único provecho de los reconquistadores, procedente de intereses enemigos, fue el apresamiento de una fragata mercante y de un bergantín, ambos ingleses; aquella con mercancías, que había ya comenzado a descargar, y este con trigo” (tomo I, Pág.432). El tradicionalista argentino Pastor S. Obligado, publicó en el diario La Razón del 12 de agosto de 1920, con su firma facsimilar al pie, un artículo titulado “Güemes en Buenos Aires”, y, en ese mismo año, adjuntó copia de una carta a la señorita Benita Campos, de Salta, quien la publicó en la revista Güemes Nº 57, del 20 de febrero de 1921, de la cual era su directora.

Sobre la intervención de Güemes en la toma del “Justina”, el Güemes Documentado expresa lo siguiente: Transcribiremos a continuación casi por completo dicho artículo. Es de destacar como el autor da como protagonista del episodio del “Justina” a Güemes. Sus aseveraciones al respecto son, a nuestro juicio, valederas. Tanto es así, que en medio siglo transcurrido desde su publicación, jamás han sido objeto de reparo alguno, sino tomados invariablemente como fidedignas (Hoy ochenta y nueve años desde su publicación).

“Antes de ser general fue soldado, como ante todo Salteño, y sobre todo, patriota de nacimiento”.

“Afiló la espada que había de sablear chapetones hasta más lejana frontera en piedras de estas calles, ensayando las memorables cargas de su renombre por sierras y montañas, en la playa del Plata, cuya bajante dejó en seco al buque de guerra ingles, cooperando a su abordaje”.

“Pues que hoy cumple 114 años (ahora 203 años, y en el año 2006 se cumplió el bicentenario) que recibió su bautismo de fuego en las aguas de este río, conmemoraremos sus hazañas, bien sea al pasar, como rápido pasó al galope triunfante de su infatigable caballo de guerra, tan brioso como su gentil caballero, que sólo desmontara cuando bala enemiga le postró en la contienda”.

“El combate había terminado después de dos horas de rápida acción (12 de agosto de 1806), llevada con toda energía por soldados bisoños que el amor a la tierra improvisó, doblando expertos veteranos que venían de vencer soldados de Napoleón en San Juan de Arce. Pueyrredón acababa de arrebatarles su estandarte (regimiento número 71) colgado en la basílica de Santo Domingo, y el general Beresford, tirado su espada desde el Fuerte, conservada en el Museo Histórico. Saliendo a entregarse prisionero, e intranquilo entre la gritería de multitudes hostiles, se oyó la voz del comandante Quintana que lo acompañaba:

“Pena de la vida a quien insulte prisioneros”.

“Cercanas las sombras de lluviosa tarde de invierno, se reunía un grupo de jefes y oficiales al pie del asta- bandera en el bastión Norte, contemplando satisfecho el real pabellón flameando en la altura que los ingleses se apresuraron a izar. Criollos, uruguayos y españoles comentaban diversos episodios, ponderando exaltados a quién correspondía el honor de la jornada, cuando llego el futuro “Virrey de la victoria”, dialogando agitado con Gutiérrez Concha, jefe de la escuadrilla que transportara los auxiliares de la Colonia. Seguíale de cerca “bizarro joven de brillante uniforme”, que inclinado desde su niñez a la noble carrera de las armas en que sus nobles abuelos se distinguieron, había llegado el último año del siglo anterior desde las alturas de Salta (nido fecundo de patriotas) a la capital del virreinato, incorporándose en el regimiento del Fijo así llamado por su residencia en ella”.
“Pronto su comportación y activo desempeño en diversas comisiones, le promovieron ascenso de cadete a alférez y subteniente, antes de formar en el regimiento de húsares, cuyo primer jefe fue aquí Pueyrredón, y en el de Salta Güemes. Mandado la víspera al encuentro de Liniers para informarle la situación de la Plaza y elementos acercados en sus inmediaciones, incorporado a sus ayudantes del cuartel general, le hizo quedar desde ese momento…”

“Todos callaron atentos a la conversación de los jefes, cuando Liniers acentuando observaciones por las que Concha le traía a lo alto de la batería, dijo – Efectivamente parece estar varado”. Y dando vuelta, agregó:“-¡A ver el catalejo! – que el ayudante se apresuró a alcanzarle”.

“Concluida su observación, al devolver el anteojo al ayudante más inmediato dijo:

- Ud. que siempre anda bien montado; galope por la orilla de la Alameda que ha de encontrar a Pueyrredón , acampado a la altura de la Batería Abascal, y comuníquele orden de avanzar soldados de caballería por la playa, hasta la mayor aproximación de aquel barco, que resta cortado de la escuadra en fuga”.

“Menos tardo el ayudante Güemes en recibir la orden, que en transmitirla, como los gauchos de Pueyrredón, ganosos porque no se les escapara la presa en salir al galope tendido por la playa.”Con el agua al encuentro de sus caballos rompían el fuego las tercerolas, cuando asomó el jefe, haciendo seña con un pañuelo blanco desde el alcázar de popa, rindiéndose…!”

Hay en el artículo de Obligado, otras afirmaciones igualmente ajustadas a la verdad histórica: “Usted que siempre anda bien montado, galope por la alameda”… dice Liniers a Güemes. Este estaba montado porque acababa de llegar de la Candelaria, como se colige de lo que ya se ha dicho, mientras que los demás oficiales que rodeaban a Liniers carecían de cabalgaduras. Veamos dos pruebas de esto: “Apenas tuve los caballos y mulas necesarias para arrastrar la artillería y carros de municiones: mis oficiales mismos casi todos a pié…Liniers hablando de los instantes previos a su triunfo”, B., de Mayo, tomo I, pág. 144, llamada 11).

“Fue preciso detenernos... por el mal estado de los caminos y falta de caballos para el tren volante, por haber muerto la mayor parte las noches anteriores” (Capitán de fragata Juan Gutiérrez de la Concha al Secretario de EstadoEspañol 15 de agosto de 1806, en la Reconquista y defensa de Buenos Aires, editado por Peusser, Bs. As. 1947, pág. 229 y en colección “Coronado”, pág. 97). “Comuníquele orden de avanzar soldados de caballería por la playa hasta la mayor aproximación de aquel barco” La única tropa montada eran entre 40 y 60 gauchos comandados por Pueyrredón, a quién se le ordenaba destacase algunos de sus jinetes por la playa hasta aproximarse al “Justina”.

Las dos citas siguientes son asaz ilustrativas con respecto al número de dichos jinetes y a sus funciones habituales en el ejército. “No podíamos acercarnos antes de recibir socorros, constando solo nuestro ejercito de 1.120 hombres la mayor parte milicias y de unos 40 a 60 paisanos a caballo que hacían el útil servicio de mantener avanzadas a larga distancia del ejercito” (oficio recién citado de Gutiérrez de la Concha). “Desde allí hasta el día de la toma de la Plaza fue continuado estos auxilios y a demás el importantísimo que hacía la caballería de su mando, en partidas avanzadas hasta la ciudad”. Así se expresaba Liniers hablando de Pueyrredón y de su gente montada (Archivo Pueyrredón, tomo I, Pág. 54).
“Incorporado a sus ayudantes del cuartel general le hizo quedar desde ese momento”. Según esto, Liniers decide que Güemes, desde que llega a La Candelaria, se queda en Buenos Aires y lo incorpora al grupo de sus ayudantes en el cuartel general. Para ello habrá tenido en cuenta sin duda los buenos antecedentes y su vehemente deseo de combatir, amén de que el joven no habrá dejado de traslucir su decepción por la públicamente objetada actitud de Sobremonte, a cuyas directas órdenes pensaba que habría de continuar en forzosa inactividad bélica.

“Prescindiendo de ligeros anacronismos (llegada a Buenos Aires en 1799, en vez de 1805, vestir brillante uniforme en la reconquista, cosa que no sucedió hasta pocos días después). Hay en todo lo que dice Obligado gran responsabilidad y coherencia, como el lector lo habrá podido comprobar. Esto nos lleva a sostener, que la omisión de Gillespie ha sido salvada, es decir, que quién encabezo la toma del “Justina” no fue otro que Güemes. La bandera del “Justina”: (Güemes Documentado tomo I Pág. 80) “La bandera conocida como del Retiro” era la del “Justina” y que ella fue conquistada por Güemes al apoderarse éste del barco en la forma ya expuesta.

Alberdi, en proceso a Mitre, capítulo XVI (Ed. “Calden”, Bs, As., 1967. pág. 147), se expresó así: “Güemes bajo las órdenes de Liniers pelea en las jornadas de 1806 1807 en Buenos Aires, contra los ingleses y contribuye a arrancar las banderas que decoran hoy los templos de la orgullosa Buenos Aires”. Realmente las banderas que se guardan en esta ciudad, son tan solo las tomadas en 1806, dos del regimiento nº 71 y dos de marina, una de estas últimas, la del buque “Justina”, abordado por Güemes. En cambio las dos tomadas en 1807, fueron remitidas por Liniers a Córdoba, donde actualmente se encuentran (La Reconquista y la Defensa edición Peuser, 1947, páginas 248, 249). La expresión de Alberdi ha de entenderse pues, como alusiva al año 1806 en particular.
En la actualidad esas aguas cruzadas por gauchos a caballo capitaneados por Güemes, ya no son mas aguas. El lugar que cubría ha sido ganado al río. Es tierra firme y, en ese punto geográfico en que el prócer conquistó un trofeo, hoy se yergue una torre anteriormente denominada “de los ingleses”, y hoy llamada “de Malvinas”, que es réplica de la torre de Londres. Muy justo sería que se pusiera en dicho lugar una placa conmemorativa y de reconocimiento a la persona del Cadete Martín Miguel de Güemes y los húsares y gauchos de Pueyrredón, por la toma del “Justina”, efectuada en 1806.

Luis Mesquita Errea, dice que: “Liniers vence la cruzada. La Virgen del Rosario de la Reconquista y defensa de Buenos Aires recibe los trofeos de los regimientos que se midieron con los mejores ejércitos europeos, derrotados por el coraje y la Fé de argentinos uruguayos y bolivianos, hermanos en el Virreinato”.

El día 13 de agosto de 1806, son enterrados los restos de los caídos en batalla, mientras tanto el comodoro Popham, se repliega hasta Ensenada evacuando así la Ciudad. Viendo la actitud del virrey Sobremonte que había indignado al país, en especial a Buenos Aires donde para proveer a la defensa del territorio amenazado de una nueva invasión (y dado que la escuadra inglesa permanecía dueña del Río de la Plata), se celebró con fecha 14 de agosto, un Cabildo Abierto, con la presencia de más de 100 vecinos, encabezados por Pueyrredón, Albarden, Paso y Campana entre otros, los que solicitaban el nombramiento del jefe de la Reconquista, el general Liniers, el mando en jefe de las armas, reasumiendo el político la Audiencia, por ausencia del Virrey, según las leyes fundamentales de la monarquía. Producida la reconquista de Buenos Aires, el Congreso General reunido el 14 de agosto resolvió encomendar a una junta de guerra el estudio y solución del problema para resistir a nuevos intentos que se aseguraba, realzarían los ingleses y se nombró, a la vez, al capitán de navío don Santiago de Liniers, comandante general de armas.

Con fecha 16 de Agosto, Liniers, arregla en la capitulación de las fuerzas inglesas que la rendición tuvo tácitamente el carácter de una entrega a discreción, de acuerdo con los términos aceptados y suscripto por las dos partes, los prisioneros ingleses debían ser embarcados con armas y bagajes en sus transportes y remitidos a Europa, para ser canjeados con prisioneros españoles. En el pueblo se produjo un descontento total al punto de querer sublevarse contra su ídolo y caudillo por dicha determinación. Con esto Liniers se vio obligado a ceder a la imposición y protesta generales, anulando el tratado que libremente firmara con el jefe británico y cuya cláusula principal se refería precisamente a la devolución de los prisioneros. Conservados estos al principio en la capital, el pueblo y el Cabildo exigieron a Liniers que los internase. Los oficiales fueron entonces distribuidos en los fuertes y fortines de la campaña de Buenos Aires. A Luján, se trasladó a Beresfort, el coronel Park y siete oficiales más, trece a Capilla del Señor, treinta y dos a San Antonio de Areco, uno a San Nicolás, cuatro a la estancia de Marcos Zavaleta. La tropa fue enviada a las provincias del interior por grupos, a fin de facilitar su conducción y custodia: el primero (400 hombres) fue destinado a Mendoza y San Juan, por mitades; el segundo, de 500 hombres y escoltados por milicianos de Tucumán a las órdenes del ayudante mayor Juan Ramón Balcarce, siguió al norte, destacando 50 a San Luís y dejando otros 50 en la Carlota, 15 en Córdoba, 200 en San Miguel de Tucumán y 50 en Santiago del Estero. El tercer grupo, de 300 prisioneros, fue llevado a Córdoba. Se encomendó además a una junta de Guerra el estudio de la cantidad de tropa que la Ciudad necesita para su defensa.

El día 17 de agosto de 1806 el Cabildo recibe, el ofrecimiento de los caciques Pampas. Han llegado cartas desde Montevideo que siendo el día 22 de Agosto de 1806, se mantienen a la vista los navíos ingleses y que el jefe de la flota ha iniciado correspondencia con el gobernador Ruiz Huidobro, procurando que la gente de Buenos Aires libere a los prisioneros.
Con fecha 24 de Agosto, son entregadas como ofrendas las cuatros banderas inglesas, en la Iglesia de Santo Domingo. Asistieron a la ceremonia, Liniers, La Real Audiencia, El Ilustre Cabildo, y los individuos más notables y destacados del vecindario.
Desde San Nicolás de los Arroyos con fecha 28 de agosto el Virrey Sobremonte delega en Santiago de Liniers el mando de las fuerzas de la Capital, conservando el Gobierno en el resto del Virreinato. La Audiencia asume la dirección Política de Buenos Aires, se daba así cumplimiento a los objetivos del Cabildo Abierto del 14 de agosto.

El 2 de septiembre, comienza el traslado de los prisioneros ingleses hacia las provincias del interior. Los oficiales serían distribuidos entre los fuertes de la campaña. La intendencia de Salta instruyó al Comandante de Armas de Tucumán para que a los prisioneros los mantuvieran en estrecha reclusión sin permitirles salir a la calle. Era preferible no innovar en la custodia de los detenidos. En Buenos Aires se multiplican las acusaciones de contrabando. Y con fecha 5 de ese mes se advierte la masiva llegada de mercancías a Buenos Aires y al interior, desde la ocupada ciudad de Colonia. El cadete Martín Miguel de Güemes, conducirá un grupo de hombres para impedir el “punible comercio” entre Montevideo y Buenos Aires.

En la cartilla escrita por el profesor Oscar Colmenares y reeditada por el Senado de la Nación en junio de 2006, según resolución DR – 598/05, expediente S. 752/05 en su página 20/21 indica que el comandante de Regimiento de infantería de Buenos Aires, don Josef Ignacio de Merlos, se dirigió el 9 de abril de 1807 a la audiencia que ejercía el mando político y militar del Virreinato por haber sido depuesto Sobremonte, expresando lo siguiente: “Enterado del oficio de Vuestra Alteza de 3 del corriente en que se sirve insertarme el que con fecha del 11 de marzo último se sirvió Vuestra Alteza remitir al Ilustre Cabildo, relativo al permiso que Vuestra Alteza había advertido se concedían a las lanchas del tráfico de este río para pasar a la otra banda, sin embargo de las noticias que llegaban a Vuestra Alteza de las varias que habían apresado los ingleses, y no obstante de todo parece ser que el expresado Ilustre Cabildo ha omitido el cumplimiento de este encargo en cuya virtud se digna Vuestra Alteza prevenirme de que con respecto a lo mucho que interesa cortar tan punible comercio, pueda yo tomar las providencias conducentes al mismo fin; he determinado en el mismo instante nombrar al cadete don Martín Güemes, sujeto de honor, actividad y de irreprensible conducta, para que eligiendo éste seis u ocho hombres de su satisfacción, estén a la mira, principalmente de noche, en toda la costa, con las estrechas ordenes que le comunicaré al efecto...”.

A los 22 años el cadete Güemes recibía otra misión de elegir y conducir un grupo de hombres en este caso con el propósito de impedir el “punible comercio” que se realizaba entre Buenos Aires y Montevideo por el Río de la Plata, estando los ingleses en posesión de esta última cuidad y pronto a invadir nuevamente la ciudad de la que habían sido expulsados el año anterior. Y fue el comandante de su regimiento, quién le encomendó esta tarea, por cuanto lo consideraba “un sujeto de honor, actividad y de irreprensible conducta”. Seguramente Güemes cumplió esta labor hasta el momento en que los ingleses intentaron invadir por segunda vez la Ciudad de Buenos Aires.

En los días subsiguientes, pese a las prohibiciones del Cabildo, la Real Audiencia y el Obispo, las denuncias de contrabando con los comerciantes ingleses establecidos en Montevideo y de compra de objetos saqueados por los ingleses en Miserere son constantes.

En el Archivo de Indias (Audiencia de Buenos Aires, 556-390/1, y en “Güemes Documentado” tomo 1, Pág. 125 en adelante) se puede constatar el oficio que el Virrey don Santiago de Liniers envía a Fernando VII, desde Buenos Aires, el 31 de Julio de 1807, donde dice que “Todas las relaciones de los oficiales de los cuerpos veteranos y voluntarios que han concurrido a la defensa de esta capital, acompañadas de las que he formado, manifestando en ellas mi concepto acerca del merito de los que se han distinguido y premios a que considero acreedores a varios (...) individuos que han contribuido a la gloriosa victoria que las armas de S.M. han conseguido sobre los enemigos…”. Acompaña la nota con la nómina divididapor cuerpos militares, integrando el cadete Martín Güemes la del Regimiento de Infantería de Buenos Aires (el Fixo de Buenos Aires).

El 13 de Enero de 1809, la Suprema Junta Gubernativa de España e Indias, desde el Alcázar de Sevilla y en nombre de Fernando VII, además de la graduación de subteniente a Güemes, entre otros, ordena recompensar aquellas personas que se distinguieron en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires y que no han sido todavía premiados. El premio que el Rey de España, Fernando VII, a través de la Suprema Junta Gubernativa de España e Indias ordenó entregar como reconocimiento de Reconquistador y Defensor de Buenos Aires, entre otros, al cadete Martín Güemes, fue un pequeño escudo de paño y seda circular de 6 centímetros de diámetro, con la figura del escudo de la Ciudad de Buenos Aires, en su centro y a su alrededor, la leyenda “RECONQUISTADOR Y DEFENSOR DE BUENOS AIRES”, detalles todos estos bordados en hilos de oro, plata y seda.
El cadete Martín Miguel de Güemes en
la Reconquista y Defensa de Buenos Aires

A continuación, veremos la permanente asistencia del cadete Martín Miguel de Güemes en los distintos lugares de batalla librada por la reconquista y defensa de Buenos Aires extraídos de documentos del Archivo de Indias, Sevilla, España.

De acuerdo a lo que menciona el Güemes Documentado en el tomo I página 126 y 127, citando el Archivo de Indias, escribe: Audiencia de Buenos Aires, 556, Nº 399 “Regimiento de Infantería de Buenos Aires”. Relación que manifiesta el destino y acciones de guerra en que se han hallado los señores oficiales, sargentos primeros y cadetes del expresado regimiento según pormenor se manifiesta.

Al otro lado del puente, ataque de los Corrales de Miserere: El Capitán y comandante don José Piris, el ayudante mayor don Pedro Antonio Durán, el teniente don Pedro Aldecoa, el subteniente don Juan Celada y el teniente de milicias agregado don Manuel Bustamante, los Sargentos primeros Fernando Romero, Manuel Maldonado, Josef de los Ríos, y don Clemente Ortega, los cadetes don Julián Medrano, don Martín Güemes, don Benito Azcuenaga, don Mariano Rolón, don Agustín Herrera, don Pedro Regalado de la Plaza, don Bartolomé de la Torre, don Antonio Grimao, don Juan Carlos Pro, don Venancio Ortega, don Alejandro de los Reyes, don Ángel de los Reyes, don Luís Méndez, don Josef García y Cárdenas y don Juan Josef Salvadores.

El Ataque de la Residencia: El Capitán don Josef Piris, el ayudante mayor don Pedro Antonio Durá el subteniente don Juan Celada y el teniente de milicias agregado don Manuel Bustamante, el sargento 1ª Fernando Romero, y los cadetes don Martín Güemes,don Benito Azcuenaga, don Juan Carlos Pro, don Ángel de los Reyes, don Venancio Ortega, don Bartolomé de la Torre, don Mariano Rolón, don Juan Josef Salvadores don Pedro Durán y Pagola.

En las azoteas y defensa de esta Ciudad hasta el fin: El Capitán don Josef Piris. El ayudante mayor don Pedro Antonio Durán, el teniente don Pedro Aldecoa, el subteniente don Juan Celada y el teniente de milicias agregado don Manuel Bustamante, los sargento primeros Fernando Romero, Manuel Maldonado,Josef de los Ríos, y don Clemente Ortega; los cadetes don Julián Medrano, don Martín Güemes, don Benito Azcuenaga, don Pedro Durán y Pagola, don Mariano Rolón, don Agustín Herrera, don Pedro Regalado de la Plaza, don Bartolomé de la Torre, don Antonio Grimao, don Carlos Pro, don Venancio Ortega, don Alejandro de los Reyes, don Ángel de los Reyes, don luís Méndez, don Josef García y Cárdenas y don Juan Josef Salvadores.

Notas: Todos los individuos contenidos en la antecedente relación se han portado en todos los lances con el mayor valor, en defensa de las armas de nuestro católico Monarca. Buenos Aires y Julio de 1807. Firmado: Pedro Antonio Durán.

Mitre reconoce que Güemes, arrogante oficial del Regimiento Fijo de Buenos Aires “se había batido con honor contra los ingleses en las jornadas de la Reconquista y la defensa de Buenos Aires en los años 1806 1807”. Güemes ascendió a Alférez graduado, y luego a Teniente de Milicias de Granaderos del Virrey Liniers (Estudios Históricos sobre la Revolución Argentina, Belgrano y Güemes, Edic. 1864, pág. 85).



La relación de Güemes con Pueyrredón

Se piensa que uno de los amigos concurrentes a la casa de Pueyrredón fue Güemes. El trato singularmente cariñoso y aún familiar que el primero, ya Director Supremo da en sus cartas al segundo, Gobernador de Salta, evidencia que existía entre ambos una amistad nada común y bien arraigada, la que es de suponer, se afianzó en medio de la euforia existente en Buenos Aires a raíz del triunfo obtenido sobre los ingleses el 12 de agosto de 1806. He aquí algunas muestras de ese trato: Mi amado Martín... adiós, mi amado amigo... mande a su intimo amigo (04/12/1806) Honor a mi amigo que sabe distinguirse... adiós mi amigo, cuente Ud. con todo su Juan Martín (19/05/1817). Amigo de mi particular aprecio... mande en el verdadero cariño de su amigo tan ingenuo como invariable (09/01/1818).

Se transcribe en el Güemes Documentado, tomo I página 170, que el 21 de noviembre de 1972 la señorita Isabel González del Solar y Hernández, Hija de Isabel Hernández y nieta del celebre Autor, nos favoreció con una carta en la que nos dice: “No he olvidado su interés por el origen del nombre Martín Fierro. Como le prometí, busqué entre anotaciones de mi madre y encontré esa nota que adjunto. Está de acuerdo con lo que siempre hemos conocido, con un agregado también aceptable”. La aludida “nota adjunta”, en lo pertinente, reza así: Dijo mi padre: Llamé Martín Fierro al héroe de mi historia, pues de fierro es el temple del hijo del desierto y no podría encontrar mejor nombre para colocar en el escudo de ese señor de la llanura. Martín es un nombre que dejó en la Historia su huella de valor y de hidalguía. Juan Martín de Pueyrredón Patriota y ecuánime defensor de los derechos de sus conciudadanos y el ínclito general Martín Güemes que con sus valientes gauchos, hermano de este que nació en la pampa, defendió las fronteras argentinas del avance español”. “Y este escritor, queriendo que su libro fuera genuinamente nacional, compuso ese nombre que es un emblema de valor y un símbolo de energía”.

Guillermo Solá en su libro “El Gran Bastión de la Patria”, dice: La figura de Güemes será para los Pueyrredón y sus descendientes, el arquetipo del héroe, a quién continuaran evocando con veneración. Un sobrino nieto de Pueyrredón y autor del Martín Fierro, José Hernández, llamó Martín a su Gaucho Fierro porque Martín es un nombre que dejó en la historia su huella de valor e hidalguía. Juan Martín de Pueyrredón patriota y ecuánime defensor de los derechos de sus conciudadanos y el ínclito general Martín Güemes que con sus valientes Gauchos, hermano de este que nació en la pampa, defendió las fronteras argentinas del avance español (Carta de Isabel Hernández de González del Solar, hija del escritor, facilitada en noviembre de 1972 al Dr. Luis Güemes por una hija de aquella, la señorita Isabel González del Solar, quién a su vez aclara mas abajo, quizás corrigiendo en algo a su madre. En el ambiente familiar ha vivido también esta versión en la que el nombre de Güemes es exclusivo. Esta es la que hemos repetido siempre, confirmada con variado testimonio oral. Martín Fierro se formó honrando la memoria de Martín Güemes, el mas gaucho de nuestros guerreros, y considerando de fierro el temple del hijo de la pampa”.



Homenaje al “Reconquistador y Defensor de Buenos Aires”
Año de su Bicentenario 1806-1807

Su accionar en su bautismo de fuego, tomando la fragata “Justina” el 12 de agosto de 1806.

Participación con soldados a cargo, siendo cadete, en el control del punible contrabando entre Buenos Aires y Montevideo en el Río de la Plata, en abril de 1807.

Intervención al otro lado del Puente en Los Corrales de Miserere, el Ataque de la Residencia en las azoteas y defensa de esta Ciudad hasta el fin, en el año 1807.

Es prudente transcribir unos párrafos de “La Güemesiada” de Don Joaquín Vedoya Beristayn, en donde habla de los decididos, de la obediencia del “Justina”, de gauchos inauditos y las invasiones que dio fama al potente:

El vaivén patrio le lleva a alistarse
en las filas duras de la resistencia
donde se maduran principios humanos
que dan su figura a las impaciencias
de criollos altivos y nobles vecinos
conjugando en la hora las nuevas valencias
que son ¡descubrirse, como decididos,
ofreciendo duelos a los enemigos!
Y el Alférez llega, con bríos sobrados,
a ofrecerse inquieto “para lo que manden”
junto a la orilla de un río agitado
¡ y es Liniers el jefe que ofrece combate
al ingles que llega para ser domado!
por un pueblo integro en bravos quilates
y en sabiduría ¡con sus devaneos
que le llevan siempre a negar reniegos!
Jinete en la espuma de los vendavales,
se ve galopando la orilla desnuda
que deja varada del ingles la nave;
y con bríos sumos las formas circunda
de aqueste “castillo”, donde navegantes
refugian su orgullo ante tanta chusma
¡rabiosa de gloria “al vencer banderas
Que nunca en la Historia el honor rindieran
¡Gauchos inauditos, que el Alférez manda
contra “La Justina” en atroz demanda
¡Y fueron los menos, aquellos Prudentes
que un día juraron por la Patria nueva!
Y que junto al modo, sufrieron lo duro
de un saciar que implica lucha tesonera,
amor por lo suyo y fervor incruento
en medio de bandos que adoran su tierra
¡la suprema dicha de algo reverente
que en las invasiones dio fama al potente!

No sorprende que en la colección de Memorias Póstumas del general José María Paz, edición especial de la “Biblioteca del Oficial” editada en 1924, y anotada por el teniente coronel Juan Beverina, indique apreciaciones sobre el general Martín Miguel de Güemes: “El mismo Güemes desechó Patrióticamente, como creo haberlo indicado en otra parte, las mas seductoras propuestas de los Españoles; lo que apenas llamaba la atención, porque hasta el último de los gauchos pensaba del mismo modo y hubiera hecho otro tanto. Sensible es que la valerosa provincia de Salta no haya tenido un historiador digno de sus hechos y de sus glorias; quizá haya influido el recuerdo de los antiguos odios, porque no podría hablarse sin hacer el encomio de personas, cuya conducta en otro sentido se reprueba y anatematiza. Es de esperar que en la calma de las pasiones, levante alguno la voz, para que no queden en el olvido hechos ilustres de nuestra historia y haga justicia a quién la merezca”.

En esta provincia de Salta, existieron y existen historiadores de gran talento que escribieron y escriben sobre la vida del general Martín Miguel de Güemes, sobre su gesta y su participación como héroe continental. Como también instituciones de la historia que fortalecen la difusión de la Gesta Güemesiana. Si bien es cierto que el Gral. Martín Miguel de Güemes ha sido y será uno de los Héroes de la Nación Argentina, a pesar de no haber tenido hasta la fecha un merecido reconocimiento a nivel Nacional, consideramos que es más que justa, la reivindicación que se hizo aprobando la Ley Nacional Nº 26.125, del 2 de agosto de 2006 en donde es declarado Héroe Nacional; y que todos los 17 de junio de cada año se deberá dar a conocer en los establecimientos educativos del territorio nacional la Gesta Güemesiana, que no fue más que la guerra por la Independencia Argentina. Razón por la cual, desde el Senado de la Nación se dictó una disposición proveyendo documentación histórica y reglamentación, teniendo en cuenta que el general Martín Miguel de Güemes conformó el trípode de generales que junto a don José de San Martín y a don Manuel Belgrano lucharan por la libertad e independencia de América del Sur.

Fuente: Portal de Salta
http://www.portaldesalta.gov.ar/justina11.html

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