La celebración de una fecha especial para el Día del Libro comenzó en Argentina el 15 de junio de 1908 como “Fiesta del Libro”. Ese día se entregaron los premios de un concurso literario organizado por el Consejo Nacional de Mujeres.
En 1924, el decreto 1038 del gobierno nacional declaró como oficial la “Fiesta del Libro”. El 11 de junio de 1941, una resolución Ministerial propuso llamar a la conmemoración “Día del Libro” para la misma fecha, expresión que se mantiene actualmente.
A medida que pasan los años los soportes cambian. Debido a la introducción de innovaciones tecnológicas, a mediados de los noventa muchos eran los que dudaban de la perdurabilidad del libro y algunos hasta llegaron a augurar su total desaparición. Motivos parecían no faltar.
El Proyecto Gutemberg de Michael Hart dio el puntapié inicial con la creación de una biblioteca digital con obras de dominio público. En 1981, salió a la venta el primer libro electrónico: Random House’s Electronic Dictionary. Después aparecieron la tinta y el papel electrónico.
¿Qué ha pasado en estos años? La historia del libro de estas últimas décadas ha mejorado la calidad de conservación de los textos y los costos de producción.
Pero ¿qué resultados han tenido estas innovaciones en el acceso a la información? ¿En qué han afectado estos cambios en el uso/lectura de libros? Estos cuestionamientos nos permiten reflexionar acerca del tema y a celebrar la permanencia de los libros entre nosotros.
La revolución del Libro
Las tablas de arcilla o bajorrelieves en diferentes piedras fueron los primeros soportes. A los egipcios les corresponde el invento del papiro, una especie de papel fabricado con una planta que crecía a orillas del Nilo. Las láminas de papiro medían hasta 49 cm de largo y 20 cm de ancho. Se las enrollaba y lo usaban los escribas para asentar sus escritos. Los chinos aportaron un soporte mucho más perdurable: el papel. Este invento aparece en los registros históricos en el año 105 d. c., pero es sin duda más antiguo. El pergamino fue el sistema usado en Europa durante la Edad Media y tenía la ventaja de que se podía escribir de las dos caras. Se agrupaba en varios pliegos y se cosía formando los códices, que poco a poco fueron constituyendo lo que hoy se conoce como un libro. En esta evolución el impacto más decisivo para la humanidad fue la aparición de la imprenta. En los comienzos de la imprenta se utilizaban los incunables, pero hacia el siglo XVI se dejaron de usar. Con la imprenta llegó la democratización del acceso al saber: hoy es difícil imaginar un mundo en donde se usara en forma casi exclusiva la narración oral para comunicar experiencias e impartir educación. En definitiva: hoy no se puede negar que el avance de la ciencia y de la tecnología habría sido imposible sin la existencia del libro.
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