No... no podemos volver a ella. La normalidad era una guerra sin piedad contra la Tierra, contra todos sus bosques, animales y plantas.
La normalidad era la masacre, los incendios, las mareas negras, los plásticos hasta en las entrañas, el consumismo voraz que consumía hasta el aire irrespirable y envenenaba todos los ríos y mares...
Qué extraña esa normalidad del sinsentido, la normalidad de la prisa, de la desigualdad, la normalidad de la injusticia, la codicia de unos pocos y el dolor de demasiados.
Ojalá el mundo al revés que llamábamos vida nunca vuelva a la normalidad.
Ojalá apostemos de una vez por la vida verdadera, la que agradece estar viva, la que agradece el suelo que pisa y el aire que respira, la vida del ansiado abrazo, la vida, al fin y al cabo, eso tan frágil y a la vez tan imprescindible.
Ada Luz Márquez
Fotografía: Maria Del Rosario Amaral
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