Una identidad enraizada en el territorio, como la del Pueblo Mapuche, se sustenta en una cosmovisión basada en el ordenamiento natural. Va mucho más allá de la “calidad de vida” que propone el capitalismo. No es acumular bienes, ni priorizar el individualismo y el lucro. Implica una continuidad entre naturaleza y sociedad, un sistema de vida en equilibro y armonía. El pueblo mapuche constituye una unidad política, lingüística y cultural que se sitúa a ambos lados de la cordillera de los Andes y del centro al sur de las actuales repúblicas de Argentina y Chile. Para entender el concepto de kvme felen o “vivir bien” mapuche, es imprescindible comprender que la cosmovisión de este pueblo está basada en el equilibrio y en la armonía y que no se puede concebir en forma fragmentada, ya que la integralidad y la circularidad se traducen en el pensamiento y las prácticas.
Mantener una vida en equilibrio implica, para la cosmovisión del pueblo mapuche, poder integrar la conciencia, la identidad, la salud, la educación, la economía, la espiritualidad, la medicina, la política, el arte, entre otras “categorías” que aparecen separadas en la sociedad moderna occidental. También es fundamental vislumbrar que la organización circular es la que los orienta a tener una vida con una identidad particular y distinta a otros pueblos.
La experiencia histórica más importante de las comunidades radica en su proceso de organización y reorganización espacial y política. En ese contexto, el kvme felen es un concepto clave, ya que al igual que otros pueblos originarios, la situación del pueblo mapuche fue marcada por los genocidios: la “Conquista del Desierto” y la “Pacificación de la Araucanía”, llevadas adelante por los gobiernos argentino y chileno en la segunda mitad del siglo XIX.
“El proceso organizativo del pueblo mapuche ha sido muy importante tanto en Puelmapu (territorio del este, actualmente Argentina) como en Gulumapu (territorio de oeste, actualmente Chile). De este lado hemos quedado aún más destruidos por el genocidio que sufrimos con la mal llamada Conquista del Desierto”, relata Pety Piciñam, Inan Logko (autoridad) de la comunidad Puel Pvjv -ubicada en la zona neuquina de Confluencia- e integrante del círculo de autoridades filosóficas de la Confederación Mapuche de Neuquén (CMN).
“Costó mucho más poder recuperar el conocimiento mapuche de este lado de la cordillera a través de la memoria colectiva”, agrega.
Según el libro “Propuesta para un kvme felen mapuche”, editado en 2010 por la CMN, la cosmovisión del pueblo originario reconoce la dinámica de la naturaleza como sistema mayor y preexistente al sistema social humano, lo cual reafirma que el derecho de la naturaleza es anterior al derecho de las personas. Es por eso que el kvme felen es el concepto que mejor expresa el sistema de vida del pueblo mapuche, porque implica que las personas deben estar en equilibrio en lo social, en lo espiritual y en lo económico, asumiendo un rol como parte integrante del Waj Mapu (territorio).
Dentro de esta cosmovisión, la noción de “territorio” debe ser entendida como el área geográfica que se encuentra bajo influencia cultural y control político del pueblo mapuche. Es distinta a la definición occidental de “tierra”, que representa un espacio o parcela, el Waj Mapu es un concepto integral que no fracciona ni le da sentido de superioridad a ningún elemento; por el contrario, todos se interrelacionan e interactúan cumpliendo cada cual una función el equilibrio.
“A ambos lados de la cordillera entendemos el kvme felen de la misma manera, sólo que cada identidad territorial tiene su propia realidad desde lo geográfico, desde lo económico o lo social. Hay algunas diferencias, porque el lugar nos obliga a enmarcarnos en una realidad distinta, pero la esencia del conocimiento mapuche es la misma en todos lados”, explica María Piciñam, Inan Logko de la comunidad Newen Mapu -ubicada en la zona de la actual ciudad de Neuquén- y coordinadora del centro de educación mapuche Norgvbamtuleayiñ (“Entre todos ordenamos nuestra educacion”).
Armonía y circularidad
En la cosmovisión mapuche, el Waj Mapu está compuesto por diversos newenes (fuerzas) que se relacionan de manera complementaria y mantienen el equilibrio en el “cosmos” o “universo”. Las personas representan uno más de esos newenes, y además cumplen una función de guardianes o cuidadores de todas las diversas vidas que habitan el territorio. Esto contrasta con la mirada antropocéntrica que tiene la cultura occidental, ya que para los mapuches, las personas no son el centro del sistema, sino un componente más.
El kvme felen implica ejercer la soberanía, valorar y recuperar la identidad, tener educación propia y autónoma, saber comunicarse, fortalecerse a través de los alimentos, saber trabajar en reciprocidad, saber danzar, divertirse y celebrar; implica el respeto a la dualidad de género y a la palabra de los mayores y también la necesidad de actuar, de vivir y de comportarse como parte de la naturaleza.
Estos conocimientos fueron transmitidos de generación en generación y están orientados a formar personas con valores y principios que respetan el ordenamiento natural, de una vida circular, en donde nada se termina, sino que sólo se renueva para seguir cumpliendo su función.
“Todos los pueblos indígenas tenemos una concepción del buen vivir similar, porque nos entendemos como parte del territorio, pero la particularidad de cada pueblo está dada por cada lugar y cada cosmovisión”, explica Pety Piciñam y agrega que es muy habitual que las personas reivindiquen más los conceptos o ideas de los pueblos andinos, que los del pueblo mapuche: “Hay quienes no nos reconocen como habitantes originarios de estas tierras, se habla de lo que viene de Bolivia o de otros lados; se reconoce la whipala (bandera de los pueblos andinos) y no la wenufoye (bandera mapuche)”.
En relación a las diferencias que puede haber entre el sumak kawsay o buen vivir de los pueblos andinos y el kvme felen, María señala que desde la cosmovisión mapuche no hablan de la “madre tierra”, porque creen en la dualidad de género en el origen, serían en todo caso las energías femenina y masculina.
Planes de vida: la mirada mapuche del desarrollo
Para la Confederación Mapuche de Neuquén, la idea de pensar con autodeterminación un proyecto de vida alternativo que incluya el kvme felen, implica refundar un Estado plurinacional e intercultural. Para ello, el objetivo es la consolidación como pueblo, en la unidad y en la diversidad que cada identidad territorial posee. Esto queda plasmado en “Propuesta para un kvme felen mapuche”, libro que cumple diez años desde su publicación y del cual las hermanas María y Pety Peciñiam fueron redactoras, junto a un equipo intercultural e interdisciplinario. La edición fue fruto de un trabajo participativo, de reflexión y consenso y se propone como un marco de referencia para que cada comunidad pueda iniciar “sus propios procesos de autodesarrollo económico, social y cultural”.
“Para construir el libro se hizo un proceso de talleres y encuentros, fue una construcción colectiva con integrantes de cada una de las zonales de Neuquén. Cada territorio es diferente, no es lo mismo planificar para el consejo zonal Pewence (en la zona de Aluminé), que para el Consejo Zonal Xawvn Ko (en la zona de Confluencia), afectado por la explotación del yacimiento Vaca Muerta. Fue una construcción importante que nos sirvió para conocer los saberes que hay en cada uno de los territorios”, recuerda Pety Piciñam.
Con la perspectiva de un libro editado hace una década, María rememora el proceso de elaboración como “la respuesta a la gran necesidad de investigar y sistematizar el conocimiento mapuche”. Enfrentarse al desarraigo cultural implicó “ir a las fuentes”: las personas mayores que aún conservan muchos de esos saberes ancestrales. “Empezamos a hacer ese trabajo pensando en que no queríamos que a nuestros hijos les pase lo mismo que a nosotros”, expresa.
“El libro está pensado para fortalecernos dentro de las comunidades y para entender cuál es la mirada del pueblo mapuche frente al desarrollo”, explica la Inan Logko de Newen Mapu y agrega: “Aspiramos a no ser pasivos ante la destrucción de nuestro territorio y a que cada vez que llegue una propuesta turística o de desarrollo sepamos pararnos en el lugar que corresponda y tener en claro por qué vamos a aceptar o a rechazar”.
En ese sentido, María aclara que no están “en contra del desarrollo”, sino que están en contra de la mirada occidental del desarrollo: “Nuestros ríos, nuestras plantas, nuestras montañas tienen el mismo derecho que nosotros de seguir viviendo y existiendo. No podemos permitir una forma de desarrollo que contamine, destruya y mate”.
Pety Piciñam cuenta que en la actualidad el libro es muy consultado y utilizado en el ámbito educativo. “Hay un interés en estos temas de mucha gente que plantea que tenemos que ‘volver al origen’. Deberíamos valorar más estos conocimientos en estos tiempos de pandemia. Hay que saber que estamos destruyendo el lugar que habitamos y que nos cobija a todos y todas”, explica.
Para la Inan Logko de Puel Pvjv, acercarse a este paradigma -tan alejado de la cultura occidental-, implica “cuestionar el sistema capitalista destructor y patriarcal que nos arrastra a todos a la muerte” y en ese sentido, reflexiona: “El kvme felen es una gran herramienta”.
Fuente: Blog del Proyecto Lemu - 4 de Diciembre de 2020
http://odhpi.com/el-kvme-felen-la-cosmovision-de-vida-mapuche/
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