La Secretaría de Patrimonio Cultural presenta Camino ancestral Qhapaq Ñan. Una vía de integración de los Andes en Argentina, el primer libro integral del Ministerio de Cultura de la Nación dedicado a contar, transmitir y poner en valor la importancia de dicho espacio histórico, su proyección social, cultural y política sobre el presente, y los modos en que la gestión comunitaria e institucional permite rescatarlo. Cuenta con textos especialmente elaborados y más de ochenta fotografías originales.
El Camino Ancestral Qhapaq Ñan es un itinerario cultural prehispánico que fue consolidado por los incas en el siglo XV y que se extiende a lo largo de la cordillera andina uniendo los actuales países de Argentina Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Por su valor histórico excepcional, en 2014 la UNESCO inscribió una parte de esta extensa red transnacional de caminos y estructuras arqueológicas asociadas en la Lista de Patrimonio Mundial. Pero el Qhapaq Ñan es también un patrimonio vivo, cuyo legado sigue vigente en las prácticas culturales y en las formas de organización de los pueblos andinos, que desde hace siglos comparten valores comunes y buscan caminos de integración. En Argentina, el Camino Ancestral Qhapaq Ñan se presenta a la vez como proyecto patrimonial y político, interpelando los fundamentos de nuestra identidad nacional y visibilizando la potencia de la cosmovisión andina en el derrotero del siglo XXI.
“La articulación virtuosa entre los seis Estados parte de la región, el carácter federal con sus siete representaciones provinciales y la valoración de los espacios de trabajo y decisión comunitarios hacen a un espíritu que sintoniza con nuestra manera de entender las políticas culturales”, señala en el prólogo al libro Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural. “En un sentido más amplio, confiamos en el programa Qhapaq Ñan no solo como una instancia de visibilidad y empoderamiento de nuestras comunidades andinas, sino también como una oportunidad para enriquecer nuestros imaginarios de pertenencia como nación más allá del patrimonio fundacional decimonónico y de sus referentes europeos”, manifiesta la funcionaria. “Una gestión mancomunada y plural como esta debe enfrentar enormes desafíos y complejidades. Expresamos nuestro profundo agradecimiento a todas las personas que con su determinación y compromiso la hacen posible”.
Realizado por los equipos del programa Qhapaq Ñan, con sede en el INAPL (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano), y de la SPC (Secretaría de Patrimonio Cultural), el libro contiene presentaciones de Viviana Usubiaga, directora nacional de Gestión Patrimonial, y Luciana Delfabro, coordinadora de Investigación Cultural; un prólogo de Horacio Chiavazza, secretario de la Unidad de Gestión Federal del Camino Ancestral Qhapaq Ñan; una introducción general de Victoria Sosa, coordinadora del Proyecto; un diálogo abierto con los representantes de la Mesa de Pueblos Indígenas Manolo Copa y Claudia Liliana Herrera Salinas; dos artículos de los especialistas Axel Nielsen y Christian Vitry que ponen de relieve los antecedentes y la trascendencia histórica del Camino Ancestral; una descripción detallada de los trece segmentos que componen el tramo argentino; y un glosario de términos quechuas.
“El Qhapaq Ñan es la memoria ancestral de los pueblos andinos”, puntualizan en su intervención Manolo Copa y Claudia Liliana Herrera Salinas, referentes de la Mesa de Pueblos Indígenas que coparticipa de la gestión de los espacios. “La memoria es ese legado casi invisible que los padres, las madres, los y las mayores nos vienen enseñando desde la niñez, de generación en generación. Pero, también, la transmisión está en los ejemplos, en los hechos: la cosmovisión está en nuestras formas de solidaridad, en la reciprocidad, en el respeto a nuestra querida madre Pachamama (Pecne Tao para la cultura huarpe), en ir a minguear con la comunidad, en poder juntarnos entre cuatro o cinco familias productoras para seleccionar la semilla, para sembrar”, afirman Copa y Herrera Salinas. “Nuestra historia misma está en estos hechos. Ni el inca ni el español pudieron con eso: siempre hemos mantenido nuestra identidad y nuestra dignidad, y hoy nos sentimos muy cómodos y cómodas de decir que somos pueblos originarios”.
Camino Ancestral Qhapaq Ñan significa la integración de las palabras “Camino Ancestral” al nombre oficial del itinerario cultural Qhapaq Ñan, lo cual fue una solicitud que los pueblos indígenas de Argentina elevaron a las autoridades del Proyecto. Andar el Qhapaq Ñan es ir desandando la propia historia, una historia que viene de miles de años atrás, mucho antes de la llegada del inca. “Como legado ancestral, resguarda y contiene la historia de nuestras propias identidades; es el reflejo de un sistema de organización antiguo y de una cosmovisión cuyos valores circulaban por estos caminos”, señalan Copa y Herrera Salinas. “Al mismo tiempo, forma parte de nuestro territorio, el lugar en el cual se desarrollan nuestras culturas, que contiene los espíritus de nuestras ancestras y nuestros ancestros y también la comunidad actual, nuestra juventud, nuestros niños y nuestras niñas. El Camino es la historia y a la vez es un camino vivo: lo transitaban nuestros abuelos y nuestras abuelas, y antes sus abuelos y abuelas y hoy lo transitamos nosotros y nosotras. Es pasado, es presente y es futuro”.
El Qhapaq Ñan es un patrimonio que Argentina comparte con Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, y que adquirió mayor visibilidad nacional e internacional a partir de su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial, en 2014. El nombre “Qhapaq Ñan” (“camino principal” en quechua) fue elegido para designar la extensa red de caminos y estructuras relacionadas para la comunicación, el intercambio y la defensa que fuera consolidada por los incas en el siglo XV y que se extendió por más de 30.000 kilómetros a lo largo y ancho de la cordillera de los Andes.
“Ese proyecto, sin embargo, también pone en evidencia otros aspectos de importancia central para nuestra vida social y política”, reflexionan en su prólogo Viviana Usubiaga y Luciana Delfabro. “Por un lado, nos recuerda que nuestras sociedades se construyeron sobre los cimientos de antiguas civilizaciones, que los pueblos indígenas son preexistentes a la conformación de los Estados modernos y que la diversidad cultural es parte de nuestra identidad nacional. Por el otro, nos impone entendernos como parte de una comunidad más amplia, la andina y latinoamericana, que desde hace siglos comparte valores comunes y busca caminos de integración. Estos pueblos organizados tienen voz propia para sumarse a escribir la Historia sin mediaciones y son también un actor central para pensarnos en la actualidad y de cara al futuro. Volver a mirar estas experiencias que están en nuestro ADN es reencontrarnos con algo propio y poner en circulación pensamientos y saberes de absoluta actualidad en las agendas políticas y socioambientales del momento”.
Las experiencias que se recuperan en este libro son un ejemplo de buenas prácticas en torno al patrimonio y de puestas en acto del valor de la reciprocidad. La publicación de este material tiene como misión dar a conocer un proyecto que es modelo de trabajo mancomunado, de diálogo intercultural e interdisciplinario. No obstante, los relatos que reúne ponen de manifiesto un legado mucho más vasto: el de la cosmovisión de los pueblos preexistentes a la nación argentina. En ella, el cuidado y el respeto por la diversidad, en su sentido más amplio, nos replantean los vínculos entre sociedad y naturaleza, entre humanos y no humanos, dando lugar a relaciones virtuosas basadas en el respeto por todas las formas de la vida -los animales, las plantas, los ríos y las montañas- sin privilegiar unas sobre otras. Estas formas de vida son parte del entramado vital de conexión con la tierra que -a diferencia de la visión instrumental de la naturaleza proveedora de la cual extraer necesidades- pertenece al futuro, a las formas de vida por venir.
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