y yo quise callar.
Te apretaste como gaviota furtiva
en la tibieza de mi corazón
y allí moraste por años y años
y a cada canto de mis ganas
volvías a nacer.
Te quisiste quedar
me dejaste parte de tu equipaje
me dejaste el horror y el desconsuelo
y el pánico a vivir
y yo transité el aire
llevándote a mi espalda
aferrada y llorosa
a mi espalda de niña.
Y sentía
que era demasiado para mí.
Cada terrible noche
cada sórdida tarde
tu mirada
volvía a recordarme
y no soltabas tu tormento
y lo inyectabas en mi vientre
yo lo paría una y otra vez.
Fuiste conmigo
en los amaneceres en que me hundí
en el barro
en la violencia del mar embravecido
en el deseo de aniquilar
mi alma.
No podía con vos.
Pero tus ojos de desierto lenguaje
me amarraron
el cuerpo
y llegué a amarte
y a acunarte en silencio
y a intentar desprenderme
o a quedarme con vos.
Viniste en mis más duras pesadillas
a increparme
a pedirme
a exigirme
viniste a vivir entre mis cosas
viniste con tus muertos
con tu sombra
con la voracidad de tu locura
con la armadura
de tu desencanto.
Aquí estoy
allí estás
ancestra mía.
Ha sido demasiado
para mí.
Hoy honro y atesoro en mi pecho
tu memoria
y te devuelvo lo que te pertenece.
Tomo la vida
que fluye como un río
y me apresto
a volar.
Kiki Cacho
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