Un espacio destinado a fomentar la investigación, la valoración, el conocimiento y la difusión de la cultura e historia de la milenaria Nación Guaraní y de los Pueblos Originarios.

Nuestras culturas originarias guardan una gran sabiduría. Ellos saben del vivir en armonía con la naturaleza y han aprendido a conocer sus secretos y utilizarlos en beneficio de todos. Algunos los ven como si fueran pasado sin comprender que sin ellos es imposible el futuro.

domingo, 7 de febrero de 2016

El Pombero


El Pombero es una especie de duende de la mitología guaraní. Es muy popular en Paraguay y en las provincias de Corrientes, Misiones y parte del Chaco en el Nordeste argentino.

Se lo conoce también con otros nombres: 

-Pomberito

-Pÿragué (‘Pies peludos’)

-Karaí Pyhare (Señor de la Noche)

-Kuarahy Jára (Dueño del Sol, tal como se lo conoce en el mito mbya del sur del Brasil)

-Cho Pombé (‘Don Pombero’)

-Chopombé

-Chopombe

Los guaraníes sostienen que puede tratarse de un aborigen guaycurú, pueblo con los cuales los tenían continuos conflictos.

Mitología

Él puede llegar a ser amigo tanto como enemigo del hombre, según la conducta de éste. Según se cuenta, el hombre que quiera tener de aliado a este duende puede dejar ofrendas por la noche como tabaco, miel o caña (aguardiente, en otros lados). Generalmente, la gente del campo le pide favores tales como hacer crecer los cultivos en abundancia, cuidar de los animales de corral, etc. Pero después de pedirle un favor no deben olvidarse jamás de hacer la misma ofrenda todas las noches durante 30 días porque si lo olvidan, despertarán su furia haciendo innumerables maldades en aquel hogar.

Nunca se debe pronunciar su nombre en voz alta, hablar mal de él o silbar en horas de la noche, porque esto lo enoja. Puede vengarse molestando o ensañándose con esa persona. Un mero roce con sus manos peludas puede producir que la persona se torne zonza, muda o experimente temblores para el resto de su vida. Se dice que si se le imita el silbido, el pombero puede contestar de manera enloquecedora. Por eso, y para no ofenderle, la gente creyente prefiere nombrarlo en voz baja y se guarda de pronunciar su nombre en las reuniones nocturnas.

Muchos testigos del campo afirman, todavía en la actualidad, que lo han visto. Puede molestar a sus enemigos tirándoles piedras o haciéndose invisible para luego mover las ramas de los árboles o imitar voces de animales salvajes o aparecerse como un asno sin cabeza y cosas por el estilo. Abre puertas y ventanas con violencia. Anuncia su presencia por un silbido agudo en medio de la callada noche. Busca asustar a la gente piando como ciertas aves cuando cae el sol, es otra forma de saber que el pombero está muy cerca. Se dice que le gusta rondar a mujeres embarazadas porque piensa que es el padre o madres con bebés pequeños que no han sido bautizados y se les anuncia por las formas ya mencionadas.

Las madres dicen a sus hijos pequeños que no deben de salir a fuera a la hora de la siesta porque pueden encontrarse con el Karaí Pyhare y éste se los puede llevar.

Forma en que actúa

Su función primordial es la de cuidar del monte y los animales salvajes. Se enoja muchísimo si algún cazador mata más presas de las que consumirá. Si eso ocurre se transforma en cualquier animal o planta y con argucias induce al infractor a internarse a lo profundo del monte donde se pierde. Lo mismo sucede con el pescador, o aquel que corta árboles que no utilizará. Su presencia no siempre puede ser advertida, porque la capacidad de metamorfosearse, hace que vigile subrepticiamente la conducta de los hombres.

Si el Pombero es enemigo, se está expuesto a innumerables peligros dentro del bosque, porque siempre con engaños intentará perderlo en la espesura. Algunas veces provoca extraños accidentes dentro de los ranchos, como por ejemplo que se cierren solas las puertas, o caigan utensilios de la cocina, misteriosamente. Los que están enemistados con él, en las noches, suelen escuchar pasos y voces en los alrededores del rancho, como si alguien caminara por el patio. En cambio si es amigo, pueden obtenerse grandes ventajas, puesto que él, de manera invisible guiará al cazador hasta el lugar donde se hallan las presas más grandes y gordas, la buena pesca o los mejores frutos silvestres que sirven de alimento. 

El Pombero interviene también en la búsqueda de los objetos perdidos. Por eso se oye decir: «¡Pomberito, Pomberito, si me hacés encontrar [aquí el nombre del objeto perdido] yo te ofrezco tabaquito!». Esta promesa debe ser cumplida para evitar que el pomberito se enoje, como acostumbra hacerlo.

Origen del nombre

El origen del nombre, quizá lo encontramos en el sur del Brasil, donde se llama «Pombeiro» al que espía. 

Igualmente los aborígenes guaraníes llamaban al que marchaba en las líneas de avanzada, reconociendo el terreno, antes y durante los malones. Por su actitud de acecho, quizá Pombero derive de estas fonías aunque puede derivar de la expresión guaraní «Po mberu» (‘Mano de mosca’), que puede aludir a lo silencioso e imperceptible de este genio de la noche. También se viste de camalote y navega por el río, dejando que las aves posen sobre él y coman los bichitos de sus flores.

Fuente: Wikipedia




El portal “El Baúl” comparte la versión tradicional del Pombero:

Las primeras referencias al Pombero lo muestran como un ser alto, flaco, fornido, feo, y muy peludo. Sin embargo, esta versión carece de importancia en la actualidad, no solo porque prácticamente no existe información sobre la misma, sino porque, de una forma que podríamos llamar “casi oficial”, el Pombero es popularmente conocido como una especie de duende. Esta es la versión tradicional, tanto en el folclore actual como en el de hace décadas atrás.

En la versión (la tradicional) que nos ocupa, el Pombero es una especie de hombrecillo pequeño, feo, fuerte, moreno, muy peludo, de brazos largos y manos enormes, codos y rodillas sin articulaciones (por lo cual hace movimientos toscos y grotescos), piernas cortas con pies invertidos que desorientan a quien lo intenta rastrear, un enorme miembro viril para abusar carnalmente de las mujeres, una barba larga —en ciertas versiones, tan grande que le cubre el miembro—, un sombrero de paja y una bolsa al hombro, aunque lo de la bolsa es dudoso, pues proviene de su confusión con el Kari-Vosá, otro ser mitológico.

Sean cuales sean los detalles de su aspecto, el Pombero ronda por los bosques, suele refugiarse en casas u otras construcciones abandonadas para descansar, y nunca deja de viajar, al menos entre las zonas en que se lo ha visto.

Sus habilidades son diversas: puede hacerse invisible y delatar su presencia a través de algo tan sutil como un escalofrío en quien supuestamente es tocado; puede deslizarse en espacios muy estrechos, correr velozmente en cuatro patas, imitar el canto de muchas aves (sobre todo nocturnas), el silbido de una persona y el sonido de víboras u otros animales.
La misión principal del Pombero es la de cuidar a la Naturaleza, vigilando el monte y velando por las vidas de los animales salvajes. Por ello y si bien permite la cacería, se enfurece cuando ve que un cazador mata más de lo que consumirá, cuando un pescador solo busca entretenerse, cuando un leñador corta madera que no empleará y, en suma, cuando cualquiera produce injustificadamente un daño a la flora o fauna. Su vigilancia es casi imposible de burlar, ya que supuestamente puede metamorfosearse y, por ejemplo, estar observando todo en forma de lechuza…

A la hora de castigar, el Pombero puede ser realmente implacable y cruel. Por ejemplo, en algunas partes de Argentina creen que, si encuentra a un niño cazando pájaros, lo tomará a la fuerza y lo abandonará lejos de casa, muerto o atontado, dependiendo del caso. Concretamente en el Chaco (Argentina), se cree que el Pombero puede chuparles la sangre a los niños, dejándolos secos y colgados de algún árbol…

Tal y como los duendes tradicionales, el Pombero puede ser travieso y fastidioso: libera vacas y otros animales de sus corrales, dispersa gallinas u otros grupos de animales domésticos o salvajes, roba tabaco, desparrama maíz, consume miel si la encuentra a su alcance, se coge los huevos de las gallinas, y tumba a los jinetes de sus caballos, entre otras cosas.
Particularmente conocida es la lascivia del Pombero. Éste, aprovechándose de su invisibilidad, suele despertar a las mujeres con caricias malintencionadas, sobre todo si duermen fuera, como sucede a menudo en verano. Ciertas mujeres han sido violadas por el Pombero, y cuando tienen un hijo de él, suele ser algo parecido al padre, desgraciadamente… En este tipo de afán el Pombero, cuando se ha prendado de la belleza de determinadas jóvenes, ha llegado a raptarlas (dicen algunos que, para esto, puede hipnotizar), las ha violado en el bosque, y ahí las ha dejado abandonadas, generalmente embarazadas, con la ropa rasgada y el cuerpo cubierto de tierra y mal olor (el Pombero apesta). Sin embargo, gusta de violar salvajemente, a manera de castigo, a las esposas infieles y a las jóvenes que han crecido sin bautizarse. Hasta aquí parecería que las elegidas del Pombero están perdidas, pero muchos creen que, si éstas le ofrecen miel o tabaco de buena manera, el Pombero habrá de dejarles intacto “el honor”.

Ahora, y pese a ser violador, el Pombero también tiene su lado sensible con las mujeres. En efecto, en Corrientes (Argentina) creen que éste se suele enamorar de las embarazadas que están gestando niñas, y que las protege cuando duermen o andan solas en la oscuridad, delatando a veces su presencia en algo tan suave como un piar de pollito.

Por otra parte, uno puede ganar la amistad o simpatía del Pombero si le hace regalos. Hay que dejarle tabaco, miel o licor, en algún banco o silla o en un lugar visible atrás de la casa, pronunciando una corta oración o ruego. Cuentan que, si se llega a obtener su amistad, éste cuidará la casa, el rancho, los animales y las pertenencias del favorecido, además de que le guiará donde están las presas más grandes para cazar, los peces más gordos y jugosos, y los frutos más frescos y exquisitos… Sin embargo, ganar la amistad del Pombero no es tarea sencilla, pues las ofrendas deben hacérsele por treinta noches seguidas sin interrupción; aunque también, si se desea un favor concreto —sobre todo en lo que es encontrar cosas perdidas y tener éxito con los cultivos y los animales de granja—, se puede pedir primero el favor, decirle lo que se le habrá de dar por treinta noches seguidas, esperar a que el favor esté cumplido y entonces proceder a cumplirle lo ofrecido. Y es mejor que así sea, porque el Pombero se enfurece cuando hace un favor y no es retribuido…

Como contraparte a lo anterior, hay quienes se han ganado la enemistad del Pombero. Si esto es así, la persona enemistada oirá ruidos extraños en casa, verá objetos que se mueven, puertas que se abren, cosas que se caen sin explicación, o incluso pasos y voces sin fuente aparente… Esa persona mejor no debería salir de cacería, pues el Pombero intentará confundirle en la espesura del bosque, de la cual quizá no vuelva vivo…

Otra cosa a tener en cuenta, es que alguien puede irritar al Pombero sin llegar a ser su enemigo, pero sí experimentando desagradables consecuencias y, de reincidir, seguramente tendrá la enemistad del Pombero. Cosas que lo irritan, además de dañar innecesariamente la flora y fauna, son el pronunciar su nombre en voz alta, el imitarlo (esto hará que conteste con estremecedores sonidos) y el no hacerle jamás ningún regalo. Según creen, posibles consecuencias de irritarlo son episodios de temblor, mudez o confusión, estados todos que el Pombero puede inducir con solo dar un roce de sus manos peludas.

Fuente: El Baúl

"Pombero" en el Museo Ramón Elías - Capiatá - Paraguay

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