Cordófono
compuesto, laúd de cuello, con tres cuerdas, de factura artesanal (de allí la
variedad de tamaños en que puede hallarse) , al que se le aplica la antigua voz
española rabel pronunciada Ravé o Lavé por los aborígenes Mbya Guaraníes. Construido en una sola pieza tallada o en partes separadas y ensambladas, conserva rasgos cordófonos arcaicos europeos, por ejemplo oídos en forma de C y clavijero en forma de hoz.
Mbya Guaraní y Rave. Fotografía: Jeson Rothe |
Llegó
a América de la mano de los Jesuitas.
Posee
caja de madera de cedro tallada y encolada con sustancias gomosas producidas
por frutas silvestres (como la mbarakamoá) o por flores (como la orquídea tamakuná). Para el diaposón, la clavijas, el cordal y el puente se utilizan maderas más duras, como el kurupay y el guatambú. Sus cuerdas pueden ser de fibras vegetales, tripa -de mono o gato - cerda equina, pelo femenino o nylon. Las tres cuerdas se afinan, por norma, de modo que formen en conjunto un acorde mayor invertido.
Ángel Morinigo, en una aldea próxima a San Ignacio contruyendo un Rabel Mbya Guarani. Fotografía: Jason Rothe |
El
ejecutante - sus tres cuerdas se frotan con un arco curvo, corto - apoya el
instrumento contra el pecho y el antebrazo.
Es
exclusivo de la etnia Mbyá; lo ejecutan los hombres junto con la guitarra mbyá
para acompañar danzas o asociado con el tubo de ritmo, dentro del recinto
dedicado al culto, en la ceremonia Ñemongarai, fiesta de las primicias, rito anual de los horticultores que consagran los primeros frutos, cuyo consumo de otra manera sería peligroso.
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