El ADN de Toro Sentado, extraído de un mechón de pelo custodiado por un museo, validó la palabra de Ernie, pero ¿es la genética el único árbitro de la verdad para las comunidades indígenas?
El Mechón que Regresó a Casa.
En 2007, el Museo Smithsonian devolvió el cabello de Toro Sentado a Ernie, un acto simbólico dentro del movimiento global de repatriación de restos indígenas. Más de 180,000 cuerpos y objetos sagrados siguen en colecciones occidentales. Este caso ejemplifica cómo la ciencia, cuando se guía por el respeto, puede rectificar errores históricos. "No se trata solo de ADN, sino de dignidad", subraya Shannon O’Loughlin, directora de la Asociación de Asuntos Indígenas Estadounidenses.
En culturas lakota, la genealogía se transmite oralmente, a través de custodios de memoria.
Expertos como Kim TallBear (etnóloga santee-dakota) advierten:
"La ciencia no debe reemplazar, sino complementar, las formas tradicionales de conocimiento".
La prueba de Ernie abre una puerta, pero también plantea preguntas sobre quién define la identidad.
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Ameli Ameli Vargas
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