Al llegar los europeos a estas tierras, notaron que los nativos practicaban el ritual de juntarse a beber una infusión a los que los guaraníes llamaban "kayguá". Esta expresión deriva de los vocablos guaraníes "káa" (yerba), "y" (agua) y "gua" (procedencia), lo que se puede traducir en "agua de yerba".
La expresión "mate", nace del vocablo quechua "matí", que significa calabaza, que es donde se preparaba el mate. El mismo se tomaba a través de una cañita denominada "tacuapí", en cuyo extremo se colocaba una semilla ahuecada que hacía las veces de filtro.
Por extensión, los europeos copiaron de esta manera a la infusión elaborada a partir de la yerba (ilex paraguayensis).
La yerba mate debe su sabor amargo a los taninos de sus hojas, es por esto que hay quienes gustan de endulzarlo un poco, y la espuma que se genera al cebar, es causa de los glicósidos.
El mate es algo más que una bebida. Es una tradición que vence las costumbres aislacionistas del criollo y empareja las clases sociales... y a través de los tiempos, es el mate quien hizo la rueda de amigos, y no la rueda quien trajo al mate. Y no solo eso, también es un símbolo para todo aquel que se aleja de su país natal (Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil) y encuentra en él una remembranza y un enlace con su tierra.
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