Las manos, ajadas de acariciar, construir, y abiertas para el encuentro y el abrazo. Entrañas de misericordia.
Los pies, dispuestos para echarse al camino, sabiéndonos siempre peregrinos.
El corazón, dispuesto a implicarse, complicarse, vibrar...a veces romperse. En cualquier caso, siempre amar.
Cicatrices, las que toquen, que al final de la vida es mejor llegar gastados, y que los surcos hablen de risas y noches de desvelos, de preocupaciones por las cosas que importan, de cansancios y horas de reposo...
Del libro "Mosaico Humano "José María Rodríguez Olaizola
No hay comentarios:
Publicar un comentario