El
reverendo inglés Thomas Bridges se obsesionó durante décadas por tratar de
"civilizar y convertir" a los yámanas de Tierra del Fuego. En sus
escritos menciona sus progresos con los indígenas de la misión de Ushuaia, al
borde del canal Beagle; los yámanas habían empezado a trabajar, usaban ropas
europeas y comían con cuchillo y tenedor. Se esforzaban por entonar melodiosos
cánticos y, aunque no entendían nada, asistían a los oficios religiosos con
mirada extraviada. Sin embargo estos avances se vieron empañados por el hecho
de que los hombres y mujeres, y especialmente las niñas y niños de la misión,
se morían muy rápidamente a causa de las enfermedades. Martin Gusinde, que pasó
largas temporadas conviviendo con los supervivientes yaganes en la década de 1920,
criticó sin tapujos a Thomas Bridges: "nunca recibió una educación sólida,
ni siquiera había cursado por completo la escuela primaria. No era querido por
los indígenas como persona. Muchos lo eludían por su carácter autoritario;
todos le temían. Sobre sus costumbres ancestrales, Bridges solo tenía palabras
ofensivas y despreciativas". Gusinde responsabilizó a los misioneros
anglicanos de contribuir al exterminio del pueblo yagán mediante la imposición
de ropas europeas, la sedentarización y el hacinamiento en viviendas cerradas,
el cambio en los hábitos de alimentación, el trabajo forzoso en beneficio de
los propios religiosos y la propagación de devastadoras epidemias que llenaron
de cadáveres las fosas comunes del cementerio.
En la imagen de 1882, Choumaoïnaolighir
Kipa, una de las muchachas yámana víctimas de la colonización.
Fuente Menendez Rey de la Patagonia
Martín Gusinde fue un cura católico y no puede evitar el prejuicios hacia los de fe diferente. Es interesante como, en opinión de este blog, critica a un misionero anglicano omitiendo, el mismo blog, las críticas que hizo a los mismos católicos. Tampoco menciona expresiones de María la Grande por ejemplo, quien no aceptaba a los "isleños" pero aún así dio refugio a varios de ellos en sus tierras continentales al norte del estrecho de Magallanes. Quiero resaltar que es un mito la idea que preconiza que el indígena fue un habitante manso y que vivía en armonía con la naturaleza. En las regiones mayas destrozaron el medio ambiente solo para producir revoques para sus pirámides y se masacraban sin piedad unos a otros en guerras sin fin. Los aztecas obtenían prisioneros para sacrificar a sus dioses lo que fue aprovechado por Cortés para apoderarse de casi todo México y en Argentina, todos conocemos el genocidio voroga por órden de Calfucurá. Ni hablar de los miles de muertos víctimas de la civilización mapuche en las pampas argentinas donde cientos de familias gauchas o criollas fueron diezmadas sin piedad en malones recurrentes a partir de 1852,luego de la caída del Restaurador de las Leyes don Juan Manuel de Rosas. En síntesis, el aborígen es un ser humano sujeto a las mismas pasiones como cualquier otro habitante de este planeta. Ni mejor ni peor, simplemente, ser humano.
ResponderEliminar