Monsanto es una
empresa transnacional de semillas (de la que es accionista la familia
Rockefeller) que quiere germinar los cultivos del mundo con su marca. No
conforme con contaminar la mayoría de los campos de siembra de soya
estadounidense con cepas transgénicas, ahora quiere hacer patria en diferentes territorios
agrícolas del mundo.
En Hungría está
prohibido el ingreso y comercialización de semillas OMG (Organismos Modificados
Genéticamente) de Monsanto y es responsabilidad de los propios comerciantes
vigilar que sus semillas no estén contaminadas. Por ello cuando se encuentran
plantas contagiadas se debe destruir todo el campo.
Los agricultores
húngaros, al notar que semillas transgénicas fueron mezcladas con las
normales sin su consentimiento, decidieron quemar mil hectáreas de plantas de
maíz de semillas transgénicas Monsanto.
Por suerte, con esta
acción se evitó la contaminación otros cultivos. Al menos, así lo declaró
el secretario de estado adjunto del Ministerio del Desarrollo Rural, Bognar
Lajos.
En el 2013, grandes
cultivos de maíz transgénico fueron también destruidos, según Global Research.
Ya es conocida, en el
mundo de la agricultura, la estrategia que tiene la corporación Monsanto, de
contaminar sus semillas modificadas con las normales, y así cobrar las patentes
correspondientes. Por ello se ha prohibido la entrada de la semilla en varios
sectores, ya que además con la polinización contaminan a otros campos.
A gran escala, la
proliferación de la semilla transgénica es un golpe mortal para la agricultura
libre que se ha decidido proteger en países como Hungría. Eso, al menos
por soberanía, debería ser respetado por la corporación.
Fuente: El Ciudadano –
7 de Mayo de 2.015
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