A veces me encantaría que recordemos que la Tierra, con toda su naturaleza, es un ser vivo y no solo un recurso. Cuando la sangre de nuestras venas retorne al mar y el polvo de nuestros huesos vuelva al suelo, comprenderemos que esta tierra no nos pertenece: nosotros pertenecemos a ella.
La vida también nace en los páramos, en cada gota de agua que desciende y en cada semilla que, silenciosa, resiste bajo la tierra.
Mi gratitud y solidaridad a los guardianes que, con valentía, protegen el agua y la vida frente a los depredadores de la tierra. Aún es posible despertar, sanar y florecer junto a todo lo que somos y todo lo que tenemos.
Pachay
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