El famoso relato shakesperiano tuvo su correlato entre los guaraníes de la tierra colorada.
El Salto Encantado, ubicado en Aristóbulo del Valle, es uno de los saltos más impactantes de la provincia de Misiones. El agua baja desde el arroyo Cuña Pirú y cae desde un asombroso precipicio ubicado a 64 metros de altura. En ese lugar, cuentan los guaraníes, aconteció una historia de dimensiones shakesperianas. Una trama cargada de pasión, romance y drama, mucho drama. Hoy, solo queda como testigo mudo de aquella apasionante leyenda el misterioso Salto Encantado.
Cuenta la leyenda…
En la selva de Misiones vivían dos tribus enemigas. El cacique de una era Aguará y el de la otra, Jurumí. Aguará tenia una bellísima hija llamada Yete-í. Como suele suceder, era pretendida por todos los caciques de la región, que ofrecían inmensas riquezas por su mano. Jurumí, el feroz enemigo, tenia un hijo llamado Cabure-í. El joven, como suele ocurrir, era famoso por su valentía y destreza en la guerra y en la caza.
Tal como en Romeo y Julieta, quiso el destino (o la casualidad) que ambos jóvenes se conocieran un día. Cabure-í recorría la selva en busca de caza, cuando fue atraído por el grito de terror de una joven. Corrió hacia allí y, en un claro del monte, vio a la hermosísima Yete-í a punto de ser atacada por un yaguareté. Cabure-í clavó su lanza en el corazón del animal, y lanzó su sapucay triunfal anunciando la muerte de la fiera.
El amor entre los jóvenes nació en ese momento como por un mágico encantamiento. Pero, al igual que en el drama shakesperiano, el problema vino cuando sus padres se enteraron. Sus tribus no admitieron este amor y volvieron a luchar sangrientamente. En vez de los Capuleto y los Montesco, los que peleaban en esta historia eran los Aguará y Jurumí.
Un final triste, pero sin veneno
Yete-í corrió hacia el campo de combate derramando lágrimas de angustia. Esas lágrimas, al tocar el suelo, formaron un cristalino hilo de agua. Cuando Cabure-í la vio en lo alto de una loma, corrió hacia ella y la tomó en sus brazos. Los guerreros guaraníes de Aguará dispararon sus flechas hacia Cabure-í y los de Jurumí hacia Yete-í. En ese instante truenos ensordecedores hicieron temblar el cielo y la tierra. El suelo se partió para cobijar a los enamorados muertos. Ante la mirada asombrada de los combatientes, las aguas del arroyo formado por lágrimas de Yete-í inundaron a los jóvenes.
Tupa, el dios guaraní, con su poder sobre todas las cosas, había creado el Salto Encantado. Allí, es el único lugar donde los Romeo y Julieta guaraníes pueden amarse en paz.
Rescate: Marcelo De Lisio
Fuente: Ser Argentino. com
https://www.serargentino.com/people/los-romeo-y-julieta-guaranies
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