Algún día, hijo querido, cruzaremos el abra de
la vida y nos iremos a recorrer otros caminos junto a las estrellas. No
moriremos jamás sólo nos iremos y seguiremos en este Pachakuti y tú, cuando yo
haya cruzado el abra de la vida no me llores sólo haz lo que te enseñaron mis
abuelos a través de mí, ama al mundo a todos tus hermanos y hermanas, al tata
cerro, a la mama agua, a los animales y cuando tengas alguna duda consúltame,
seguro estaré en la luz de la luna alumbrando, querido hijo, tus pasos en esta
vida.
Sergio Daniel González
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