La grandeza de espíritu de los
pueblos nativos se forjó sobre una muy completa raíz filosófica y de valores
humanos que tenían como objetivo forjar en la humanidad “in ixtli in yolotl”,
un rostro y un corazón. El rostro como símbolo del orgullo y el corazón, de la
pasión. Así lo dejó dicho Quetzalcóatl, así lo enseñó a nuestros ancestros para
que fuéramos merecedores de su gracia.
Los consejos que Quetzalcoatl nos dejó, llamados también
“huehuetlatolli” (palabra antigua).
1.
“Se moderado y austero. Verifica
que los demás coman primero; entonces toma agua y lava sus manos y sus bocas.
Que, no por ser noble, perderás tu nobleza ni caerán los jades, las turquesas
de tus manos llenas”.
2.
“Amaos los unos a los otros,
ayudaos entre ustedes en la necesidad con la manta, la joya, el salario y el
alimento. Pues no es verdad y no es cierto si desprecias a quienes te rodean”.
3.
“Da limosna al hambriento,
aunque tengas que quitarte tu comida. Viste al que va en harapos, aunque tú
mismo te quedes desnudo. Socorre al que te necesita, aún a costa de tu vida.
Mira que es una es vuestra carne y una vuestra necesidad”.
4.
“Bueno es que te mantengas por
ti mismo. Crea, trabaja, recoge leña, labra la tierra, siembra nopales. Con eso
beberás y te vestirás. Pues honra y enaltece el trabajo duro.”
5.
“Si se dice que hay heredero al
trono, he aquí cómo mostrará su condición: Si baja su cabeza con humildad y si
mira al pobre con especial consideración, se le infunden respeto su mísero
ceñidor, su manto raído. Si encontrando en el camino a una anciana, un anciano,
le dice “Padre mío, mi abuela: que la paz te encamine, que no tropiece tu pie”.
6.
“Acércate al que es modelo y
ejemplo, pauta y señal, libro y pintura; a la persona honorable y de buena
fama, a la condición social, la luz, la antorcha, el espejo”.
7.
“Acércate a quienes por todas
partes van haciendo lo excelente, dando brillo, dejando lo bueno, imponiendo
orden con prudencia, alegría y serenidad. A quienes son cofre y caja, sombra y
abrigo, gruesa ceiba, sabino generoso que da brotes y se yergue poderoso,
firme”.
8.
“En cambio, huye de estos
sitios: El festín, el río y el camino. No te detengas ahí, porque ahí está y
ahí habita el gran devorador: la mujer ajena, el esposo ajeno, la falda, la
camisa ajena”.
9.
“El tolteca es sabio, es una
lumbre, una antorcha, una gruesa antorcha que no ahúma. Hace sabios los rostros
ajenos, les hace tomar corazón. No pasa por encima de las cosas: se detiene,
reflexiona, observa”.
10.
“Escucha: La cortesía, la
modestia, la humildad, el llanto y el esfuerzo te harán noble, amado,
enaltecido. Escucha: Ningún soberbio, jactancioso o desvergonzado llegó jamás
al reino”.
Fuente: Libro IV Códice
Florentino; Huehuetlahtohllii, testimonios de la antigua palabra de Miguel
León Portilla.
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