La isla Sentinel del Norte está habitada por los sentineleses, cuyo número actual se estima entre cincuenta y cuatrocientas personas. Se presume que habrían colonizado la isla provenientes de África, hace entre sesenta y setenta y cinco mil años, y algunos científicos advierten que el prolongado aislamiento los haría sumamente vulnerables al contacto con virus introducidos por visitantes extranjeros, pues la tribu no ha desarrollado inmunidad. La isla está habitada por comunidades originarias de cazadores-recolectores de tez oscura, de la etnia sentinel, que seguramente provienen de África y serían descendientes de los jarawa o los aeta. Son de naturaleza belicosa y agresiva, y viven en completo aislamiento de la civilización moderna.
Este pueblo vivió en la isla Sentinel del Norte durante 60.000 años, manteniendo una existencia aislada en esta masa de tierra del océano Índico, comparable en tamaño a Manhattan.
Esta pequeña comunidad, compuesta por entre 80 y 150 individuos, ha subsistido mediante la caza y la recolección, un estilo de vida que recuerda a la Edad de Piedra. Cabe destacar que la agricultura no tiene cabida en sus prácticas.
El aislamiento de la isla ha sido un escudo contra el contacto externo, ya que los intentos de entablar contacto con los sentinaleses han sido constantemente recibidos con una feroz hostilidad. Los relatos históricos revelan un patrón de encuentros que subraya la firme determinación de esta comunidad aislada de preservar su autonomía.
En 1771, algunos barcos de la Compañía de las Indias Orientales vislumbraron luces en las costas de la isla Sentinel del Norte, pero se abstuvieron de realizar más investigaciones. Las interacciones posteriores con el mundo exterior pintan un vívido retrato de la inquebrantable resistencia de los sentinaleses. En 1867, un barco mercante indio, obligado a desembarcar en la isla debido a los duros monzones, se enfrentó a un aluvión de flechas de los isleños después de tres días. La defensa de la tripulación con armas básicas duró hasta que intervino la Marina Real.
El año 1880 marcó un episodio inquietante cuando las fuerzas británicas regresaron y encontraron una aldea desierta. En un intento desafortunado de romper su aislamiento, seis individuos sentinalenses fueron secuestrados. Sin embargo, la exposición al mundo exterior resultó calamitosa para ellos, ya que sucumbieron a la enfermedad. Otro incidente trágico ocurrió en 1896 cuando un convicto fugitivo llegó a la isla, donde tuvo un final espantoso con flechas y una garganta cortada.
La interacción más reciente y quizás la más publicitada ocurrió en 2018 cuando un misionero cristiano estadounidense intentó convertir a los sentinalenses. A pesar de los disparos de advertencia y las claras señales de agresión de dos isleños armados, el misionero persistió en acercarse, expresando amor y creencias religiosas. El encuentro terminó trágicamente con la muerte del misionero por flechas, y su cuerpo quedó sin recuperar en la playa de la isla.
Fuente: Efemérides Sociales, Históricas, Políticas y Culturales / Enrique Hopman
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