La reciente decisión del Parlamento genera indignación, más aún
cuando la situación de los indígenas que peor están no se modifica. ¿Llegará el
día en que la clase política termine con estos abusos?
En medio de la difícil situación que vive el país, fruto de varias
décadas de decadencia sistemática y de imposibilidad para resolver los déficits
acuciantes de la sociedad en materia de educación, justicia, inseguridad,
corrupción, narcotráfico y pobreza, la decisión de los diputados de aumentarse
sus dietas de una manera obscena aparece como demasiado.
No estamos en contra de que los dirigentes ganen un muy buen dinero
a la altura de sus roles y responsabilidades –especialmente si cumplen
debidamente con ellos- lo que no cierra es que cuando el reparto es para
“arriba” se observa que no hay mayores inconvenientes y los fondos siempre están;
en cambio, cuando se trata de ayudar a los conciudadanos que se encuentran en
una situación de marginalidad extrema, las soluciones nunca llegan, o llegan a
cuentagotas, pero el problema de fondo, crónico, histórico, no encuentra
solución por parte de los que deberían darla.
Y entonces la brecha de la desigualdad aumenta de una manera que
avergüenza. Esta es una gran deuda de la clase política argentina y lamentamos
decirlo, de nuestra joven democracia de treinta y cinco años que no ha logrado
desde el fin de la última dictadura en 1983, resolver aquellos grandes núcleos
de conflicto de nuestra sociedad, que son los que nos impiden un crecimiento
sano y con buenas expectativas para todos.
Es sin dudas el gran fracaso hasta el momento de la clase dirigencial
toda, en donde los políticos tienen las mayores responsabilidades, considerando
que si bien todos los sectores sin excepción tenemos una parte de esa
responsabilidad, nunca lo es en la dimensión de los que se han postulado para
conducir los destinos del país.
En este contexto un aumento como el que comentamos indigna porque
es absolutamente extemporáneo. Estos días hemos escuchado justificaciones
increíbles de algunos diputados intentado penosamente explicar lo inexplicable.
El cuadro es aún peor cuando el aumento fue posible gracias el
acuerdo entre el bloque oficialista y el de la oposición (¡!) dejando afuera al
Frente Renovador y a partidos de izquierda que hasta el momento han rechazado
la medida. Pero lamentablemente está últimas posiciones -adecuadas a la
realidad, debemos también decirlo- no alcanzan. Es que la ciudadanía espera que
en lugar de que el Parlamento este ocupándose de sus propios entuertos y en
muchos casos como este de sus propias economías, se estuviera preocupando junto
a los otros poderes del Estado en crear, aplicar y consolidar políticas
públicas consensuadas incluso con distintos sectores representativos de la
sociedad, pensando alguna vez en grande y no el mera visión del partido
político o el interés personal.
Los hermanos más olvidados
¿Saben nuestros legisladores que mientras ellos aumentan sus dietas
los hermanos más postergados de la Patria, pobres entre los pobres, son una
parte importante de nuestros indígenas que viven en condiciones muchas veces
infrahumanas? ¿Saben nuestros legisladores que esos hermanos sobreviven en
parte del Chaco Salteño y sobre el Pilcomayo; en gran parte de Formosa y en el
Impenetrable Chaqueño?
Son miles y miles de hombres y mujeres wichí, qom, pilagá, chorote,
chulupí, históricamente presionados en sus hábitats, rodeados y arrollados por
la expansión de la sociedad nacional que han ido perdiendo sus tierras y sus
recursos –el monte, sus plantas, sus animales, los ríos puros, la tierra
poblada de árboles- siendo arrojados a la calamidad de la degradación y
contaminación permanente de la Madre Tierra por empresas extractivistas que no
han tenido limites en su poder de destrucción.
Junto a este cruel panorama esos hermanos sufren enfermedades que desde hace muchísimo tiempo y todavía hoy los agobian sin piedad: tuberculosis, chagas, desnutrición, avitaminosis, cólera, gastrointestinales, diabetes, mortalidad infantil.
¿Saben esto los legisladores? A veces pensamos que no. Y si la
respuesta es “si” es peor todavía, porque cuando toman decisiones como las que
nos ocupa es difícil pensar en que están dispuestos como Estado en resolver
estos graves problemas que son realmente los que enferman a la Argentina.
Señores de la clase política: ayuden a no perjudicar más al país
con estas conductas. Y recuerden que se predica con el ejemplo y que el ejemplo
se da también de arriba hacia abajo. La sociedad toda y entre ellos los
hermanos más olvidados, los dignos paisanos indígenas que menos tienen, no
esperan de ustedes nada en particular, salvo aquello para lo que fueron
elegidos: ir resolviendo con madurez, seriedad y compromiso los graves
problemas estructurales que nos atraviesan. Y no que sean parte de los
problemas. ¿O será mucho pedir?
Por ElOrejiverde
Fecha: 9/6/2017
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