Hace mucho tiempo en una hermosa tarde de verano, en el Cielo brillaba una fina
Luna creciente que se veía entre las nubes. Un lobo sentado en la cima de una
montaña gritaba sin parar. Sus gritos eran largos, repetidos y desesperados. La
Luna, la reina de plata en la noche, se molestó y le preguntó por qué se
quejaba tanto. Él respondió que había perdido a uno de sus cachorros y que
ahora estaba desesperado en encontrarlo. La reina de la noche lo sintió, y
dispuesta a ayudarle, pensó en iluminar toda la montaña para que el cachorro
encontrara el camino de regreso. Su orgullo de Luna fue tan poderoso que se
convirtió en un disco grande y brillante. En ese momento, el lobo encontró a su
cachorro temblando de frío y miedo al borde de un precipicio. Lo alcanzó a
tiempo, lo abrazó y lo consoló, y le agradeció infinitamente a la Luna. Luego
fue con su cachorro hacia el medio de toda la vegetación del bosque. Las hadas
les acompañaron a un lugar en donde los lobos decidieron hacer un regalo
precioso a la Abuela Luna; Una vez al mes la Luna se convertiría en un globo de
luz grande y brillante, visible para todos los cachorros en sus caminares. Una
vez al mes, el majestuoso aullido de los lobos son el infinito regalo a la
Abuelita, nuestra plateada y bella Luna Llena.
Fuente: Plumas de Águila
Que bella leyenda... amo a la luna...
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