Iwá, el caimán en tiempos remotos
era gente como todos los demás animales y todos los animales hablaban.
Había también indios Sanema-Yanoama
pero la gente comía todo crudo porque no conocían el fuego. El dueño del ruego
era Iwá, también llamado Iwaramé, el caimán. Iwá pasaba todo el día en el agua
para cazar, pero su comida la preparaba en la cueva donde dormía. Todos los
demás animales sabían que Iwá era dueño del fuego. También sabían que Iwá todo
lo que comía lo asaba y cuando Iwá asaba su comida olía sabroso. Los demás
animales suponían que Iwá era el más fuerte de todos los animales porque comía
asado. Cuando Iwá o Iwaramé abría su boca se le veía el fuego, entonces los
indios sanema y muchos animales traían carne para colocarla frente a la cueva
de Iwá para que cuando abriera la boca la asara. Así ocurrió muchas veces, los
indios y los demás animales se llevaban lo que podían ya que Iwá se comía gran
parte de la carne que ponían frente a su cueva y después dormía. Cuando dormía
cerraba su boca y nadie podía ver el fuego. Cuando se despertaba salía de
cacería y traía diversas presas de carne o pescado, estas presas las llevaba a
su casa y cuando quería comer abría su boca y así encendía la leña y sobre la
leña asaba todo lo que se comía, carne o pescado, pero él solo asaba su comida
de noche y luego cerraba su boca para que nadie le robara el fuego.
Pero sucedió que una vez, un joven
cazador sanema que andaba con su padre de cacería se extravió en la selva y por
casualidad llegó a la cueva de Iwá, pero Iwá estaba dormido. Como el muchacho
sabía que estaba en la casa del "Dueño del fuego" estaba muy asustado
pero buscó por todas partes presas cocinadas o algún leño encendido pero no lo
consiguió, apenas se encontró con una hoja chamuscada la que tomó lleno de
terror y luego salió con la hoja fuera de la cueva. En la selva, se volvió a
encontrar con su padre y le mostró la hoja quemada y le dijo a su padre: -papá,
encontré esta hoja chamuscada-. ¿Dónde la encontraste? -En la casa de Iwá, el
caimán- ¿No encontraste el fuego? -No, tampoco había carne asada. El fuego lo
tiene dentro de su boca.
Su padre se puso a pensar: ¿Cómo
haremos para robar el fuego de Iwaramé?...
Su padre siguió pensando en cómo robar el fuego del temible caimán y un día organizó una gran fiesta con todos los indios sanema y con todos los animales. La festividad era para disfrutar, comer y beber y tenía que ser inmediatamente después de la puesta del sol. Iwá o Iwaramé fue invitado y salió de su casa para asistir a la fiesta.
Todos los indios y todos los
animales tenían instrucciones de que debían hacer chistes, piruetas y cualquier
otra acción que los hiciera reir. De esta manera/ todos se reían a carcajadas
pero Iwá, no se reía, mantenía su bocota totalmente cerrada.
Todos los animales se destacaban por sus habilidades y muy especialmente los pájaros que hacían piruetas en el aire.
Jashimó la gallineta azul/ bailaba y saltaba de un lado para otro/ levantaba su cola y lanzaba chorros de excrementos y sonaba: plo, plo, plo.
Todos los invitados se caían al
suelo de la risa y otros se agarraban la barriga para no reventar de risa, pero
Iwaramé, ni se sonreía ni abría la boca.
Ahora bailó Hiimá, el perro, y
haciendo diversas piruetas lanzó un tremendo paquete de heces a los otros
animales que bailaban y todos se reían, pero Iwaramé seguía muy serio.
Por fin se aparece en el gran patio
Jiomonikoshwán el astuto pájaro montañero de color rojo como el fuego y comenzó
un baile muy exótico y levantaba su cola y le ponía enfrente su ano a todos los
personajes que bailaban. Cuando le tocó pasar frente a Iwá, le levantó la cola,
le puso su ano frente a su boca pero a la vez le echó un finísimo chorro de
heces sobre sus fauces. Esto sí le hizo gracia a Iwaramé y soltó una
estruendosa carcajada: ja, ja, jaaa...
El fuego entonces comenzó a salir
por llamaradas fuera de la boca y sonaba: fluum, fluum...
De inmediato, el pájaro Maipomué,
que es el pájaro tijereta de doble cola larguísima, voló rápido y entró como un
relámpago en la boca de Iwaramé y le tomó con su pico la bola de fuego de Iwá,
luego voló por encima de todos los invitados y se llevó la bola de fuego a
depositarla en el corazón del árbol Fuloi.
La mujer de Iwá, llamada Blajeyoma corrió hacia el árbol Puloi y orinaba en las raíces del árbol para apagar su fuego pero como el fuego estaba en el corazón del árbol, no lo logró.
Cuando el fuego salió de las fauces del caimán, la lengua se le achicó y por eso ahora es pequeña.
Desde entonces, Iwá, el caimán,
avergonzado por su derrota se retiró de su cueva y se fue a vivir al agua y
actualmente allí vive compartiendo territorio con Lalakilpará, la gran
serpiente de las aguas, quien es la verdadera dueña de las aguas.
Desde ese tiempo, entonces los
Sanema y los Yanomami van a buscar el fuego al corazón del Árbol Sagrado Puloi,
porque allí lo dejó Maipomué.
Los Sanema-Yanoama son una tribu
seminómada del alto Orinoco. El Sanumá es uno de los idiomas Yanomami hablados
en Venezuela y Brasil con una cercana relación entre ellos; es hablado por
4,612 personas en Venezuela y 462 en Brasil. En Venezuela, se habla el idioma
en la vecindad del río Caura y sus afluentes, los ríos Erebato y Ventuari, en
el estado Bolívar, así también en los alrededores del río Auaris. Este relato
fue tomado de la obraMitos de Creación de la Cuenca del Orinoco.
Fuente: Mitos Latinoamérica (Juan
Carlos Alonso G.)
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