Mucho antes de que la Constitución Nacional reconozca la preexistencia de los Pueblos Indígenas, Belgrano ya pensaba una patria con identidad diversa, justicia y participación real para todos los Pueblos.
En 1810, desde el corazón mismo de las luchas por la independencia, Belgrano impulsó ideas profundamente transformadoras en este sentido. En el Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones, propuso un modelo que reconocía la identidad de los Pueblos Indígenas, su derecho a conservar sus formas de organización y a decidir su propio destino.
Este Reglamento fue un antecedente directo de los principios que, más de un siglo después, serían incorporados a la Constitución Nacional. Recién en la reforma de 1994, el Estado argentino reconoció la preexistencia étnica y cultural de los Pueblos Indígenas.
Belgrano fue mucho más que el símbolo de una bandera; fue el símbolo de una libertad profunda, de una independencia que también debía ser Indígena, popular, soberana y multicultural.
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