Cierta vez un qom se hallaba cazando en el monte para
llevar comida a su familia, cuando escuchó unos leves quejidos y lamentos.
El sonido era muy suave, pero no parecía provenir de muy lejos. Así que el
hombre siguió monte adentro, hacia donde le parecía escuchar la voz, y pronto
se encontró con un potai, un oso hormiguero.
Cuando éste lo vió, le dijo: “Escucha hijo, yo soy Kasogongá,
el Rayo, y durante la tormenta he caído sobre ese árbol; pero lo hice con tanta
fuerza que ahora he quedado aquí y no puedo volver al Cielo. Necesito tu
ayuda.”
Una vez repuesto de la sorpresa, el hombre respondió que haría lo
que fuese necesario.
- Todo lo que debes hacer – dijo Kasogongá – es una gran
fogata y luego yo me las arreglaré.
Entonces el cazador juntó varias ramas y hojas secas y armó un gran
fuego. Cuando la hoguera estuvo ardiendo y las llamas subieron a lo alto,
Kasogongá, comenzó a elevarse con el humo.
Mientras subía le habló al hombre por última vez:
- Ahora corre hacia tu casa, porque está por desatarse una gran
tormenta. En agradecimiento a lo que has hecho por mí, nunca te faltará
alimento y te convertirás en un experto cazador.
Como había dicho Kasogongá, al poco rato comenzó a llover (era el
Rayo, que festejaba por estar de nuevo en su casa), y se cumplió su promesa: el
hombre se convirtió en un gran cazador a quien nunca le faltó carne,
miel o pescado.
Fuente
“Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos Qom” de Nahuel Sugobono
“Leyendas, mitos, cuentos y otros relatos Qom” de Nahuel Sugobono
Blog El Canto Qom
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