Para
los Enawenê-nawê, la persona es una trinidad en potencia. Al morir un sujeto,
se originan tres subjetividades cósmicas, un enore, un iakayreti y
un dakoti.
Las
expresiones vitales representadas por la pulsación cardíaca en el pecho y en la
región de la cabeza, la respiración, la viveza de los ojos, el habla, la
sensibilidad olfativa y la audición se amalgaman en lo que se conoce como hesekonase,
el “alma celeste”, que se eleva hacia el eno, la capa principal del cosmos.
Allí, ella desembarca como un dios enore, comenzando a convivir con sus
parientes consanguíneos, o sea, del mismo clan.
Las palpitaciones que se manifiestan en los diferentes puntos de los miembros inferiores, en sus coyunturas y dobleces, conforman eloyakoare o wayakoriri, sustancia que es tomada por los iakayretirepresentantes del clan patrilineal del muerto, quienes fabrican con este elemento un ser espiritual de la misma raza y familia, que comienza a vivir definitivamente en uno de los topónimos hídricos y geográficos visibles pero diferentes del paisaje natural.
Un dakoti es
una especie de copia o “doble” de la persona, su sombra; algo vivo que, con el
muerto, y como el muerto, dejó de existir y de moverse. Es bajo esta forma que
sigue su camino rumbo a la ciudad de los espectros, en el extremo del arco
iris. El cuerpo, o mejor dicho, el cadáver, simplemente se pudre,
desvaneciéndose en la tierra.
La
muerte
Para
sepultar el fallecido, los Enawenê-nawê preparan, a partir de la corteza de
algunos árboles de la selva ciliar, una urna funeraria en el formato de un tubo
que mide la altura del sujeto. En ese momento se producen los llantos,
lamentos, comentarios, gritos y gestos, acompañados por un movimiento constante
en la aldea así como por una gran aglomeración en torno del muerto. Finalizadas
las ceremonias fúnebres, la urna se deposita en una tumba profunda, excavada en
el interior de la casa. Exactamente sobre el lugar en donde se ubicaba la red
en donde la persona dormía. Con el muerto también se entierran sus pertenencias
y/o los objetos de uso personal: collares, sonajeros, ropas, arco y flecha,
hacha, facón… o sea, todo aquello que, por algún pariente, es señalado como un
vehículo para recordar al fallecido. Su propio nombre, inclusive, deja de ser
pronunciado. Es a partir de allí que se inicia el viaje/transformación de la
tercera subjetividad enawenê: todo el armado mortuorio continúa su destino
hacia la ciudad de las sombras, despojándose, poco a poco, durante el trayecto.
Enawenê-nawês . Fotografía Fiona Watson (Survival Internacional |
Ya liberado de toda la cobertura vegetal, el muerto se enfrente con una araña
gigante. La mujer que no posea el tatuaje corporal, la insignia de iniciación,
los trazos inscriptos entre los senos y alrededor de su ombligo es
inmediatamente devorada por el insecto. Por su parte, los hombres están libres
de esa inspección así como también los niños de ambos sexos. Sin embargo, el
viaje no termina con eso; una vez libres de las araña, los muertos deben
atravesar el mayor de todos los ríos, que algunos refieren como el Aripuanã y
otros como el Amazonas. La travesía se realiza a través de un puente formado
por un enmarañado de serpientes de colores e, inmediatamente, los muertos son
recibidos con una fiesta, como uno de los suyos por los dakoti. Luego de
la muerte de una persona, y por varias semanas, a determinadas horas del día
sus parientes más cercanos ejecutan un llanto ritual, un lamento cantado y
formal que evoca la ausencia y la nostalgia por el fallecido. Durante esos
momentos hablan acerca de la importancia del muerto y del resentimiento hacia
los iakayreti en relación a su furia injusta por su supuesta insatisfacción
alimenticia. (Gilton Mendes dos Santos, 2006).
Las
fases de la vida
Los
Enawenê-nawê conciben diferentes categorías de edad, según las cuales las
personas se clasifican a lo largo de su desarrollo físico y cultural. Ellas
son:
Tiraware/Tirawalo (vida
intrauterina): Para que una mujer quede embarazada se necesitan muchas
relaciones sexuales. Para ellos, el embarazo es el resultado de la combinación
entre el esperma y la sangre menstrual dentro del útero. El tronco, los brazos
y la pulsación cardíaca son los primeros elementos que se desarrollan en el
útero materno, luego las piernas y la cabeza. Si la mujer mantiene relaciones
sexuales con más de un hombre durante el embarazo, el bebé habrá sido producido
en conjunto.
Wesekoitakori/Wesekoitakolo (recién
nacido): En esta fase, el padre y la madre guardan reclusión y obedecen a
restricciones alimenticias para que el recién nacido no sea atormentado por
seres que causan enfermedades o la muerte. Al bebé se le corta el cabello y sus
orejas son perforadas para recibir el aro de tucum. También se le colocan
adornos de algodón alrededor de sus tobillos y puños (muñecas). Su alimentación
la constituye la leche materna ofrecida por la madre, tías y abuelas. Los baños
de hierbas para que crezcan con salud y las pinturas leves con urucum también
se recomiendan.
Enawehorairi/Enawehorailo (niño
de falda o pequeño que se carga): En esta fase, se utilizan collares,
pulseras y tobilleras. Luego de la “bendición” ya pueden consumir oloiti (refresco
de mandioca), ketera (mingau o ensopado espeso tipo crema de
mandioca) y miel diluida en agua. Los hermanos mayores colaboran en los
cuidados diarios.
Anolokwari/Anolokwalo (pequeño
que se sienta y gatea): En este momento, el pequeño recibe un par de aros
de conchas, además de collares para decorar su cuello. Las niñas usan un
citaron de tucum y pintura corporal de urucum realizada con paja de buriti.
Atetoarese/Atetoarese (pequeño
que puede pararse): Según los Enawenê-nawê, en este momento los niños son
ayudados por los enore nawe para que no se caigan o se lastimen.
Atonaharese/Atonahalose (pequeño
que camina): El pequeño recibe tobilleras de algodón tejidas en telar.
Las niñas utilizan argollas de caucho en las piernas, debajo de las
rodillas. El pescado se incluye en la dieta alimenticia.
Dinoarese/Dinoalose (niño
pequeño - de 3 a 6 años): Comienza a tomar baños sin la compañía de los
padres. Se inicia el aprendizaje de una serie de actividades con los adultos
como acompañar a los padres en el campo de cultivo y en las expediciones de
pesca familiares. Las niñas están siempre junto a la madre.
Enawaretese/Enawalotese (niño
de 7 a 11 años): A esta edad se intensifican los procesos de transmisión
del conocimiento y del aprendizaje. Los niños aún acompañan a los padres en las
excursiones de pesca y las niñas se separan de ellos y acompañan a las madres a
los campos de cultivo.
Awitaretese/Awitalotese: El
niño participa en las excursiones de pesca sin el padre. Si las articulaciones
matrimoniales ya se produjeron, comienza a prestarle servicios al futuro suegro
en la siembra de un pequeño campo de cultivo, con la ayuda del padre, para que
la novia y la suegra puedan recolectar. La niña cuida a los más pequeños, y ya
participa en los rituales así como los niños de esta edad.
Awitariti/Awitaloti: Esta
es la fase de transición hacia la vida adulta. Los niños reciben el adorno
peniano denominado olokoiri, las niñas el tatuaje alrededor del ombligo y
de los senos, luego de que se produce la primera menstruación. Durante esta
fase están listos para el casamiento. Las marcas que indican este pasaje
(adorno peniano y tatuajes) poseen un gran valor social dado que indican la
capacidad reproductiva de la persona.
Enetonasare/Enetonasalo (nacimiento
del primer hijo): Las mujeres cambian sus adornos y comienzan a utilizar
el urucum con otros trazos diferenciados del anterior.
Kolakarinasare/Kolakalonasare: Se
produce a partir del cuarto hijo.
Kolakalare/Kolakalalo (nacimiento
del primer nieto): La pintura corporal cambia para presentar una fina capa
de urucum; las mujeres sufrirán algunas restricciones en lo que se relaciona a
su participación en los rituales.
Ihitariti/Ihitaloti: Se
caracteriza por la presencia de arrugas; disminuye el uso de adornos (Cleacir Alencar Sá, 1996).
Enawenê-nawês, ritual de pesca |
La
nominación
Entre
los Enawenê-nawê, cada clan dispone de un acervo almacenado de nombres. Estos
nombres se pasan por vía paterna y dinamizan las sucesiones cuando se produce
el óbito de uno de sus miembros que es recordado en contadas ocasiones y, de
hecho, ya no más por su nombre sino a través de los términos de parentesco.
Un
individuo, en ocasión de su nacimiento, recibe un nombre escogido por el padre
de su padre y otro por el padre de su madre. El servicio de la novia (las
obligaciones que el yerno le debe realizar a su suegro, pagas en pescado) logra
que el abuelo materno “olvide” el nombre por el conferido. Eso cristaliza en
que el individuo sea definitivamente integrado al clan de su abuelo paterno (y
de su padre). (Katia Silene Zorthêa, 2006 e Marcio Silva, 1995).
Fuente: Pueblos Indígenas de Brasil
No hay comentarios:
Publicar un comentario