El universo no se equivoca. Cada gesto que emerges desde lo profundo de tu ser lleva consigo una huella energética que nunca se pierde. Lo que ofreces, ya sea un pensamiento, una palabra, o un acto, se convierte en un puente invisible que conecta tu esencia con el Todo. Y así, como las olas regresan siempre a la orilla, la vida devuelve cada una de esas semillas.
Si entregas amor, no sólo tocas al otro, te tocas a ti mismo en el acto. Si das desde la carencia, lo que vuelve es vacío. Pero si das desde la plenitud, incluso lo que no esperas llega, cargado de significados que sólo el alma entiende.
Hoy, detente y siente. Observa tus manos, tus palabras, tus intenciones. ¿Qué estás dando? Porque no importa el tiempo que pase: lo que siembras en el silencio, la vida lo grita en ecos que siempre vuelven a tu pecho.
Dar no es un acto, es un reflejo del alma que elige confiar en la danza infinita del retorno.
Ada Luz Márquez - Hermana Águila
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