Queridos hijos:
Que el Gran Espíritu los guíe y los proteja en cada paso de su camino.
Que la madre tierra los envuelva en su cálido abrazo, brindándoles paz y serenidad en sus sueños.
Esta noche, al cerrar sus ojos, invoquemos la energía del universo para que sus corazones sean siempre puros y sus mentes claras.
Que los vientos susurren sabiduría en sus oídos y que el fuego de su espíritu arda siempre con pasión y propósito.
Que el agua fluya en sus vidas con la calma de un río tranquilo, llevándose consigo cualquier preocupación o miedo.
Que cada estrella en el cielo les recuerde que nunca están solos y que siempre están conectados con la esencia divina que habita en todo.
Mis amados, que encuentren en sus sueños la fuerza de los ancestros, la guía de los guardianes espirituales y la certeza de que son profundamente amados. Que despierten renovados, con valentía para enfrentar el nuevo día y con gratitud por cada bendición.
Descansen bajo la protección del Gran Espíritu y la suave caricia de la luna. Que la noche los cubra con su manto de estrellas y les conceda un sueño reparador y lleno de luz.
¡Así sea!
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